El senador Gustavo Bolívar revivió este sábado la polémica que se había formado en el país frente a la propuesta de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, quien hace dos semanas, durante el Congreso Nacional de Minería, lanzó la polémica propuesta que ha despertado diversas reacciones entre sectores políticos y económicos del país: pedirles a los países más desarrollados que empiecen a decrecer en sus economías.

“Nosotros necesitamos exigirles también, en el marco de esta geopolítica global, a los otros países, que comiencen a decrecer en sus modelos económicos. De ese decrecimiento depende también que nosotros logremos un equilibrio mayor y que los impactos del cambio climático nos afecten menos”, manifestó la ministra durante su intervención.

Si bien en su momento la propuesta generó todo tipo de discusión, en los últimos días ya se había dejado de hablar de ella. Sin embargo, el senador Bolívar decidió este sábado revivir la polémica usando, además, la frase “vivir sabroso”, que se convirtió en el ícono de la vicepresidenta Francia Márquez en campaña.

“Para vivir sabroso hay que decrecer. El que entienda esta reflexión que levante la mano”, dijo Bolívar en su cuenta de Twitter.

Como era de esperarse, sus seguidores recordaron de inmediato lo dicho por la ministra Vélez y de inmediato se revivió la discusión.

Luego del debate generado, se conoció que esta teoría del decrecimiento está fundada en los postulados del ideólogo francés Serge Latouche, en 2009, quien puntualizó en una entrevista que “el proyecto del decrecimiento tiene una doble filiación, y cada una de sus raíces cuenta con una larga trayectoria. Procede, por un lado, de la toma de conciencia de la crisis ecológica y, por el otro, del hilo de la crítica a la tecnología y al desarrollo”.

“(...) Fue, sin embargo, en los años setenta cuando la cuestión ecológica en el seno de la economía fue teorizada por el gran investigador y economista rumano Nicolas Georgescu Roegen y popularizada por el primer informe del Club de Roma que denuncia los límites del crecimiento. También en los setenta, el fracaso del desarrollo en el Sur, y la pérdida de referencias en el Norte, condujeron a varios pensadores, tras la estela de Ivan Illich y de Jacques Ellul, a cuestionar la sociedad de consumo y sus bases imaginarias: el progreso, la ciencia y la técnica. Nicolas Georgescu Roegen no se identificaba con esta última tendencia, pues pretendía ser economista y científico”, narró Latouche en la entrevista titulada Decrecimiento o barbarie, hecha por la economista Mónica Di Donato.

Serge Latouche, además, explicó que “el decrecimiento tan solo resulta planteable en una ‘sociedad del decrecimiento’, es decir, en el marco de un sistema que se base en otra lógica”.

“La economía capitalista podría seguir funcionando en una situación de enorme escasez de recursos naturales, de cambio climático y de hundimiento de la biodiversidad, etc. En esto tienen razón los defensores del desarrollo sostenible, del ‘crecimiento verde’ y del capitalismo inmaterial (...). Los recursos, cada vez más escasos, aumentarían desproporcionadamente de valor”, aseveró el economista francés.

En ese sentido, indicó que, “en una economía de escasez, el consumo disminuiría mientras que el valor de los productos continuaría aumentando”.