A pesar de que las iglesias tendrían que pagar impuestos por las actividades de lucro que realicen a su alrededor, algunos de sus líderes celebraron que el Congreso no haya aprobado cargas adicionales en medio de la reforma tributaria que se aprobó este jueves.

El proyecto de ley que modifica una parte del sistema tributario del país fue aprobado en primer debate por las comisiones económicas de Senado y Cámara, las cuales lo dejaron listo para su debate final en las plenarias de ambas corporaciones y que podría darse en unas dos semanas.

Entre las propuestas que se escucharon para esta iniciativa legislativa estuvo el aumento de los impuestos que pagan las iglesias, independientemente de si son católicas, cristianas, evangélicas o de otras tendencias religiosas.

El senador Gustavo Bolívar y la representante Katherine Miranda, presidentes de las comisiones terceras de Senado y Cámara, respectivamente; el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, y el director de la Dian, Luis Carlos Reyes, en medio del trámite de la reforma tributaria. | Foto: GUILLERMO TORRES REINA

Esta propuesta, promovida por congresistas como la representante por Alianza Verde y presidenta de la Comisión Tercera de la Cámara Katherine Miranda, quien celebró que el Legislativo haya acogido su idea.

“Estamos muy felices con la aprobación de nuestro artículo que les pone impuestos a las iglesias. Es un tributo del 20 % a la renta para todas las actividades económicas por fuera del rito, culto, beneficencia o educación. Esto es un gran avance, porque si algunas iglesias se comportan como empresas, pues que paguen como empresas”, afirmó la congresista de Bogotá.

El Gobierno explicó este viernes que las iglesias se mantienen como entidades sin ánimo de lucro y que no pagarán impuestos por las actividades propias de su misión religiosa. En este sentido, esto queda como existe actualmente. Lo que cambia es que si realizan alguna actividad comercial o con ánimo de lucro a su alrededor, por eso sí tendrán que pagar impuestos.

Por ejemplo, si una iglesia tiene una librería o un establecimiento de comercio al lado de su sede y del que obtiene lucro económico, debe tributar por ello. Pero no deberá hacerlo por la actividad social y religiosa que desarrolla.

Luego de la aprobación de la reforma tributaria en las comisiones económicas del Congreso, este jueves el pastor cristiano, excongresista y excandidato presidencial John Milton Rodríguez, celebró que no se hayan creado nuevos impuestos para estas entidades.

Para Rodríguez, es “muy importante la decisión que tomó el Congreso de respetar el Concordato, la Constitución y las leyes y de preservar el carácter de no contribuyente de renta por parte de las iglesias, porque son entidades que no están enfocadas en generar lucro”.

El pastor y líder del partido Colombia Justa Libres afirmó que las iglesias “son entidades que aportan al desarrollo social de Colombia”. Advirtió que, “sin embargo, las iglesias seguirán asumiendo el impuesto del IVA en compra de bienes y servicios, así como el impuesto parafiscal para sostener el Sena y el ICBF. Igualmente, los gastos derivados del trabajo social que desarrolla la iglesia los seguirá asumiendo. Esos tributos no los asumen las empresas, pero sí las iglesias”.

Como lo aclara la iniciativa, serán los negocios ajenos al oficio religioso los que comenzarán a tributar y allí se encuentran un sinnúmero de actividades que utilizan estas organizaciones para hacer crecer su capital.

El pastor, exsenador y excandidato presidencial, John Milton Rodríguez.

Estos negocios paralelos que se han identificado están relacionados con la cría de ganado bufalino y bovino, construcción de obras de ingeniería civil, transporte de carga y telecomunicación satelital, entre otros.

La Dian le respondió una consulta a la congresista Miranda sobre las actividades anexas que tendrían las iglesias y manifestó que se han detectado inversiones en actividades inmobiliarias, de limpieza de edificios e instalaciones industriales, actividades jurídicas y hospitales con internación.

Todavía falta que la reforma tributaria supere sus últimos debates en las plenarias de Senado y Cámara, y, en caso de ser necesario, la conciliación de los textos avalados en ambas corporaciones.