El ministro de Defensa, Iván Velásquez, rechazó este sábado los actos de maltrato en la Armada revelados por SEMANA en su edición de este sábado y pidió celeridad en las investigaciones que se realizan sobre el caso.
“Estas conductas son inaceptables y no pueden justificarse como parte del proceso de formación de cadetes ni de oficiales. La dignidad humana es un valor superior. Las investigaciones disciplinarias y administrativas tienen que tramitarse prioritariamente”, manifestó el Ministro en su cuenta de Twitter.
Las presuntas irregularidades fueron publicadas por esta revista este fin de semana con el titular: ““¿Qué le pasa pedazo de gorila?”: los indignantes maltratos contra los cadetes de la Armada Nacional; estas son las pruebas”. La historia es la siguiente:
Erguido frente a sus compañeros estaba uno de los estudiantes de primer año de la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla, en Cartagena. El orgullo, la valentía y la templanza con que entró a las filas de la Armada Nacional se aminoraban con cada grito de su superior. “¿Qué le pasa, pedazo de gorila? (…) Me importa un culo usted quién es y de dónde viene”, le repetía una y otra vez mientras se le acercaba al rostro con ira y subía el tono, a pocos centímetros de su oído.
El hombre, creyendo que con insultos se gana el respeto de sus subalternos, se identifica como un brigadier del “3/2″, lo que significa que es un alumno en formación para ser oficial de las Fuerzas Militares y que cursa segundo semestre del tercer año de preparación. Él es uno de los encargados de guiar a los nuevos alumnos. “No entiendo por qué le dan tanto poder a alguien que ni siquiera se ha graduado”, dice el padre de uno de los jóvenes que conforman el 17 por ciento de los cadetes que desertaron de la institución. Se resisten a la idea de que en pleno siglo XXI aún se eduque a punta de insultos.
“¿Qué le pasa? ¿Ya no tiene las huevas o qué? Hable!”, le grita desaforadamente el brigadier al cadete, que minutos antes había pedido la identificación del superior para poder denunciar sus malos tratos; por eso se convirtió en blanco de ataques en público. El mensaje era clave: quien intentara hablar de lo que pasaba correría la misma suerte. Los insultos quedaron registrados en un video que el cadete agredido alcanzó a grabar con su celular escondido; todo se ve oscuro y solo en medio de sacudones que le hace el brigadier se alcanza a identificar que esto sucede mientras están uniformados.
SEMANA tuvo acceso a esa filmación que resultó ser la punta del iceberg de varias irregularidades que vienen sucediendo en la institución que educa a los futuros oficiales de la Armada Nacional. Los alumnos, por ejemplo, son obligados a lanzarse a piscinas con uniforme a altas horas de la noche, y no como entrenamiento marino sino como castigo. Hay registros y relatos de alumnos que cuentan cómo los forman en las madrugadas para ponerlos a hacer ejercicios solo en toalla, a la espera de que a los que se les caiga queden desnudos y los castiguen, según algunos, con maltrato físico y psicológico.
“Un día se quejaron por la comida y la respuesta fue: ‘Ustedes no se pueden quejar porque el Estado les da para las tres comidas 11.500 pesos, ¿qué más quieren?’. Estos señores les dicen que ellos no tienen derecho al aire que respiran ni a la comida que se comen. Es denigrante todo esto”, relata uno de los padres, que se endeudó en el banco para pagar la millonada que cuesta hacer la carrera como oficial. Estos jóvenes están allí empezando sus estudios profesionales después de terminar el colegio, y por su vocación decidieron, en lugar de ir a una universidad, internarse en la academia castrense.
Son conscientes de que el entrenamiento militar es duro y de que se están preparando para defender al país, pero piden a los comandantes de la Armada verificar que no confundan la firmeza con el irrespeto al ser humano. En algunas oportunidades los alférez dejan a los alumnos dos horas con la cabeza sobre el piso y los pies hacia arriba escuchando música “tenebrosa” para ocupar el tiempo, si los ven con un espacio para descansar. Y como le dijeron al joven que grabó el video, “si no le gusta, váyase de baja, hermano, váyase de bajaaa”, se escucha tan fuerte que hace estremecer al que oye los insultos.
