Natalia Castro Córdoba era la hija más cercana a la exsenadora Piedad Córdoba. Al menos, la mujer que estuvo a su lado en los últimos años en la carrera política de la dirigente liberal y quien fue testigo de los últimos días y horas de la Negra, como la recordaban con cariño sus amigos.
En las conversaciones, entrevistas, almuerzos, cenas y conversaciones de la política colombiana, Natalia estaba cerca. Pendiente. Expectante a lo que requiriera su madre. Era una especie de asistente personal, una persona de confianza, la que pasaba el teléfono celular, la que hacía llamadas, tendía el puente, la que grababa sus videos y les ponía el toque secreto a algunas de las más exitosas publicaciones de la exsenadora.
“Qué dolor tan grande”, dijo Natalia a SEMANA.
“Me duele el alma, no sé qué pasó, solo quisiera despertar de este mal sueño”, resume visiblemente conmovida la joven periodista que, además, hacía parte del grupo de colaboradores de su madre. Ella -por ejemplo- revisaba algunas de las publicaciones con los logros que Córdoba divulgaba.
Castro permanece en la mañana de este lunes 22 de enero en Chocó, donde el cuerpo de la senadora es homenajeado en su tierra. Y, después, estará en Bogotá y Medellín, donde finalmente descansará en paz la senadora. Natalia no quiere despegarse un minuto de su madre, como lo hizo en vida. Tampoco, Juan Luis, su hermano, el excongresista de la Alianza Verde, también hijo de Piedad Córdoba.
“La recuerdo como una mujer guerrera, de grandes luchas, una mujer que amaba a su país, a su gente, que siempre lo dio todo, una mujer humilde, muy alegre, soñadora, emprendedora. En resumen, la mejor mamá del mundo”, describe Natalia a su madre.
Ella no sale del asombro de la noticia y aún le cuesta creer que la jefe de la casa, la mujer que hablaba de política sin parar, la que se preocupaba por el país y quien casi todo el día atendía visitas o llamadas por su teléfono, hoy ya no esté.
Y es que Córdoba era el motor de su familia. De ella dependían algunos de sus hijos, nietos, sobrinos, primos. Era la consejera, el polo a tierra, la mujer a la que le consultaban cada una de las decisiones.
La exsenadora Piedad Córdoba falleció el sábado 20 de enero. Se encontraba en su apartamento, en Medellín, donde –según versiones preliminares– sufrió un infarto. La alcanzaron a llevar hasta una clínica, pero los reportes señalan que llegó sin signos vitales.
A sus 69 años se conocían algunos quebrantos de salud que afectaban a la excongresista, pero de acuerdo con lo que se conoció, fue el infarto lo que de manera fulminante acabó con la vida de Piedad Córdoba.
Incluso pocas horas antes de su fallecimiento estuvo activa en sus redes sociales con comentarios y opiniones sobre temas de interés nacional, como la toma y retoma del Palacio de Justicia en Bogotá.
“Entonces, el magistrado Urán sale vivo, es recibido por militares, luego es asesinado miserablemente y su cuerpo puesto en las ruinas del Palacio de Justicia. ¿Hacemos un debate serio al revisionismo histórico? Adelante, pero primero salgan del negacionismo histórico”, escribió por última vez. Horas más tarde, su voz y su puño y letra se apagaron.