En medio del fallecimiento de la doctora Catalina Gutiérrez Zuluaga, residente de medicina de la Universidad Javeriana, el ministro de Educación, Daniel Rojas Medellín, se comprometió a poner especial atención casos de estudiantes del sector salud.
“Toda mi solidaridad con la familia Gutiérrez Zuluaga y la comunidad educativa de la U. Javeriana por esta pérdida dolorosa. Como ministro de Educación designado, asumo compromiso de revisar prioritariamente e integralmente (sic) las condiciones de los estudiantes residentes del área de salud”, aseguró el funcionario.
Igualmente, solicitó al equipo directivo del Ministerio de Educación “adelantar a través de inspección y vigilancia las acciones y requerimientos que permitan esclarecer la situación y condiciones de calidad de residentes”.
El ministro de Educación afirmó que la salud mental no puede ser un asunto marginal de los debates de la educación superior.
El caso de Gutiérrez ha causado gran conmoción no solamente en el campo de la medicina y la Universidad Javeriana, sino en la comunidad educativa y del país. A través de ese caso, varios han destapado lo que sería una situación sistemática con los residentes que viven una verdadera pesadilla en su residencia.
Uno de los casos más sonados fue el del médico funcional Carlos Jaramillo, quien narró las dificultades que vivió en la residencia de la Javeriana. “Cuando yo me presenté a la residencia, había 250 candidatos. Aceptaron solo a cuatro. Entonces a uno le dicen: y si lo están maltratando por qué no se va. ¿Pero para dónde putas me voy? Fuera de eso, en una residencia a ti te toca pagar. Colombia es el único país del mundo donde uno tiene que pagar para ser especialista. Pagar por trabajar cuatro años gratis a una universidad en un hospital”, aseguró el médico.
Jaramillo decidió renunciar a cirugía y sugirió que fue lo mejor que le pudo pasar en honorarios y calidad de vida. “De hecho, hace como año y medio tuve un profesor que me llamó a pedirme perdón por todo lo que me había maltratado”, contó.
Jaramillo dijo que quienes logran superar todos esos obstáculos, deben tener palanca o haber estudiado el pregrado en esa universidad o que le sirva a la institución por su hoja de vida. “El primer impacto para mí, fue que me empezaron a tratar con xenofobia. Sí, xenofobia por no ser javeriano. Decían que mi plaza ya se la habían prometido a otro que se quedó sin estudiar por mí”.
A partir de esos casos que se han conocido, otros médicos han salido a denunciar hechos similares. Uno de ellos fue Edwin Duarte Fonseca, médico egresado de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia de la ciudad de Tunja, quien realizó la residencia en la Javeriana y contó el sufrimiento que vivió por dos años. “El día más feliz de la residencia es cuando uno pasa y el otro cuando la termina”, afirmó.
Recalcó que tienen que pagar una alta suma de dinero para llegar a esa meta. Eso se suma a las pocas horas de sueño, turnos en la madrugada, quedarse en el hospital para revisar las historias clínicas, no comer, entre otros sacrificios.
Otro médico anónimo dijo a través de una carta que “el poder que tienen unos pocos lo destruye todo, los sueños, la tranquilidad, la ilusión de ser cirujano, el mismo futuro profesional”. Uno más contó lo que dicen directivas de la residencia: “Ya no son como antes, ya no se les puede pegar, ni castigar, ni levantar la voz, ahora tienen preturno, posturno, días libres y aún se quejan”, afirmó.