Una vez se ponga en práctica, el Acuerdo aprobado por el Concejo de Bogotá que ordena usar lenguaje incluyente en documentos y discursos, las presentaciones serán algo así: “Honorables concejales y concejalas, debemos velar porque las funcionarias y los funcionarios de Bogotá cumplan con su deber. Además, las empleadas y los empleados de oficinas del Estado deben hacer su trabajo con eficiencia y atender a las ciudadanas y ciudadanos”. Es probable que para las bogotanas y los bogotanos se vuelva más difícil entender lo que escriban o digan las funcionarias o los funcionarios de “las entidades privadas y públicas de carácter distrital, entre ellas el Concejo de Bogotá, la Alcaldía Mayor de Bogotá, las Secretarias Distritales, los Departamentos Administrativos, Institutos Distritales, las Unidades Administrativas Especiales, las Juntas Administradoras Locales, las Alcaldías Locales y los organismos de control y vigilancia y el ente autónomo universitario Universidad Distrital Francisco José de Caldas”. Y también es posible que los textos y declaraciones oficiales producidos por empleadas y empleados del sector público, se alarguen considerablemente, pues deberán incluir siempre las expresiones que incluyan tanto al género masculino y el femenino. Según la nueva norma, las funcionarias y los funcionarios deben usar este lenguaje en acuerdos, decretos, resoluciones, conceptos, oficios, periódicos, folletos, afiches, pancartas, páginas web y blogs. Los críticos consideran que si las bogotanas y los bogotanos tenían dificultad en entender el pesado lenguaje de los documentos públicos, ahora l@s será más difícil, porque en cuestiones de lenguaje, más cuando se trata de comunicaciones públicas, prima lo simple para que sea más comprensible. Otros detractores aseguran que esta nueva modalidad obligada va en contra de la tradición y la estética del lenguaje. Por el contrario, las concejalas y los concejales consideraron que no referirse en estos términos incluyentes, torna al lenguaje sexista y contribuye a la discriminación de las mujeres. Vea las dos posiciones encontradas de la concejala Ángela Benedetti y del columnista y economista Alejandro Gaviria, y saque usted sus conclusiones.