En medio de la conmoción mundial por la muerte de la reina Isabel II, se conoció el primer pronunciamiento de la Cancillería colombiana, en cabeza de Álvaro Leyva, sobre el suceso. La entidad envió un mensaje de solidaridad a la familia real y destacó el papel de la monarca.

El Ministerio de Relaciones Exteriores, por medio de su cuenta de Twitter, señaló que la reina Isabel II lideró episodios cruciales en la historia contemporánea en el Reino Unido y a nivel global.

“Colombia se une a las expresiones de pesar por la partida de su majestad, la reina Isabel II. Su liderazgo en episodios cruciales de la historia contemporánea ocupará un lugar único en nuestra memoria. Acompañamos a la @RoyalFamily y al pueblo británico en este tiempo de luto”, publicó la Cancillería en el trino.

Sin embargo, el mundo comenzó a pensar en lo inevitable cuando llegó el primer comunicado del palacio de Buckingham. “Después de una evaluación adicional esta mañana, los médicos de la reina están preocupados por la salud de Su Majestad y han recomendado que permanezca bajo supervisión médica”, decía el texto oficial.

La palabra preocupación no suele estar en las comunicaciones de la realeza. La agenda de la monarca se canceló y ella se recluyó en Balmoral, ese castillo idílico en Escocia donde ella contaba que pasó sus mejores momentos. El planeta enteró comenzó a temblar. La humanidad fue testigo de ese angustiante minuto a minuto.

Anuncio de la partida en el palacio de Holyrood, en Edimburgo. | Foto: Reuters

Primero se anunció que el príncipe Carlos y Camilla Parker habían salido a Balmoral de urgencia. Luego, también viajaron William y Kate. Después, Harry y Meghan partieron desde Londres. Al final, la noticia se confirmó y el planeta se estremeció. El Reino Unido sin la reina Isabel II, un escenario que nadie quería imaginarse.

La monarca había sido por 70 años el símbolo más importante y querido de ese país. Había sobrevivido guerras, decenas de primeros ministros, varios papas. Ningún escándalo la había hecho ni siquiera tambalear y aún en la novelesca vida llena de intrigas, celos, infidelidades y peleas de la casa real británica, había logrado mantener siempre la sabiduría y la calma.

La Reina Isabel II siempre supo lo que era. Una anécdota refleja el enorme poder de convicción de su cargo. Una vez se trenzó en una pelea con la reina madre, que le espetó: “¿Quién crees que eres?”, a lo que su hija contestó: “La reina, mami, la reina”. El chiste refleja su humor pícaro, pero no su real modo de ser.

Sus amigos y empleados apuntan que nunca impone su rango y que es humilde, pues para ella reinar es una vocación religiosa a la que debe responder hasta su último suspiro, como lo prometió al cumplir 21 años. Y como lo hizo hasta que dio su último suspiro. Por eso, nunca pensó en abdicar.

Su historia de vida es fascinante. Su coronación, en 1953, fue ante todo un sacramento, por el que aceptó cumplir con un magisterio más que con un servicio político. Con devoción, pero además con astucia, se volvió la exitosa jefa del Estado que tuvo el trono británico, lo cual difícilmente se repetirá.

FILE PHOTO: Britain's Queen Elizabeth leaves a service to commemorate the 400th anniversary of the King James Bible at Westminster Abbey in central London, Britain, November 16, 2011. REUTERS/Luke MacGregor/File Photo | Foto: REUTERS

Según The Times, para hacerse una idea de cuánto ha abarcado la reina, si su coronación fue vista por 20 millones de espectadores en el entonces raro televisor en casa de un privilegiado vecino, la de su sucesor la presenciarán miles de millones, muchos desde su teléfono inteligente. Si en 1955 la casa real envío 395 telegramas de felicitación a ciudadanos que cumplían 100 años, en 2020 la cifra ascendió a 16.254.

Hizo de la monarquía una institución “que permea las capas más profundas de la sociedad y que, como ninguna otra, atiende las necesidades cotidianas del país, agradeciendo y visitando a quienes lo requieren”, de acuerdo con su biógrafo Robert Hardman.