VICKY DÁVILA: Fiscal, ¿cómo le fue con Petro? ¿Qué le dijo el día en que se encontraron?
LUZ ADRIANA CAMARGO: Nos reunimos el miércoles 13, un día después de la elección. La cita fue a las tres de la tarde y a esa hora empezó.
V.D.: Fue en punto.
L.A.C.: En punto. Estuvimos hablando de temas de interés común, como la reforma a la justicia y la necesidad de una modernización del sistema penal acusatorio. En la agenda también estuvo la independencia judicial, pero, de la mano de eso, la colaboración armónica que debe haber entre el Ejecutivo y la Rama Judicial. Asimismo, hablamos del funcionamiento de la Fiscalía y su aporte en la lucha contra la impunidad y la corrupción. Fue una reunión muy tranquila, muy armónica. El presidente me preguntó acerca de mis líneas de trabajo, sobre las cuales he insistido bastante. Fue una reunión muy positiva. Me dejó tranquila.
V.D.: ¿Quién puso sobre la mesa el tema de la independencia? ¿Él o usted?
L.A.C.: Yo lo puse.
V.D.: ¿Qué le dijo?
L.A.C.: Él me habló de colaboración armónica, y le dije que efectivamente teníamos que trabajar de manera muy coordinada, cada uno desde el lugar que ocupa en la arquitectura institucional: él como jefe del Ejecutivo, y yo en una entidad que forma parte de la jurisdicción ordinaria. Entiendo la Fiscalía como una entidad que es una gran empresa, tiene un gerente, que es el fiscal, pero también tiene una junta directiva, que es la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, que es la cabeza de la jurisdicción ordinaria. En esta relación quiero que exista un puente, una relación muy armónica entre la Corte y la fiscal, y la Presidencia y la fiscal. Si puedo tener un puente para que haya una relación armónica entre la Corte y el presidente, pondré todo de mi parte para que así sea. Ellos no tienen una relación desarmónica.
V.D.: Solo un poquito…
L.A.C.: Pero hasta el momento no lo he notado. He visto una relación algo crispada por el proceso mismo de la elección. Hubo dificultades, como todos sabemos. Sin embargo, quiero destacar una cosa, Vicky: la Corte llevó muy bien todo el proceso. En algún momento se sintió presionada, hubo manifestaciones, y eso no le hizo bien al ejercicio. Pero la Corte realizó su tarea, hizo la evaluación de las candidatas y, en un tiempo razonable, eligió fiscal. No fue una elección demorada, como se reclamaba, y siento que esa relación no quedó resquebrajada. Esa relación entre Fiscalía y Rama Judicial quedó sana.
V.D.: En su momento, Petro le dijo al país que él era el jefe del fiscal. ¿Él es su jefe?
L.A.C.: No, y está claro. Tenemos una Fiscalía, y lo he repetido insistentemente, muy especial. La Fiscalía colombiana pertenece a la Rama Judicial, no es una Fiscalía del Ejecutivo. En casi todos los países que tienen un sistema como el nuestro, de corte acusatorio anglosajón, la Fiscalía, efectivamente, es una dependencia del Ejecutivo. No sucedió lo mismo en Colombia. En el diseño institucional, se dejó a la Fiscalía en la Rama Judicial. Entonces, mi jefe no es el presidente. Soy la cabeza de la Fiscalía y entiendo que mi jefe es la ciudadanía.
V.D.: Eso quiere decir que no va a recibir órdenes del presidente Petro.
L.A.C.: No. Sin embargo, vamos a tener una relación armónica y tenemos que colaborarnos. La Fiscalía tiene que ser una entidad que trabaje sobre la misión institucional. ¿Cómo? Cumpliendo la labor que dice la Constitución, es decir, investigando y acusando a quien haya que acusar. Tenemos un sistema muy especial, basado en la justicia premial. ¿Y eso qué significa? Vamos a promover el fortalecimiento de las salidas alternas del sistema penal. Preacuerdos, negociaciones, principio de oportunidad, mediación, conciliación. ¿Y por qué? Porque no hay sistema judicial que soporte una carga, ni siquiera con pocos delitos, en el que se pueda abordar el 100 por ciento de la criminalidad. Necesitamos esas salidas alternas.
V.D.: Entonces, Luz Adriana Camargo no es la fiscal de Petro.
L.A.C.: Soy la fiscal de los colombianos.
V.D.: ¿Qué quiere hacer en la Fiscalía? ¿A qué llegó?
L.A.C.: Toda mi vida he trabajado en la justicia y para mí es un reto enorme y una gran felicidad estar en la Fiscalía. Quiero una entidad técnica, fortalecida en lo investigativo, con un camino claro de priorización a partir de las dificultades que sufren los ciudadanos en las ciudades y las regiones. Hay una tarea monumental. Lo que vamos a emprender es un proceso de mapeo de cómo está funcionando la criminalidad. ¿Qué pasa en Bogotá, en Cali, en Barranquilla, en Santa Marta, en todas las ciudades? ¿Y qué pasa en los departamentos? Esto va a implicar dos actividades fundamentales. La primera, un trabajo mano a mano con los directores seccionales de la Fiscalía y con los alcaldes y la Policía. Queremos una aproximación más cercana a lo que le pasa al ciudadano y, a partir de ahí, tener nuestros planes de acción.
