La reforma laboral, que fue aprobada en segundo debate en el Congreso de la República, tiene contentos a unos y molestos a otros, incluidos políticos y empleadores. Salió con 81 artículos de la plenaria de la Cámara de Representantes, donde se adelantaron cruentos debates para quitar y poner medidas. Se hundieron algunas, entre ellas, el paquete del trabajo rural, y se agregaron otras, y hasta quedó aprobada la licencia por matrimonio.
Los sindicatos celebran lo que consideran un avance en la recuperación de garantías laborales, pese a que en el primer debate fueron cortados de tajo 20 artículos relacionados con derechos sindicales y pactos colectivos. Entre tanto, los empleadores insisten en que además de no abordar los verdaderos problemas del mercado laboral, de desempleo e informalidad, habrá mayores afectaciones, porque el costo de contratar se vuelve más oneroso y hasta podría asfixiar a las empresas, principalmente a las pequeñas.
Rosmery Quintero, una de las voceras de Acopi, argumentó el duro impacto del proyecto de ley con un cálculo según el cual, entre costos directos e indirectos, el aumento de la carga por trabajador es del 51,6 por ciento de lo que vale mantener un empleo en la actualidad.
Entre los cambios al Código Sustantivo del Trabajo, según lo aprobado hasta el momento en la mitad del trámite del proyecto de ley, está que la jornada laboral diurna va hasta las siete de la noche, con lo cual las horas que se trabajen después de ese horario no solo son extras, sino que se pagan con recargo nocturno. Los dominicales se deberán pagar al 100 por ciento y no al 75 por ciento del salario ordinario de un día, como se hace hoy.
Las medidas aprobadas por la Cámara generarán cambios sustanciales a empleados y empleadores. Ahora, el Senado deberá discutir el proyecto en sus dos últimos debates y si lo aprueba, se convertirá en ley de la República.
Aunque se moderaron medidas como la de la licencia de paternidad, que se pretendía ampliar de dos a seis semanas y finalmente quedó en cuatro, con incrementos progresivos (a tres semanas en 2025 y a cuatro en 2026), el apretón será tan grande que el presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, dice que la reforma, como va, destruye empleos y llama al Senado a que analicen el impacto de muchos de los artículos avalados en Cámara que, a su juicio, “fueron aprobados sin la conciencia del interés colectivo, anteponiendo intereses particulares de algunos congresistas”.
Por el contrario, otras voces, como la del representante Alfredo Mondragón, celebraron que 400.000 estudiantes del Sena vayan a tener la oportunidad de insertarse en el mundo laboral con un contrato igualitario al de cualquier trabajador con salario mínimo y todas las prestaciones de ley.
En suma, teniendo en cuenta que hay artículos para desestimular los despidos sin justa causa, volviendo más onerosas las indemnizaciones, el costo de la nómina va agrandándose, lo que aparentemente puede ser positivo para el trabajador formal, pero podría volverse en su contra. De hecho, el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, estima que “es previsible que la reforma laboral aumente el desempleo y la informalidad” y prevé que el impacto mayor será para los microestablecimientos.
Un ejercicio realizado por Fedesarrollo, con un local comercial que opera de nueve de la mañana a nueve de la noche durante seis días a la semana y tiene solo dos empleados de salario mínimo, constata el impacto de la reforma. El aumento mensual en los costos operativos sería del 12 por ciento, contando con que ahora hay que pagar más extras, tanto diurnas como nocturnas, debido a la reducción de la jornada laboral semanal y la decisión de establecer el horario día hasta las siete de la noche (dos horas menos que en la actualidad), entre otros costos. Hay que recordar que el recargo sobre hora extra diurna es de 25 por ciento, y por hora extra nocturna es del 75 por ciento.
El juego político
Las aprobaciones en la Cámara de Representantes se dieron, pese a lo atropellado de los debates, con reclamos porque los congresistas de la oposición no sentían que les daban las garantías de participación. SEMANA conoció que el líder de la cruzada para que pasara la reforma fue el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, quien hizo un incansable lobby para lograr conformar las mayorías. El resultado terminó siendo ajustado, pero suficiente para sacarlo adelante.
Desde la semana pasada, Cristo venía insistiendo con una bancada que fue clave para garantizar el trámite del proyecto: el Partido de la U. Aunque algunos congresistas de la colectividad han sido críticos con varios artículos, hay otros que se dejaron seducir para votar a favor.
Hace unas semanas, cuando el Gobierno no tenía las mayorías, Cristo también buscó a los sectores independientes para pedirles que votaran como quisieran, pero que estuvieran presentes en la discusión y así no deshacer el quorum, lo que logró avanzar el debate.
A Cristo se le vio ágil haciendo el lobby necesario para desenredar los artículos que generaban controversia. “Cada vez que había un artículo que no querían votar, él se bajaba del atril donde está la mesa directiva a los puestos de los congresistas”, aseguró un representante que pidió reserva de su nombre.
A esa cruzada se sumó el viceministro del Interior, Gustavo García, quien también estuvo muy activo con los representantes y al lado de Cristo en todo momento. Mientras tanto, la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, se limitó a explicar temas técnicos del proyecto.
Otro de los personajes protagonistas en el debate fue el presidente de la CUT, Fabio Arias, muy cercano a Gustavo Petro y uno de los pocos líderes sindicales que lo siguen respaldando. Muchos congresistas se preguntaban por su papel en la Cámara, ya que no es un funcionario del Gobierno; sin embargo, estuvo en el recinto muy activo e interesado en lo que se aprobaba en la reforma laboral.
Uno de los grandes reclamos de todos los sectores fue el trámite que le dio al debate el presidente de la Cámara, Jaime Raúl Salamanca, quien milita en el Partido Verde, pero es también cercano a Petro. Los congresistas se quejaron de que constantemente cortaba los tiempos, y que el debate era interrumpido para acelerar la votación, por lo cual, desde todos los sectores –no solo desde la oposición– sienten que no se dieron las garantías necesarias. Incluso, algunas mujeres congresistas anunciaron que lo demandarán por presunta violencia política.
Uno de los puntos álgidos del debate, en el que tuvo que entrar la estrategia política, fue el relacionado con los aprendices del Sena, porque mientras el Gobierno argumentaba que buscan darles mayores beneficios, otros sectores se quejaban, citando a expertos, porque serán fuertemente impactadas las finanzas de las empresas. Finalmente, la medida pasó gracias a acuerdos que hizo el Gobierno con bancadas como las de los partidos Conservador y Liberal.
La gran derrota política, sin duda, fue la de los artículos para los trabajadores del campo. Aunque inicialmente suena lógico el incentivo, lo cierto es que varios reclamaron que las condiciones agrícolas son distintas, por lo cual consideraron que lo que se proponía podría terminar afectándolos. Finalmente, el Gobierno tuvo que ceder y dejar hundir ese punto, aunque la ministra Ramírez asegura que intentará revivirlo en el Senado.
Los sectores independientes tuvieron otras victorias. Por ejemplo, la congresista Katherine Miranda, de la Alianza Verde, logró que se aprobara que el internado obligatorio de los estudiantes de Medicina sea remunerado con un salario mínimo por ese trabajo y seguridad social, un reclamo que tenían en ese sector desde hace varios años.
Lo cierto es que, con todo y la ola de críticas, y la resistencia de muchos parlamentarios, la reforma laboral pasó y ahora la pelota está en la cancha del Senado.