La tormenta que atraviesa el presidente Gustavo Petro, entre otras razones, por el riesgo de que sus reformas naufraguen en el Congreso ha llevado a un sector del Pacto Histórico a desempolvar una vieja idea que tiene encendidas las alarmas: la convocatoria a una asamblea constituyente con el fin de modificar la Constitución y la estructura misma del Estado. Se trata de un plan que empieza a escucharse con insistencia por los pasillos del Congreso.

El primero en poner el tema sobre la mesa fue el líder cristiano Alfredo Saade, exprecandidato presidencial del Pacto Histórico, quien le dijo a SEMANA: “El Congreso debe cerrarse y hay que convocar a un referendo que le dé paso a una constituyente”. Su propuesta surgió a raíz del difícil escenario con la coalición de gobierno que podría rechazar el ambicioso paquete legislativo de Petro.

La propuesta de Saade desató reacciones y, hasta ahora, la Casa de Nariño guarda silencio. El presidente y la vicepresidenta Francia Márquez no se han referido al tema, mientras que la oposición pide un pronunciamiento claro del mandatario para despejar cualquier interrogante.

Para el referendo se necesitan más de 10.000 votos. | Foto: Guillermo Torres Reina

En las filas del petrismo, esta idea no es nueva. En febrero de 2018, por ejemplo, el entonces candidato Petro no dejó ninguna duda de que ese planteamiento le suena para sacar adelante sus propuestas de cambio, las mismas que los partidos de la coalición se niegan a respaldar por considerarlas peligrosas para el país: “Propongo que una constituyente territorializada y pluralista haga las reformas que no hizo la Constitución del 91: la del territorio, la reforma a la salud, la educación, la justicia, la política y el tránsito hacia una economía productiva”.

Pero años después, en diciembre de 2021, en la reciente campaña presidencial, Petro cambió de opinión. “¿Por qué vamos a desbaratar lo que hicimos? La Constitución de 1991 sirve para hacer los cambios en Colombia”, dijo. No obstante, dichos cambios no se han materializado y todas las reformas tienen semáforo rojo en el Congreso.

Saade dijo que no ha recibido llamadas del presidente ni en señal de apoyo o rechazo a su propuesta. Por eso, empezó a conformar comités en los departamentos con el objetivo de recoger 10 millones de firmas para solicitar el referendo.

La senadora Piedad Córdoba y Alfredo Saade, exprecandidato presidencial del Pacto Histórico, atizaron el fuego frente a una posible constituyente.

En la oposición consideran que el pastor cristiano no actúa solo y, al contrario, podría ambientar el tema para medir la temperatura. Congresistas del Partido Liberal, La U y Cambio Radical no descartan que el propio presidente esté propiciando un ambiente de caos frente al Congreso para, posteriormente, convocar a un referendo y, a través de una constituyente, aprobar sus reformas.

Un riesgo es que se le abra la puerta a la reelección presidencial y se modifique la organización misma del Estado para dotar de muchos más poderes al Ejecutivo en desmedro de las ramas Legislativa y Judicial. Hasta ahora, el Congreso le ha puesto freno de mano a los planes del Gobierno. “La reforma a la salud es ideologizada, genera confrontación, caos y busca dividir al país entre quienes están con ella y los que no”, sostuvo el senador David Luna, de Cambio Radical.

Opiniones divididas

Ante la idea de una constituyente, en el Pacto Histórico hay diferentes posturas. El congresista Alejandro Ocampo señaló que, al menos por ahora, se opone a la iniciativa. Sin embargo, lanzó una advertencia: “Si no se respeta la expresión del constituyente primario y a punta de maniobras de congresistas y de partidos políticos nos quieren hacer cambiar de idea, entonces vamos a hacer, eventualmente, una constituyente”.

La senadora Piedad Córdoba, una de las más férreas defensoras de la ministra de Salud, Carolina Corcho, agitó aún más los rumores. Dijo que se necesita “una asamblea nacional constituyente para una nueva reforma política” y afirmó que es evidente la incapacidad del Congreso “para liderar transformaciones estructurales en materia política”.

Hay voces más serenas, como la del congresista Heráclito Landinez, del Pacto Histórico, que se oponen a una constituyente y menos a cualquier idea que lleve a un cierre del Congreso. “La democracia representativa de la Constitución de 1991 tiene su esencia democrática en la elección del Congreso. Desconocer al Legislativo es desconocer la Constitución y la soberanía popular. Proponer una constituyente en estos momentos es algo que está por fuera de todos los canales institucionales”, advirtió Ladinez.

Por el momento, en los grupos de WhatsApp del Pacto Histórico nadie habla de la opción de convocar una constituyente. Quienes conocen los procesos democráticos saben que no es tan sencillo. Además, el momento político no le favorece al Gobierno porque la iniciativa tendría que pasar por el Congreso. Si la Casa de Nariño no logró un consenso para la reforma política, menos lo haría para una iniciativa que podría terminar con la revocatoria del Legislativo.

En ese sentido, algunos líderes de la oposición han dicho que en un eventual referendo en el que se incluyera la pregunta sobre revocar al Congreso también se debería preguntar si el país está de acuerdo con cambiar al presidente. Eso, justamente, fue lo que dijo Horacio Serpa cuando el expresidente Andrés Pastrana propuso, a través de su entonces ministro Fabio Valencia Cossio, revocar al Congreso a finales de los noventa.

La idea de una constituyente, además, tendría que ser revisada por la Corte Constitucional. Asimismo, el referendo exige logística electoral y su fecha de convocatoria en las urnas no podrá coincidir con ninguno de los comicios programados. Eso supone invertir más de 100.000 millones de pesos en un país cuyas finanzas están apretadas.

El presidente Gustavo Petro no se ha referido a la idea que surgió desde el petrismo. | Foto: Juan Carlos Sierra

Ante ese complejo escenario, lo más probable es que el presidente Petro acuda al camino menos espinoso: entender que, aun cuando llegó a la Casa de Nariño con más de 11 millones de votos, necesita consensos en torno a sus reformas para asegurar mayorías en el Congreso.

En lo que va del gobierno, eso no ha ocurrido. En menos de un mes, la reforma política fracasó en la Comisión Primera del Senado y la de la salud amenaza con hundirse en la Comisión Séptima de la Cámara sin siquiera cursar su primer debate. Petro es consciente de la crisis y teme que el hundimiento de la reforma política se repita no solo en la de la salud, sino también en la laboral, pensional, en la ley de sometimiento y la de humanización carcelaria.

En los últimos días, los liberales, los conservadores y La U rompieron con la Casa de Nariño por cuenta de la reforma a la salud. Ante ese escenario, el presidente ordenó ajustar el borrador del proyecto e incluir las peticiones de Dilian Francisca Toro, directora de La U, y Efraín Cepeda, director del Partido Conservador.

El Gobierno también pretende desbaratar la unidad del Partido Liberal y traer a su lado a varios senadores y representantes, como ocurrió en la campaña presidencial.

Si después de Semana Santa su estrategia falla y la reforma a la salud se hunde, el presidente acudirá a su plan B: convocar a la ciudadanía a las calles. “Hay que insistir en la movilización social”, coinciden varios congresistas. Pero si nada surte efecto, ¿se tomarán en serio la idea de una constituyente? El país debe estar alerta.