Como he dicho insistentemente, no creo en las recetas, no creo que podamos priorizar un solo delito. No creo en esa priorización por delitos, sino por fenómenos criminales. Ahí va a estar mi foco. Quiero desarticular bandas criminales, lo cual no significa las grandes bandas, sino las que hurtan celulares en esta grave crisis que tenemos de seguridad en Bogotá con los asaltos a restaurantes. Entonces, quiero esa mirada diferencial.
V.D.: Ubíquese en el día de su elección como fiscal. ¿Qué sintió? ¿Qué pensó cuando Amelia Pérez renunció a última hora?
L.A.C.: Como todo el país, estuve muy expectante de lo que iba a pasar en la Corte, más que en la renuncia de la doctora Amelia, que respeto, es de su fuero interno. Obviamente, como se podrá imaginar, estaba muy sorprendida y no tenía muy claro el panorama. La Corte se sobrepone frente a las dificultades y saca la cabeza. Eso sentí ese día. No me quiero referir mucho al tema porque hay demandas contra mi elección, pero pienso que la Corte cerró el proceso de una forma valiente y decidida, y, para mí, fue maravillosa. Quedé muy feliz con la decisión.
V.D.: ¿La renuncia de Amelia Pérez se vio como una jugadita de ella para que usted no fuera elegida ese día?
L.A.C.: No quisiera calificar. Quiero repetir lo que alguna vez me dijo un magistrado: cada sesión para la elección de un candidato, sea fiscal o magistrado, es un mundo aparte, nadie se puede sentir ganador. Ser elegido por 23 magistrados es muy difícil porque es un proceso muy distinto a hacer una elección de un gerente, o de un empleado con una cazatalentos. Son 23 magistrados decidiendo la suerte de una entidad tan importante como la Fiscalía. Y de ahí la dificultad, que a veces se entiende como demora. Creo que ese proceso es complicado.
V.D.: ¿Siente que hubo guerra sucia en el proceso de elección?
L.A.C.: Nunca lo sentí. Quiero agradecerles a Ángela María Buitrago y a la misma doctora Amelia Pérez, con independencia de esta última parte, que, por supuesto, para mí no fue agradable y me generó mucho estrés. En todo el proceso de elección, en el que muchas veces nos encontramos en los despachos de los magistrados, esperando para entrar a una cita, fueron muchas veces, nos reímos, hablamos y hasta alguna vez propusimos irnos a almorzar. Es decir, fue un ambiente muy agradable. No sentí guerra sucia. Creo que fue un proceso bonito. Reconozco a las candidatas como unas grandes oponentes y unas personas con muy buenas hojas de vida.
V.D.: ¿Sintió guerra sucia por fuera de la terna? Había muchas presiones y eso fue una realidad.
L.A.C.: Hay un tema que seguramente me lo va a preguntar y tiene que ver con mi relación con Iván Velásquez y la narrativa que se manejó de mi falta de independencia con respecto del ministro de Defensa. Eso me pareció descalificante, porque tengo una vida laboral que empieza en 1987. Soy una persona que se acerca a los 60 años y en todo este tiempo he trabajado en la Rama Judicial, en la justicia internacional y como consultora en Colombia de organizaciones. Me he fogueado con mucha gente. El contacto que tengo con el doctor Velásquez es similar al que pude tener con muchos compañeros en la Corte, en la misma Fiscalía, que seguramente me van a acompañar en este ejercicio de ser fiscal. Esa parte me pareció desagradable porque me puso en la tarea de estar explicando mi independencia.
V.D.: Usted se adelantó. ¿Como fiscal, va a hacer lo que le diga Iván Velásquez?
L.A.C.: Luz Adriana Camargo va a hacer lo que le dice la Constitución y la ley. Además, quiero una Fiscalía técnica, fortalecida en metodologías de investigación, que les aporte a los fiscales la posibilidad de hacer buenas investigaciones, con planeación y estrategia.
V.D.: Es decir, usted no va a hacer lo que diga Velásquez. Punto.
L.A.C.: Voy a hacer lo que debo hacer, efectivamente.
V.D.: No lo que diga Velásquez.
L.A.C.: No lo que diga nadie. Quiero una Fiscalía, y esto es muy importante, con garantías para todos. Que la ciudadanía no la perciba con agenda política. Quiero una Fiscalía en la que no se sienta que se está ayudando o perjudicando a nadie. Una Fiscalía que sencillamente haga lo suyo. Lo defino en una frase: quiero más Fiscalía y menos fiscal. Quiero una Fiscalía en la que cada fiscal, cada investigador, sienta que puede hacer su trabajo sin ser acosado, sin ser maltratado. Eso sí, va a haber un nivel de exigencia elevado, porque tiene que ser así.
