SEMANA: ¿Por qué decidió confesar su orientación sexual?
MIGUEL POLO POLO: La verdad, nunca lo he ocultado, mucha gente lo había comentado en redes sociales, pero ningún periodista se había atrevido a preguntarlo de manera directa, y como nadie me lo había preguntado, no lo había respondido. Nunca he ocultado quién soy.
SEMANA: ¿Siente que se quitó un piano de encima? ¿Se siente más libre ante la opinión pública?
M.P.: Para nada. Siempre me he considerado libre; mi familia, mis seres amados, los más cercanos saben quién soy, cómo soy, la opinión pública ha sabido mis ideas y opiniones. Eso es lo que me interesa. La libertad ya nos está dada, simplemente hay que ejercerla.
SEMANA: ¿Qué pasó después de declararse abiertamente bisexual?
M.P.: No me generó ningún tipo de problema. Las personas más cercanas a mí ya lo sabían. De hecho, me pareció extraño que fuera noticia. Si a una persona le gusta el chocolate, la cerveza, los hombres o las mujeres, creo, no debería impactar a la sociedad.
SEMANA: ¿Es fácil ser bisexual en Colombia?
M.P.: Después de que no quieras imponer tu estilo de vida al resto de la población, después de que cumplas de manera correcta con la sociedad, seas un buen profesional, cumplas tus obligaciones como ciudadano, eso pasa a un segundo plano y a la gente ni le interesa eso hoy en día.
SEMANA: Usted hoy tiene novia. ¿Le reclamó por andar ventilando que es bisexual?
M.P.: Mi novia es superbacana, es una muchacha joven, de 21 años, y por ser joven y estudiante es que tiene la mente muy abierta. Nos conocimos en una fiesta y siempre he sido sincero con las personas que amo. Ella me conoció como soy y le gustó. Eso fue lo que le gustó de mí: mi personalidad; ella está conmigo y sabe la mayoría de cosas que tiene que saber de mí.
SEMANA: ¿Cómo nació esa historia de amor?
M.P.: Nos conocimos hace cuatro meses y empezamos a andar hace tres. Ella es guapísima. Nos conocimos en una fiesta; ella salió con uno de mis mejores amigos, se conocieron, las cosas no funcionaron, quedamos siendo muy amigos, empezamos a hacer muchos planes, vida social, ir al cine. Se dio la oportunidad de que ella empezara a quedarse en mi casa y ahí empezó a surgir la química. Nos fuimos a Nueva York, la pasamos genial y empezaron a darse las cosas.
SEMANA: Usted tuvo los pantalones de reconocerse como bisexual. ¿En el Congreso hay mucho tapado que no ha salido del clóset?
M.P.: Fíjate que en el Congreso, en la Cámara, hay mucha gente bacana. Mis compañeros de trabajo saben quién es Miguel Polo Polo. Me quieren, me aprecian. Ellos sabían mi tema. No tenía por qué ocultarlo ni veo por qué esconderlo. ¿Que si hay tapados? Imagino que hay varios. Ahí está Vicky Dávila, que lo puede decir cuando destapó la Comunidad del Anillo. Ellos sabrán por qué no lo dirán, seguro tienen familia, que tampoco veo que sea un obstáculo porque hasta grandes periodistas como Jaime Bayly tienen mujer, hijos y han confesado que son bisexuales.
SEMANA: ¿Cómo se da cuenta de que le gustan los chicos y las chicas?
M.P.: Siempre me atrajeron tanto física como la personalidad. Como desde los 9, 10 años, empecé a notar ciertas cosas en las chicas y los chicos. No le presté mucha atención, pero como a los 14 me di cuenta de que me gustaban los dos géneros.
SEMANA: Ha tenido novias, ¿también novios?
M.P.: ¡Qué pregunta! No me veo en una relación con un hombre. Con las mujeres he tenido muy pocas relaciones sentimentales. No se me da mucho lo de enamorarme. Son muy pocas las veces que he estado enamorado y pocas las veces que cuento mi vida sentimental. Si bien mis amigos conocen mi orientación sexual, muy pocas veces me meto en relaciones por el tiempo y por prudencia. No es fácil ser una figura pública, tener una relación amorosa, abrirse y después terminar y que esa persona cuente cosas que uno no quiere que la gente sepa. No he tenido una relación formal con un hombre. Creo que no la tendría, quizás una amistad linda donde se pueda compartir sin presiones.
SEMANA: ¿María Fernanda Cabal sabía? Es de derecha y como su mamá...
M.P.: Por supuesto, siempre lo ha sabido. Hasta mamamos gallo con eso. Ambos tenemos humor negro; no todo el mundo comprende ni entiende que si las conversaciones se filtraran a la luz pública sería un escándalo nacional (risas). Si bien confesé que soy bisexual, no me considero de la comunidad LGBTI, no hago parte de esa comunidad ni de ese lobby. No me gusta el colectivismo, que me metan en un saco y me identifiquen como alguien de ese grupo. Al meterme en ese saco me quitan mi individualidad y mi libertad para pensar como quiero. No estoy de acuerdo con la ideología de género, tampoco con el aborto, con la perversión que quieren hacer para meter estos temas en las escuelas.
SEMANA: ¿Y está de acuerdo con las terapias de reconversión sexual que se han discutido en el Congreso?
