Los acercamientos entre el gobierno del presidente Gustavo Petro y las disidencias de las Farc para que formen parte de la llamada ‘paz total’ no paran de generar críticas en algunos sectores que no ven con buenos ojos que el Estado vuelva a tenderle la mano a quienes ya traicionaron un acuerdo de paz.
Uno de los más críticos ha sido el senador Humberto de la Calle, quien fue jefe del equipo negociador del gobierno en La Habana, quien consideró que negociar con disidencias envía un mensaje “muy nocivo”.
“Es decir, el avivato, el que incumple, finalmente es el que sale adelante. Esta es una sociedad en la que la gente se cola en TransMilenio y que se salta la fila. Ahora resulta que el mensaje implícito es premiar a quien incumplió, después de firmar y traicionar su firma”, dijo el senador.
Otro de los críticos fue el exministro del Interior Juan Fernando Cristo, quien dijo que es una muy mala idea pensar en aplicar justicia transicional a quienes incumplieron el Acuerdo de Paz y cometieron delitos después de desmovilizados: “Sería necesario modificar el acto legislativo que creó la Justicia Especial para la Paz (JEP). Su Artículo 5 es claro: quienes incumplan el acuerdo van a la justicia ordinaria”.
No obstante, el senador Iván Cepeda no tardó en salir a defender nuevamente estos diálogos y llamó a no hacer “cálculos timoratos”.
“Algunos dicen que la política de paz total es muy arriesgada. Riesgos son los que corren las comunidades que afrontan la muerte violenta. En el campo de la paz el único riesgo es no buscar la meta más ambiciosa y no hacer el máximo esfuerzo. No es momento de cálculos timoratos”, indicó el senador.
El senador del Pacto Histórico aclaró, además, que no se va a renegociar el acuerdo de paz de La Habana, sino que por el contrario lo que se va a hacer es “implementarlo al pie de la letra”.
Iván Márquez
Uno de los puntos que más ha generado indignación es el hecho de que el gobierno tenga pensado incluir en la negociación a Iván Márquez, un hombre que se ha acostumbrado a incumplir los acuerdos de paz.
Ya lo había hecho en 1984, durante el gobierno de Belisario Betancur. Tras la firma de los Acuerdos de cese al Fuego, Paz y Tregua de esa guerrilla con ese Gobierno en marzo de ese año, Márquez salió a hacer política bajo la bandera la Unión Patriótica (UP), partido fundado en mayo de 1985 en el que se vincularon miembros provenientes de la guerrilla de las Farc, el Partido Comunista, líderes sociales y sindicales, entre otros.
Márquez fue el coordinador en Caquetá de esta colectividad. Fue elegido concejal y en 1986 fue elegido como representante a la Cámara por Caquetá en nombre de este partido de izquierda.
Sin embargo, en 1987, luego de una llamada de Jacobo Arenas, entonces líder de las Farc, decidió traicionar lo acordado y volvió a las armas con la argumento de que la Unión Patriótica estaba siendo sometida a un genocidio.
En las negociaciones de los acuerdos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc en La Habana (2012-2016), el hoy líder de las disidencias tuvo una segunda oportunidad de hacer la paz.
En esa ocasión fue nada menos que el jefe de la delegación de paz de la extinta guerrilla y portavoz de este proceso a nombre del grupo insurgente.
Luego de la firma del acuerdo en 2016, las Farc tuvieron la oportunidad de convertirse en partido político y se les otorgaron 10 curules en el Congreso durante dos periodos: 2018-2022 y 2022-2026, justamente uno de estos escaños en el Senado estaba destinado para Márquez, quien de manera inexplicable decidió no tomar posesión.
El 29 de agosto de 2019 anunció que regresaba a la lucha armada a través de un vídeo en internet. En las imágenes aparecía, junto a Jesús Santrich, alias Romaña y alias El Paisa, todos estos hoy ya muertos en medio de la guerra.
De esta manera, queda en evidencia que ya en dos oportunidades Márquez ha traicionado la paz a pesar de que el Estado le ha tendido la mano. Ahora, según lo dicho por el comisionado de Paz del gobierno de Gustavo Petro, tendría una nueva oportunidad. ¿La tercera será la vencida?