Tenemos un gran compromiso frente a la ciudadanía porque una parte de la inseguridad pasa por procesos de demora de la justicia, la falta de respuesta de la Fiscalía y de estrategia muchas veces. Definitivamente, la Fiscalía sí tiene medios y siempre lo he sostenido: tiene medios tanto humanos como materiales y tecnológicos para hacer su tarea. Lo que se necesita es un buen plan y quiero diseñarlo con los funcionarios.
V.D.: En el proceso de elección, se dijo que Iván Velásquez iba a ser su vicefiscal. ¿Es verdad?
L.A.C.: Desde los primeros días que entré a la terna se empezó a mencionar ese tema, y me puso en la necesidad de anticiparme: ¿a qué tipo de funcionario me gustaría tener como vicefiscal? Evidentemente, el ministro nunca estuvo en la baraja. Él, además, tiene una responsabilidad muy grande que debe cumplir. No hubo posibilidad de que hubiese estado en esa opción, ni yo lo quería. Ese ejercicio me llevó a pensar qué persona podría tener un buen perfil. En las audiencias privadas con los magistrados de la Corte, empecé a anunciar que ese vicefiscal sería un compañero que nos acompañó en la Corte Suprema de Justicia, Gilberto Guerrero. A mi juicio, es una de las personas que más sabe de sistema penal acusatorio. Goza de una gran reputación, es un hombre muy serio, muy competente. No es político, es jurista, una persona técnica que ha estado en la Fiscalía desde 2010 como fiscal delegado. Ganó el primer concurso de fiscales delegados ante el tribunal y sacó el primer puesto. Tenía a su familia en Cali y pidió ser ubicado en esa ciudad.
V.D.: Algunos empiezan a decir que, supuestamente, tiene nexos con mafias en Cali y el Pacífico, y que es una herencia de la exvicefiscal Martha Mancera.
L.A.C.: Esa narrativa es supremamente injusta con las calidades y las cualidades del doctor Guerrero, quien, además, es muy conocido en el ámbito judicial. Es muy parecido a lo que me pasó en medio de este proceso de elección, cuando se me indicaba que mi gran…
V.D.: ¿Padrino?
L.A.C.: Sí, por así decirlo, que iba a ser ficha de Iván Velásquez. Es un poco la misma narrativa. Cuando Viviane Morales fue nombrada fiscal, al doctor Guerrero se le nombró director seccional en Cali. Permaneció en ese cargo, si la memoria no me falla, hasta 2018. Es un excelente director. Fue reconocido por iniciativas de atención al usuario y manejo del crimen organizado. Es un excelente funcionario. En el camino, y es apenas natural, se conoció con la doctora Mancera, que para ese momento, cuando él estaba de director de Cali, era fiscal especializada de carrera en esa ciudad. En este trasegar nuestro es muy difícil no conocer a la gente. Es imposible. Estamos en una entidad donde trabajamos juntos, nos conocemos, pero eso no significa que uno pertenezca a uno u otro grupo. De hecho, quiero mencionar, aunque tampoco tendría nada de raro, que el doctor Guerrero no estuvo en la administración del doctor Barbosa en ningún cargo directivo.
V.D.: ¿Cuántos hijos tiene?
L.A.C.: Tengo dos hijos. Uno de 27 años y otro de 26.
V.D.: ¿Qué le dijeron cuando la eligieron?
L.A.C.: Están muy orgullosos, muy contentos. Ha sido un proceso muy bonito con ellos. Han sido un gran apoyo. Para ellos es motivo de alegría, pero también de preocupación. Pero familiarmente ha sido una cosa muy bonita.
V.D.: ¿Celebraron?
L.A.C.: Claro, hemos celebrado con moderación. Hemos estado muy unidos familiarmente. Infortunadamente, en estas últimas semanas, por lo que este cargo implica, nos hemos visto menos, pero somos una familia muy unida.
V.D.: Fiscal, algunos están apuntando a que su elección se va a caer. ¿Eso es posible?
L.A.C.: Eso le corresponde al Consejo de Estado. No quisiera anticipar nada, tampoco es materia de mi conocimiento jurídico. Soy penalista. Encomendaré mi defensa a un abogado administrativista experto en el tema.
V.D.: Usted dice que quiere hacer una Fiscalía con garantías para todos. Eso es muy importante. ¿Qué le dice a la oposición, que ha estado temerosa de ser perseguida desde la Fiscalía y que la entidad se utilice como una policía política?
