El canciller Álvaro Leyva fue quien nombró en la Secretaría General del Ministerio de Relaciones Exteriores a José Antonio Salazar, el controvertido funcionario que, sorpresivamente, desobedeció al presidente Gustavo Petro: le adjudicó el millonario contrato de pasaportes a la firma Thomas Greg.
Petro se había opuesto a que esta reconocida firma se convirtiera en la ganadora de la licitación, y Leyva obedeció. Incluso, expuso su pellejo ante la Procuraduría, que no descarta, eventualmente, destituirlo del cargo.
Sin embargo, su entonces secretario general pasó por encima de ambos y adjudicó el millonario contrato.
Lo hizo porque el canciller encargado, Luis Gilberto Murillo, le entregó los superpoderes que le había quitado Leyva, que le permitían contratar, porque es ordenador del gasto y representante legal del Fondo Rotatorio de la Cancillería. Salazar fue de los pocos funcionarios de confianza del Canciller suspendido que quedaron en el Ministerio de Relaciones Exteriores, porque los demás fueron retirados por orden de Murillo.
SEMANA conoció que Álvaro Leyva, desde la distancia de su cargo, fue una de las personas sorprendidas con la decisión de Salazar.
De hecho, José Antonio Salazar, después de adjudicar el contrato a Thomas Greg y, en medio del escándalo, llamó a Leyva y le contó lo ocurrido.
“Yo no sé si estará molesto. Yo hablé con el doctor Álvaro Leyva este lunes 26 de febrero, fue algo breve. Cumplí con el deber. Es mi responsabilidad legal”, le narró el exsecretario general a SEMANA.
La llamada fue corta, pero contundente.
“El doctor Álvaro Leyva me dijo: ‘Se supone que usted es el secretario general que yo designé. Debió haberme dicho antes lo que iba a hacer’”, contó Salazar.
Y el entonces secretario general le respondió: “No le dije antes porque el problema se me seguía volviendo insoluble. Tenía la obligación, el deber de resolverlo. Por eso, me encerré en mi casa a trabajar cuatro días, a estudiar con el conocimiento jurídico que tengo y tomé las decisiones”.
Leyva y Salazar se conocen desde el gobierno del expresidente Belisario Betancourt.
“El doctor Álvaro Leyva me conoce desde 1978, desde la campaña del presidente Betancourt. He estado prestándole asesorías en algunos temas. Somos amigos”, contó.
No obstante, se desconoce cómo quede la relación de confianza en adelante.
Una fuente le dijo a este medio que Álvaro Leyva, pese a la decisión de Salazar, no está enemistado con el exsecretario general.
“No hay ninguna enemistad, lo que hay son interpretaciones jurídicas diferentes, nada más”, detalló la persona cercana al Canciller suspendido, quien pidió reserva de su identidad.
Al fin y al cabo, después de adjudicar el millonario contrato, José Antonio Salazar le pidió a la Procuraduría General levantar la suspensión del Leyva, porque ya no había argumento para mantenerlo alejado del cargo.
“Es la obligación mía, se produce un documento, la Procuraduría debe y puede conocerlo. Yo, desde un comienzo, cuando inició la licitación que adelanté, comuniqué a los órganos de control y ellos hicieron el acompañamiento a todo el proceso. Estuvieron presentes”, dijo el exfuncionario.
En la entrevista con SEMANA, Salazar contó que Gilberto Murillo se quedará en la Cancillería porque pidió renuncias a los funcionarios cercanos a Leyva. Y además, cree que el nuevo jefe de la diplomacia en Colombia buscó separarse de la responsabilidad de adjudicar la nueva licitación.