En un documento, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, por medio de sus experiencias y como testigo del conflicto armado, respondió al informe final de la Comisión de la Verdad. El exmandatario desmintió varios puntos del documento presentado por el padre Francisco de Roux, en los que se dice que se “falta a la verdad”.
La respuesta iba a ser presentada este domingo en el marco de la II Cumbre de Patriotas, organizada por el Centro Democrático. Sin embargo, dado que el mandatario se conectó al evento por Zoom, no se pudo establecer conexión para escuchar sus declaraciones y finalmente se pospuso el lanzamiento oficial.
El contrainforme, dividido en cinco apartes, explica varios puntos del informe final desde la óptica del expresidente. Según el documento, el relato no busca ser la verdad absoluta.
“Este escrito, con teclas cansadas, no tiene pretensiones de verdad absoluta, que no existe. Los dogmas de fe son absolutos, la verdad es relativa que aumenta sus grados de aproximación a través del debate. A este queremos contribuir”, dice el exmandatario en el contrainforme.
Según el expresidente Uribe, “la osadía de escribir me surge de la osadía de la Comisión de la Verdad de faltar a la verdad en muchos casos”. Asegura que lo hace en ejercicio de su derecho a la libre expresión y de reiterar su punto de vista ante la ciudadanía.
En uno de los apartes del documento, el expresidente hizo referencia directa al tema de los falsos positivos y señaló que por ese asunto siente indignación y dolor. “Proponer al país una política de Seguridad Democrática y emprender la tarea de construirla era para mí un sueño patriótico, un ideal, un sentimiento arraigado en el corazón dolorido por la vivencia y sufrimiento de tanta violencia. Me producía felicidad ver a los compatriotas en las carreteras con la reanudación alegre de sus actividades, sumando a su morral un refresco para los soldados y policías apostados en las carreteras. Y me pregunto con rabia, ¿a quién se le ocurrió asesinar inocentes?”.
Agregó que “los falsos positivos parecieron una estrategia para deshonrar la Seguridad Democrática y afectar a un Gobierno que había conquistado cariño popular. Incluso, el nombre daría la impresión de haber sido concebido por las mentes maliciosas de quienes debieron gozar con la tragedia que desacreditaba a nuestro Gobierno y a nuestras Fuerzas Armadas”.
Este es el escrito completo de Álvaro Uribe sobre los falsos positivos
En el caso de los falsos positivos, la Comisión de la Verdad asigna la responsabilidad institucional al Ejército, cuando muchos de sus integrantes fueron puestos presos por tales delitos antes del Acuerdo de La Habana. El mismo Ejército adelantó investigaciones e hizo denuncias. No se puede confundir la institución con conductas de personas vinculadas.
Sobre los falsos positivos está mi entrevista pública con el Padre De Roux y otros miembros de la Comisión de la Verdad, además, un documento abierto que está al alcance ciudadano en nuestras redes y páginas. No obstante que el asesinato de una persona es grave, repudiable, llama la atención la diferencia en las cifras sobre estos asesinatos entre la Fiscalía General, el Observatorio de la Memoria y el Conflicto (OMC) del Centro Nacional de Memoria Histórica, y las de unas ONGS en su mayoría de línea ideológica adversa a la Seguridad Democrática, sin suficientes elementos de acreditación de hechos, que infortunadamente la JEP acogió en una declaración política e impropia de un órgano de justicia.
(El número de la JEP, 6402, es más del doble de los casos registrados por la Fiscalía y el Observatorio de la Memoria y el Conflicto (OMC) del Centro Nacional de Memoria Histórica).
La Comisión de la Verdad omitió examinar actividades criminales comunes entre integrantes de la Fuerza Pública y personas que aparecieron asesinados en el doloroso capítulo de estos falsos positivos. Si bien no hay que revictimizar familias, el análisis de estos hechos habría resultado necesario para la verdad. Y no se habría requerido revelar nombres con el fin de no revivir dolores de los seres queridos.
En las Fuerzas Armadas circula la versión privada, que no sostienen en público, según la cual muchos falsos positivos se dieron sobre personas que estaban en grupos ilegales y se hacían pasar por inocentes. A la Comisión no le interesó investigar el tema.
Con los falsos positivos siento indignación y dolor. Proponer al país una política de Seguridad Democrática y emprender la tarea de construirla era para mí un sueño patriótico, un ideal, un sentimiento arraigado en el corazón dolorido por la vivencia y sufrimiento de tanta violencia. Me producía felicidad ver a los compatriotas en las carreteras con la reanudación alegre de sus actividades, sumando a su morral un refresco para los soldados y policías apostados en las carreteras. Y me pregunto con rabia, ¿a quién se le ocurrió asesinar inocentes?
Los falsos positivos parecieron una estrategia para deshonrar la Seguridad Democrática y afectar a un Gobierno que había conquistado cariño popular. Incluso el nombre daría la impresión de haber sido concebido por las mentes maliciosas de quienes debieron gozar con la tragedia que desacreditaba a nuestro Gobierno y a nuestras Fuerzas Armadas.
Lo cierto es que Colombia en 2010 había ganado mucho en disminución de la violencia, lo que no habría ocurrido de haber existido una política de asesinatos en lugar del designio oficial de la Seguridad con respeto a los valores democráticos.