L.A.C.: El mensaje que les quiero enviar a todos los ciudadanos es que la Fiscalía va a cumplir su tarea. Y esa tarea significa no estar persiguiendo, ni atacando, ni estar defendiendo. Tenemos suficientes problemas con el crimen como para estar haciendo una agenda política. Eso no le corresponde a una Fiscalía técnica. Hay una cantidad de temas que afectan directamente al ciudadano, y es donde tenemos que poner la lupa. Es bastante desmotivante para el ciudadano no encontrar una respuesta pronta, no tener una razón de qué ha pasado con su denuncia. La Fiscalía tiene que ser una entidad proactiva, que esté solucionando casos. Sé que no es fácil. Queremos una Fiscalía rápida, eficiente, que investigue, que lleve a los responsables a juicio.
V.D.: Claro…
L.A.C.: El tema está en el cómo, Vicky. Ahí es donde está mi fortaleza, me he pasado la vida entera pensando en el cómo y poniendo en marcha la solución. Estuve en la creación de las Unidades de Reacción Inmediata (URI), en el primer proyecto de sistematización de la Fiscalía, que fue maravilloso, y de ahí salió lo que hoy es el Spoa. Participé en el programa que concluyó en las Casas de Justicia, y en la creación de las secretarías comunes, de las unidades especializadas por delitos, en fin, siempre he pensado en los cómos.
Pienso que esa Fiscalía que hicimos en 1992 tuvo un impacto y tenemos que adaptarla a estas nuevas realidades. Al principio, tuvimos unas unidades por delitos, contra el patrimonio, la administración pública, la vida, etcétera, pero resulta que nuestra realidad es una criminalidad organizada, a veces territorialmente. Una banda funciona en dos departamentos o en tres, o tenemos corredores de delincuencia que son multipropósito. En un mismo sector tenemos muchas cosas: extorsiones, abigeato, hurtos, desplazamientos, homicidios. Entonces, este nuevo enfoque es sobre lo territorial, y creo que va a ser la forma en que vamos a hacer una reorganización de las capacidades físicas de la Fiscalía.
V.D.: Entonces, ¿la oposición puede estar tranquila?
L.A.C.: Puede estar tranquila. En general, lo que quiero transmitirle a la ciudadanía es que la Fiscalía tiene una función constitucional y no tiene agenda política.
V.D.: Si alguien de la oposición comete un delito, la Fiscalía debe intervenir. Y si alguien del Gobierno lo comete, igual.
L.A.C.: Así es. Es clarísimo. Y vuelvo e insisto: no se va a ayudar ni a perjudicar a nadie. No es el propósito de una Fiscalía. Por supuesto, si alguien del Gobierno comete un delito, tendrá que ser perseguido; al igual que sucede con la oposición, si alguien lo comete, será perseguido.
V.D.: Hablemos de la presión a la Corte el día en que terminaron bloqueando el Palacio de Justicia. ¿Qué opina de lo que pasó ese día?
L.A.C.: Me sentí muy afligida. Quiero decirle que fui habitante de ese Palacio durante muchos años y me pareció que hubo mucha improvisación en el manejo de esa marcha. Cuando hay protestas, suelen bloquearse la calle 12 y la carrera Octava para que los manifestantes se desplacen por la Séptima y terminen su manifestación en la Plaza de Bolívar. En esa ocasión, infortunadamente, no sucedió así y eso llevó a las imágenes que todos los colombianos vimos, de personas intentando ingresar al Palacio por la carrera Octava.
Tengo que mirar la situación sobre cómo debió vivirse en el Palacio. Allí no solo está la Corte Suprema, sino el Consejo de Estado, el Consejo Superior de la Judicatura y la Corte Constitucional, está la Rama Judicial. Debió ser una situación muy apremiante y muy angustiante para los magistrados que no podían salir. Tampoco podían ingresar alimentos, estaban asediados. Lamento muchísimo que eso haya pasado. Como suele suceder con las manifestaciones, usted sabe cómo empiezan, pero no puede controlar cómo terminan. En su momento, evalué si debería existir un pronunciamiento de mi parte, manifestando mi solidaridad con la Corte. Pero eso pudo haberse visto como un aprovechamiento de esa situación (en medio de la elección).
V.D.: Por eso lo evitó…
L.A.C.: Por eso lo evité.
V.D.: ¿Cree que el presidente se equivocó al decir que prácticamente no había pasado nada y al intentar minimizar los hechos?
L.A.C.: No quisiera juzgar las declaraciones posteriores del Gobierno. Lo que pasó ese día, independientemente del número de manifestantes que intentó ingresar al Palacio, fue…
V.D.: Fue grave…
L.A.C.: Fue grave. Sí, señora, fue grave.
V.D.: ¿A usted le gusta la propuesta de una constituyente que hizo el presidente Petro?
L.A.C.: Es una idea que se pronunció y no tiene aún desarrollo. No creo que sea responsable pronunciarme en este momento sin que eso tenga ese desarrollo.
V.D.: En sus pronunciamientos, el presidente criticó a la justicia y dijo que había que reformarla a través de esa constituyente.