Denuncia y represalias. En cartas presentadas a los comandantes de la Escuela, y a las que también tuvo acceso este medio, se lee que cada intento de denuncia terminaba en represalias. “Con el debido conducto regular, me permito solicitar el proceso de baja, la cual es motivada por la persecución en contra de mi persona por parte de los señores Alférez y de la Guarda Marina –los nombres nos son revelados para no entorpecer las investigaciones–. He sido víctima de estos señores en varias ocasiones donde me humillan cada vez que me ven (…) Estoy muy desmotivado. Se ve que no es institucional el procedimiento de ellos, sino que ya lo tomaron como algo personal contra mí. Por esta razón me veo motivado a pasar mi baja de la institución, truncándose mis sueños de ser oficial de la Gloriosa Armada Nacional”.
Resulta más preocupante el panorama cuando al entrevistar a varios padres de familia y jóvenes coinciden en que muchas veces comandantes del batallón de cadetes “sugieren” cambiar las motivaciones y decir que todo obedece a temas personales, en lugar de tomar cartas en el asunto. Incluso, los denunciantes refieren que hablaron personalmente con el capitán de fragata Jhon Toro Carvajal, comandante del Batallón de Cadetes de la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla, quien se habría mostrado sorprendido por las conductas, pero, al parecer, no implementó un plan para cambiarlas.
En medio de la investigación que realizó el equipo periodístico se encontró que varios oficiales de grados primarios manifestaron que las conductas denunciadas eran normales, que formaban parte de la cotidianidad. Por citar algunos ejemplos: que la expresión “gorila” es un término que les dan a los nuevos, que terminar en la piscina con uniforme a medianoche puede ser parte del entrenamiento que deben tener porque tienen que aprender a sobrevivir en el agua. El hecho de que les desbaraten sus camarotes y les metan el colchón a los armarios no es matoneo sino broma, que quedarse sin alimentación los hace más fuertes.
Cuando SEMANA mostró las denuncias y las pruebas al más alto nivel de la Armada, los comandantes confirmaron que muchas de esas conductas no son apropiadas ni respaldadas institucionalmente. Tanto así que al día siguiente de que conocieron los hechos enviaron una comisión especial desde Bogotá a Cartagena para hacer una inspección sorpresiva. La comisión estuvo en cabeza del contralmirante Orlando Cubillos, inspector general de la Armada, quien de forma expedita estableció, simultáneamente, canales de comunicación y contacto con las familias, los alumnos y el personal que conforman el Batallón de Cadetes.
Tras varios días de revisión llegaron a la conclusión de que efectivamente “se logró identificar conductas indebidas que se estarían presentando entre jóvenes alumnos”, aclarando que no son compatibles con los parámetros de respeto que deben forjar el carácter del futuro militar, correspondientes a la doctrina establecida para el proceso de formación naval. No solo rechazaron los hechos, también tomaron acciones. Inicialmente el capitán de Fragata Jhon Toro Carvajal, comandante del Batallón de Cadetes de la Escuela, fue apartado del cargo.
A su vez, están en proceso de identificación los alférez, guardas marinos y oficiales responsables de la formación de los jóvenes que desertaron. A los alumnos que hayan incurrido en abuso de responsabilidades o maltrato se les retirará el mando sobre los cadetes e iniciarán un proceso de acompañamiento integral en el que recibirán herramientas que permitan potencializar sus habilidades, capacidades de liderazgo, respeto, principios y valores, independientemente de las acciones legales a las que haya a lugar. En lo que coinciden militares, padres y alumnos es que no se puede aprender con violencia para luego replicar eso en la sociedad que ya está cargada de intolerancia, pues se puede originar un abuso de poder que termine en tragedias.