M.P.: Estoy en contra de prohibir las terapias de reconversión sexual para los homosexuales o bisexuales que en un futuro, tal vez, quieran cambiar su orientación sexual. Así como está la oportunidad para que personas heterosexuales u hombres que quieren convertirse en mujeres y se les da hormonas, cirugías y los motilan de manera gratuita, también los homosexuales que quieran cambiar o, en un futuro, tener familia o hijos y no quieran ser homosexuales, tienen el derecho de buscar una orientación ante un psicólogo, psiquiatra o ayuda espiritual ante un pastor. Yo me opuse en la Comisión Primera y me opondré en la plenaria, y más como bisexual. Esto no es un tema de si las terapias sirven o no. Es de libertad. Uno no puede, a través de una ley, prohibirle a una persona que busque una orientación clínica, psiquiátrica, psicológica o espiritual.
SEMANA: ¿Le han gustado hombres y mujeres en el Congreso?
M.P.: Hombres, no. No me parecen atractivos, muchos viejos malucos. Mujeres, sí. Por ejemplo, Mafe Carrascal; nos llevamos mal, pero es atractiva físicamente; Catherine Juvinao, Yénica Acosta (de Amazonas).
SEMANA: Cambiemos de tema. Usted lleva más de un año en el Congreso, ¿con cuáles opositores tiene más cercanía?
M.P.: Hay muchas personas bacanas que son de orillas contrarias ideológicamente. Está Catherine Juvinao; fue un escándalo cuando vieron unas fotos donde estábamos juntos en Guainía. Alejandro Ocampo, del Pacto Histórico, no es amigo, pero mamamos mucho gallo. También Katherine Miranda, es inteligente, me cae bien, aunque no compartimos muchas cosas. Ella quiere ponerles impuestos a las iglesias; yo, no.
SEMANA: ¿Por ejemplo, con Piedad Córdoba?
M.P.: Me la he cruzado tres veces, no me parece desagradable. La he saludado, viste muy bien, algo excéntrica para ser socialista. Los de Comunes –anterior Farc– no les buscó el lado, pero hay dos guerrilleros: Pedro Baracutao y Germán Gómez, que siempre me lo buscan, nos saludamos. Yo digo: caramba, nos toman una foto y nos boletean en redes sociales. Nos hemos dado durísimo en el Congreso, pero ellos, no sé, tienen una fascinación con la gente del lado opuesto.
SEMANA: ¿Con cuál congresista no se puede ni ver?
M.P.: Con el representante Alfredo Mondragón del Pacto Histórico. Yo le arranqué unos carteles que estaba haciendo contra las EPS. Yo se los arranqué, él me puteó y yo también. Otro, Duvalier Sánchez. Al principio, me pareció un congresista cordial; después, una persona baja, rastrera, que tiene una sed de fama que lo lleva a querer buscar peleas con congresistas que estén mediáticamente más arriba de él; está desesperado por fa- ma. Igualmente, Luis Albán, de Comunes, es insoportable. Olvidaba a Carmen Felisa Ramírez, representante de Colombianos en el Exterior. En una oportunidad, yo iba entrando al Congreso, ella caminó para atrás, es muy pesada, y se cayó encima mío. Yo la aguanté, no la conocía, ella se volteó y me dijo: “Qué desgracia en manos de quien vine a caer”. Yo le respondí: “Aquí el perjudicado soy yo porque casi me aplastas”. Ella ha sido grosera conmigo. Además, no puedo ver a Sandra Ramírez y a María José Pizarro.
SEMANA: En su criterio, ¿quién es el o la peor congresista?
M.P.: Susana Boreal, la peor. No tiene las capacidades, no está preparada, es todo lo que no tiene que ser un congresista. Falta demasiado a las sesiones, impresentable. Los mejores: Octavio Cardona, no es mediático, pero trabaja demasiado y presenta muy buenas proposiciones. También José Jaime Uscátegui y Luis Miguel López, del Conservador. Del Pacto Histórico, ninguno. No hay nadie, en Cámara la mayoría son unos tirapiedra que cogieron de la primera línea y los pusieron en las listas de las regiones. Es muy raro el que sirva.
SEMANA: ¿Cree que Gustavo Petro debe someterse a un examen para que el país sepa el por qué de sus ausencias?
M.P.: Por supuesto, cualquier jefe de Estado debe someterse a un examen médico porque el pueblo merece saber la verdad de quién es la persona que los está dirigiendo.
SEMANA: ¿Pasará esa proposición en el Congreso?
M.P.: Creo que sí. Hay casi unanimidad en la Cámara.
SEMANA: ¿Qué explicación encuentra a las ausencias del presidente?
M.P.: Creo que Petro es una persona caprichosa que siempre quiso ser presidente por ser presidente, un tema de vanidad, no por hacerle cambios al país. Ya llegó a la presidencia y creo que se aburrió de ser presidente; serlo es una labor muy exigente: le toca madrugar, atender muchos compromisos, y creo que él es flojo, le cuesta madrugar, como lo dijo la propia Laura Sarabia. Además, creo, abusa del tema del alcohol, no sé si las drogas. Eso ha influido en el incumplimiento. Yo creo que él no está en sus cinco sentidos, tiene serios problemas psicológicos y psiquiátricos y necesita buscar ayuda.