L.A.C.: En la reunión que tuve con el presidente hablamos de la reforma a la justicia, de la mesa que lidera el ministro Osuna. En días pasados me reuní con el ministro sobre el mismo tema. Incluso, fue luego del pronunciamiento de la asamblea. Es una mesa amplia en la que hay personalidades de la vida nacional, política, del ámbito judicial, del ámbito académico. Se han recibido más de 600 propuestas de reforma.
Particularmente, en lo que me corresponde, considero que algunas reformas al sistema penal acusatorio son inaplazables y deben realizarse. La vía es una reforma legal.
V.D.: Es decir, ¿distinto a una constituyente?
L.A.C.: Si, la constituyente tiene otra naturaleza.
V.D.: Es vía Congreso, como una ley normal.
L.A.C.: Es una ley ordinaria.
V.D.: No se requiere una constituyente.
L.A.C.: Son unas reformas al Código de Procedimiento Penal, a la Ley 906 de 2004, y apuntan a que el sistema sea más eficiente, a que tengamos un trámite procesal más ligero, porque está siendo muy pesado y muy largo.
Ese es mi norte. Estoy insistiendo en una Fiscalía técnica, no politizada, en la que tengamos un fiscal que se dedique a hacer bien su tarea, que haga una labor coordinada con la Rama Judicial y la Corte Suprema de Justicia, y con fiscales y jueces.
Ya veremos cuáles van a ser los temas de la reforma. En el momento en que eso se decante y sepamos de qué se está hablando, seguramente me pronunciaré. Hice un compromiso con los magistrados y es que, como fiscal, voy a estar del lado de la Rama Judicial en todo lo que tenga que ver con estas reformas. Esa es mi postura. Y ahí quiero reiterar el tema de la independencia. La Fiscalía, vuelvo e insisto, es muy especial en Colombia por ser de la Rama Judicial.
V.D.: Es decir, usted no va a estar del lado de los políticos, sino del lado de la justicia.
L.A.C.: Voy a estar del lado de las reformas que le sirvan a la justicia. Si esas reformas son propuestas por los políticos, las apoyaremos. Si son necesarias, las impulsaremos de la mano con el presidente de la Corte Suprema de Justicia, con quien tengo la mejor relación. El doctor Gerson Chaverra está liderando también el tema de las reformas para la jurisdicción ordinaria en esa mesa convocada por el Ejecutivo.
V.D.: Y usted no hará nada que vaya en contra de la Rama Judicial.
L.A.C.: Nada que vaya en contra de su soberanía y autonomía.
V.D.: Usted llega a la Fiscalía en un momento en el que hay procesos que le interesan al presidente. Algunos han dicho que la nueva fiscal, como la nominó Petro, va a llegar a acabar con esos casos. Empecemos por el de Nicolás Petro, el hijo del mandatario. Quieren tumbar a Mario Burgos, el fiscal del caso. Sin conocer el expediente, ¿qué opinión tiene?
L.A.C.: No le puedo dar una opinión al respecto. Primero porque no conozco el expediente y, además, porque hay que entender muy bien cuál es el rol del fiscal general. Ese rol no es intervenir directamente ni en ese ni en ningún otro proceso. La fiscal va a gerenciar los modelos de investigación. Y cuando digo gerenciar no me refiero a que me voy a dedicar a administrar la plata. No. Estoy hablando de priorización, articulación, metodología de investigación, fortalecimiento de capacidades técnicas.
Tengo claro que la responsabilidad en el trámite de los procesos es de los fiscales delegados. Entiendo la preocupación respecto de si el fiscal se va o se queda. Sería una absoluta irresponsabilidad que le anticipara algo al respecto cuando ni siquiera ha empezado el proceso de empalme. Además, la información de la Fiscalía es muy sensible y decidió no hacer el empalme hasta no estar posesionada. No puedo recibir información como una ciudadana, la debo recibir como fiscal general. Igual sucede con mi equipo.
Entonces, les pido un poco de paciencia. No me voy a referir al caso del hijo del presidente, que, dicho sea de paso, está en una etapa bastante avanzada, en juicio. En Colombia no existe ninguna figura para retirar y modificar acusaciones. Eso ya tiene una dinámica propia y no me voy a referir ni a ese proceso ni a ningún otro. Entiendo que hay procesos de connotación nacional y que son del interés de la prensa.
V.D.: Especialmente del presidente.
L.A.C.: Creo que no es conveniente y no es un buen mensaje para los fiscales. A ellos les quiero también transmitir tranquilidad. Me formé en la Fiscalía y sé que la entidad está llena de gente buena y competente. Confío en el personal. Por supuesto, si hay focos de corrupción, habrá que atacarlos; si hay ineficiencias, serán controladas. Quiero fortalecer la Oficina de Control Interno Disciplinario, pero insisto en que mi labor busca mejorar la gestión de la entidad. Tengo que ver el bosque y no los árboles.
