Nayib Bukele, presidente de El Salvador, respondió a las críticas del presidente colombiano Gustavo Petro, quien dijo que las cárceles en el país centroamericano eran un “campo de concentración” por la reclusión de jóvenes. El mandatario fue contundente en su réplica, haciendo énfasis en los resultados de su política de seguridad.
“Señor Gustavo Petro, los resultados pesan más que la retórica. Deseo que Colombia en realidad logre bajar los índices de homicidios, como lo hemos logrado los salvadoreños. Dios los bendiga”, publicó el presidente salvadoreño en Twitter.
El presidente Gustavo Petro, en medio de la inauguración de dos sedes de la Universidad Distrital de Bogotá, se pronunció sobre las políticas de seguridad en El Salvador y el impacto que tienen en la juventud del país.
“Ustedes pueden ver esas fotos terribles, no me puedo meter en otros países, del campo de concentración de El Salvador, lleno de jóvenes, miles y miles encarcelados. Le da a uno escalofríos, yo creo que hay gente que le gusta eso, indudablemente. Ver a la juventud entre las cárceles y creen que eso es la seguridad”, dijo el presidente colombiano en el evento.
Aseguró que este tipo de medidas “disparan las popularidades” y que esto también se evidenció en Colombia. También habló sobre los resultados que ha logrado el presidente Bukele con los índices de homicidios, metiendo a prisión a los integrantes de las bandas criminales que siembran el terror en el país centroamericano.
“El presidente de El Salvador se siente orgulloso porque redujo la tasa de homicidios a partir –dice él– de un sometimiento de las bandas que hoy andan en esas cárceles, en mi opinión, dantescas”, agregó el presidente Petro.
Petro dijo que en Colombia también se han reducido los homicidios: “Nosotros logramos lo mismo. Claro, la prensa no nos lo va a reconocer mucho. Nosotros logramos reducir igualmente esa tasa de homicidios, criminalidad y violencia, pero no a partir de cárceles, sino de universidades, de colegios. De espacios para el diálogo, espacios para que la gente pobre dejase de ser pobre”.
Los presos deben pagar su comida y papel higiénico en El Salvador
El Salvador se acerca a un año desde que instauró el régimen de excepción, una de las principales banderas en el gobierno de Nayib Bukele y que le ha valido tanto cuestionamientos como respaldo. El mes pasado el anuncio de la megacárcel, considerada como una de las más grandes en América Latina, centró nuevamente la atención en el país centroamericano.
Infobae conversó con familiares de presos, organizaciones civiles y otros defensores de los derechos de reos, quienes llegaron a una misma conclusión: la administración actual estaría cobrando por el suministro de artículos básicos como papel higiénico y alimentación. La ropa también se incluye entre los elementos que habrían empezado a tener un valor en algunos penales.
El temor de algunos allegados a los prisioneros es que el cobro que estaría teniendo lugar en el penal de máxima seguridad de Zacatecoluca y otros dos centros más se convierta en obligatorio. Las fuentes consultadas por ese medio estiman que el requerimiento empezó a tomar fuerza desde finales de 2022.
Se trata de paquetes con valores discriminados en varias categorías, cuya suma da un total de 170 dólares (casi 835.000 pesos colombianos). Este valor compila al menos cinco paquetes: alimentación, higiene hombre, misceláneo, vestimenta hombre y limpieza de área, siendo la tercera de estas la de mayor precio: 70 dólares.
Otro de los temores de quienes tienen familiares en prisión es que la medida termine por extenderse a todas las cárceles del país y sea un requisito ineludible, llegando al punto en que el bolsillo no dé abasto. Por ahora, en la mayoría de las cárceles se permite el ingreso de artículos comprados en otros lugares.
Con una popularidad del 90 % y un reconocimiento por la mano dura contra la delincuencia, el presidente Bukele se presentará a la reelección.
Esta es la cifra de presos que Nayib Bukele trasladará a cárcel de máxima seguridad en El Salvador
El pasado viernes 24 de febrero, el gobierno del salvadoreño Nayib Bukele ordenó en un solo operativo el traslado de los primeros 2.000 presuntos pandilleros al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot). Ese lugar tiene capacidad para unos 40.000 reclusos y fue inaugurado a finales de enero del año en curso y, se estima, es uno de las más grandes en América Latina.
El ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Villatoro, aseveró que el 60 % de los casi 65.000 detenidos (es decir, unos 39.000 reos), en el contexto de la guerra contra las pandillas, serán dirigidos a una cárcel de máxima seguridad en Tecoluca, en el departamento de San Vicente. El anuncio llega cuando el país centroamericano se acerca a un año desde que se fijó el Estado de excepción.
Esa política continúa en la lupa de organizaciones internacionales como Human Rights Watch, que han denunciado prácticas arbitrarias en los últimos meses a la hora de efectuar el debido proceso para los arrestos. Otro punto que ha centrado algunas discusiones son las condiciones en los penales.
“Hasta que nosotros sepamos que hemos capturado al último de los miembros de la pandilla en territorio salvadoreño no vamos a desactivar el protocolo (la estrategia de seguridad)”, aseveró Villatoro durante una entrevista en la cadena TCS.
En ese medio aseguró que recientemente se capturó a dos hombres, bajo sospecha de colaborar con organizaciones delictivas y vinculados con los delitos de tenencia de droga y agrupaciones ilícitas.
Por su parte, el ministro de Defensa, René Merino, refirió que “son los niveles” de traslado de pandilleros detenidos durante once meses al que se denominó como Centro de Confinamiento del Terrorismo. Ese penal se construyó en aproximadamente siete meses y tiene unidades de seguridad que dificultan intentos de fuga, según informó el diario salvadoreño El Mundo.
En esta jornada el mandatario aseguró que se estaba “ganando” la guerra contra los grupos que buscan sembrar el ‘terror’ en el país. Por medio de un video reiteró el mensaje que pronunció frente a las fuerzas de seguridad, en el que enfatizó que “la paz no se lograba firmando acuerdos entre corruptos”, sino con “trabajo y esfuerzo”.