V.D.: Sin embargo, le va a tocar el chicharrón. Aunque no le pregunto más por el caso de Nicolás Petro, porque no conoce el expediente y debe ser prudente, el fiscal del caso tiene que haber hecho bien su trabajo. El proceso ya está en juicio.
L.A.C.: Eso lo dirá el juez en su sentencia.
V.D.: No, es que ya lo ha dicho porque lo tiene en juicio.
L.A.C.: Pero en el sistema acusatorio tampoco hay un aval del juez al recibir la acusación. No quiero volverme aburrida con lo técnico, pero lo cierto es que una vez la Fiscalía presenta la acusación, para decirlo en términos muy rápidos, la forma en que normalmente debe concluir eso es a través de una sentencia condenatoria o absolutoria, que la profiere un juez, a partir de lo que le persuade más respecto de las diferentes teorías del caso de acusación o defensa.
V.D.: Simplemente, le voy a hacer una recomendación porque este caso de Nicolás Petro surge a partir de una investigación periodística de SEMANA: por favor, proteja al fiscal Mario Burgos. Ni siquiera lo conozco, ¿cómo le parece? Pero, en mi rol de periodista, he visto sus actuaciones y sé que hay un complot en su contra para sacarlo del proceso. Es más que evidente con la carta del presidente pidiendo que lo suspendan. Petro tiene todo el poder, y Burgos es un fiscal. Quería dejarle este mensaje.
L.A.C.: Precisamente, como la fiscal también se puede ver como una funcionaria que tiene un gran poder, lo recomendable en este caso es ser muy prudente y no anticipar absolutamente nada.
V.D.: Están los otros casos, como el de Laura Sarabia, la financiación de la campaña, el caso de Fecode, la situación de Ricardo Roa, hoy presidente de Ecopetrol, también ligado a la campaña, y las denuncias contra el comandante del Ejército. Imagino que evaluará esos procesos, pero no hará nada para borrarlos. Eso es lo que al final la gente quiere escuchar.
L.A.C.: Efectivamente, no. Quiero que acabemos con la idea de esa figura del fiscal que todo lo puede y todo lo hace. Lo que me interesa es fortalecer equipos de trabajo. Esos casos, que son bastante sensibles, estarán bajo personas del mejor perfil, pueden ser las que están actualmente u otras. Normalmente, cada fiscal, como un torero, llega con su cuadrilla. Es apenas natural que vaya a haber unos relevos, no digo que ya.
V.D.: ¿En estos casos?
L.A.C.: No necesariamente. No tengo idea de quién tiene esos casos, lo que quiero es que haya tranquilidad en el sentido de que no hay una intención perversa de acabar nada que deba adelantarse. La Fiscalía tiene el deber de agotar las investigaciones que están andando y las que haya que iniciar, independientemente de contra quiénes sean.
V.D.: Y le entiendo que no hay ninguna intención de favorecer al presidente o a su gente en las investigaciones.
L.A.C.: No, ni tampoco de perjudicar, Vicky, ni al presidente ni a su gente. La Fiscalía no investiga al presidente; de hecho, es una competencia de la Comisión de Investigación y Acusaciones. Lo que quiero transmitir es un mensaje de tranquilidad y de moderación, que es lo que espero que caracterice a este periodo de la Fiscalía.
V.D.: Para quienes no la conocen o solo saben de su carrera judicial, ¿quién es usted?
L.A.C.: Soy una persona melómana, me encanta la música.
V.D.: ¿Qué le gusta?
L.A.C.: Me gusta crossover, todo.
V.D.: ¿Es como una vitrola?
L.A.C.: Sí, como una vitrola, me encanta la plancha, soy una cantante asidua de plancha. Además, dicen que tengo oído total. Entonces, aprendo las canciones con una facilidad increíble.
V.D.: ¿Pero canta bien?
L.A.C.: No creo que cante bien, pero me gusta la música, soy jugadora de tenis.
V.D.: ¿Y qué más?
L.A.C.: Juego cartas, juegos de mesa, tengo hijos un poco ludópatas, entonces jugamos mucho. Juego catán, azul, tengo muchos juegos que me gustan. Tengo un grupo de amigos nutrido alrededor del tenis y alrededor del juego, no apuesto, no apostamos, lo más simpático es que jugar es un placer. Jugando, oímos música, nos gusta el karaoke, en fin, soy una persona muy normal, muy sencilla.
V.D.: ¿Es de karaoke?
L.A.C.: Soy de karaoke.
V.D.: ¿Y bailadora o qué?
L.A.C.: No soy muy bailadora, el baile no es lo mío, me encantaría ser buena bailadora, pero no lo soy. Entonces, lo suplo con la música, siempre me acompaña.
V.D.: ¿Y alguna cosa que quiso ser, y no fue?
L.A.C.: Sí, varias. Quise ser artista plástica, pintora, me encantaba, pintaba mucho de niña y de joven, pero en esto de los consejos de madre hay que ganarse la vida con algo, y estudié Derecho. Pero antes escogí Comunicación Social.
V.D.: ¿De verdad?
L.A.C.: Y también pensé: esa no es una buena carrera para ganarse la vida, como decía mi madre.
V.D.: No se preocupe que eso me decían a mí. Primero hice un año de Ingeniería Industrial.
L.A.C.: Mi hijo es artista visual y tiene una anécdota muy linda. Él dice que es el único artista que ha sido obligado a ser artista. Tuve una gran influencia en su vocación, me parece muy lindo que lo sea.
V.D.: Entremos en otro tema crucial. ¿Cómo fue su trabajo en el caso de Odebrecht desde la Comisión en Guatemala?
L.A.C.: Fui jefe de investigación y litigio, y eso significa que tenía a cargo no solo la investigación de Odebrecht, sino todas las investigaciones. Tenía varios grupos de trabajo. La Comisión era una pequeña fiscalía, por decirlo de algún modo, que no tiene funciones de ejercicio de acción penal, o sea, no tiene potestades de actuar sola.
Frente a Odebrecht lideré muchos procesos, los trabajé en un equipo que pasaba por analistas criminales y financieros. Como ustedes saben, el Departamento de Justicia de Estados Unidos les entregó a todos los países de la región una información muy valiosa, a partir de los acuerdos de colaboración con los brasileños, e incluían las rutas del dinero.
Esas rutas daban toda la información y a veces no, había que hacer más trabajo. Hicimos un primer acercamiento con los directivos de Odebrecht que, dicho sea de paso, ya habían sido condenados en Brasil y no iban a ser extraditados a Guatemala, porque Brasil prohíbe la extradición de nacionales. Entonces, se nos ofreció un acuerdo de colaboración. Quiero decir una cosa muy importante: concibo los acuerdos de colaboración cuando uno tiene una información sólida que le permite acordar. Hicimos una investigación muy sólida sobre rutas de dinero y sabíamos de qué se trataba y a dónde había llegado el dinero. Queríamos más información sobre aquello que desconocíamos. Se hicieron los acuerdos con tres directivos de Odebrecht, que ya venían condenados.
V.D.: Algunos dicen que fueron ventajosos para los ejecutivos de Odebrecht y desventajosos para Guatemala.
L.A.C.: Diría que fue muy ventajoso para Guatemala. Allá se pagó una coima, quiere decir que fue un cohecho cercano a los 17 millones de dólares. Y lo que se acordó fue que Odebrecht volviera a pagarle a Guatemala esos 17 millones de dólares. A los funcionarios que recibieron esa coima también se les procesó y se les adelantaron procesos de extinción de dominio. No creo que haya sido un tema perjudicial para Guatemala. Igualmente, entiendo que hay discusión sobre si la obra debió seguirse o no, son temas administrativos que tenían que ver con el ministerio, pero me siento muy tranquila con ese tema. Yo le quiero decir una cosa.
V.D.: Señora.
L.A.C.: La investigación que anunciaron la fiscal actual y su delegado de la Fiscalía Especial contra la Impunidad contra el hoy ministro de Defensa y en mi contra sería perfectamente posible si de verdad hubiésemos delinquido. Porque tener inmunidad no es tener impunidad. Si nosotros hubiésemos delinquido, el levantamiento de la inmunidad debe tramitarse ante la Organización de Naciones Unidas para que seamos investigados y juzgados. Tengo plena tranquilidad con lo que hicimos en Guatemala. Fue un trabajo serio y responsable.
V.D.: Usted puso en la cárcel a un presidente de Guatemala.
L.A.C.: Lideré un grupo de trabajo que logró eso. Y vuelvo e insisto con lo que viene para la Fiscalía: aquí estamos acostumbrados a atribuirles derrotas o victorias a ciertas personas, y creo que estos casos tan complejos nunca son reivindicados por nadie. Es decir, yo no puse en la cárcel a un presidente. Un grupo de trabajo muy profesional hizo una investigación que dio lugar a que un juez decidiera que eso era posible. Y sucedió. Tuvimos un caso de defraudación aduanera, en el que se descubrió que había una red muy sofisticada de coimas y pudimos documentarlo.
V.D.: ¿Habrá en Colombia una comisión similar a la de Guatemala?
L.A.C.: En la reunión con el presidente y en los encuentros con los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, manifesté que no acompaño la iniciativa por una razón muy elemental: no existe un modelo en Naciones Unidas para hacer una mejor investigación criminal. Eso es un mito. Existe lo que hicimos en Guatemala y que responde a esa realidad y trabajé en el modelo. Cuando ellos deciden esta Comisión, lo hacen en el marco de un acuerdo de paz y porque tienen debilidades estructurales en su justicia. Muchas de las transformaciones que se lograron en Guatemala fueron a partir de las experiencias colombianas. Colombia es un país muy fuerte en investigación criminal y es reconocido en la región. Nuestra policía judicial es altamente competente y muchos de los modelos exitosos son de origen colombiano.
V.D.: Es decir, usted dijo: no le jalo a una comisión como la de Guatemala. ¿Colombia no la necesita?
L.A.C.: Correcto, no la necesita. La Rama Judicial y la Fiscalía tienen fortaleza para hacer la tarea, y así se lo expresé directamente al presidente y al ministro Osuna en la reunión que tuvimos en días pasados.
V.D.: ¿Qué le dijo el presidente? A él sí le gusta esa Comisión.
L.A.C.: Fue receptivo frente a lo que le estaba manifestando. Quiero tener la oportunidad de demostrar que podemos hacer la tarea como equipo de trabajo.
V.D.: Fiscal, el caso Uribe, obviamente, también tiene relevancia nacional. ¿Qué va a pasar?
L.A.C.: Lo mismo que le dije respecto de los otros casos. Son responsabilidad de los fiscales. Deberá hacerse lo que corresponda en derecho. No creo conveniente hacer un pronunciamiento sobre lo que debe o no hacerse. Es casi un atrevimiento de mi parte. No conozco ese caso, distinto a lo que la prensa ha manifestado.
V.D.: Hablemos del regreso de Mancuso. ¿Cómo va a manejar este tema? Hay prevención por el riesgo de que pueda ser usado para enlodar a los opositores, es decir, un criminal diciendo mentiras para acabar con la gente políticamente.
L.A.C.: La JEP decide aceptar a Mancuso como un compareciente obligatorio, entendiendo que tuvo una participación en el conflicto armado, en lo que han denominado partícipe bisagra. ¿Cómo se relaciona la Fiscalía con esto? Acatando, esa es la competencia de la JEP. Habría que hacer una depuración sobre qué casos subsisten hoy respecto de Mancuso para ser remitidos a la jurisdicción. Hasta donde entiendo, este es el sentido de la decisión. También hizo una serie de salvaguardas, de anotaciones de líneas rojas, por ejemplo, en temas de reparación. Dijo que los procesos no se detienen porque incluso hay sentencias.
V.D.: Entiendo que no va a llevar casos, ¿pero usted es fría a la hora de enfrentarse a los procesos?
L.A.C.: Sí.
V.D.: ¿Le pone corazón?
L.A.C.: No. En mi labor, el corazón tiene que quedarse en la casa. La mejor virtud de un funcionario judicial es la de poderse desprender de sus pasiones y prevenciones a la hora de evaluar evidencias para acusar o solicitar una preclusión. Si es un juez, para proferir una sentencia. Ejercí los dos roles. Fui fiscal y luego en la Corte Suprema de Justicia, siendo magistrada auxiliar, tuve que apoyar a la Sala de Casación Penal cuando eran decisiones de única instancia en los juicios y en la evaluación para sentencias. Sentenciar es muy duro, es una labor de mucha responsabilidad.
V.D.: ¿Se sufre?
L.A.C.: Sí. La única forma de asumir eso de forma correcta es volviéndose ajeno, haciendo una separación de los sentimientos, de los afectos, de los desafectos.
V.D.: ¿Algún día un proceso le ha sacado lágrimas?
L.A.C.: Muchos días me han sacado lágrimas.
V.D.: ¿Es doloroso llevar a alguien a la cárcel, así se sepa que es culpable?
L.A.C.: Puede llegar a serlo, puede ser un trago amargo. Pero también a veces es satisfactorio. Es decir, eso depende mucho de los casos. El mayor reto está en separarse de afectos y desafectos. Eso es lo que permite hacer una labor sin agenda.
V.D.: Hablemos del exfiscal Francisco Barbosa y de la Fiscalía que le deja. El día en que la eligieron a usted, me impactó la declaración de Barbosa a SEMANA. Dijo que usted iba a ser una fiscal que les daría garantías a todos. ¿Qué piensa de él y de su gestión?
L.A.C.: Nadie se ubica en un cargo tan responsable como el de fiscal general de la nación para equivocarse. Dependiendo de la orientación que tenemos frente al quehacer, podemos hacerlo de una forma o de otra. Tengo políticas distintas a las del fiscal Barbosa, pero soy una persona que pretende construir sobre lo construido. Siempre lo dije: no soy una fiscal de espejo retrovisor. No quiero hacer juicios de valor de qué pudo hacerse mejor. Hay cosas que no me gustan, indudablemente. A mí no me gusta la meta institucional con la que trabajó esta administración. No la estimo correcta.
V.D.: ¿Cuál es?
L.A.C.: Se definió que un caso esclarecido era solicitar una orden de captura o formular una imputación.
V.D.: ¿Eso no le gusta?
L.A.C.: No me parece. Ese es el principio del esclarecimiento y no el final. Esa meta tiene que ser donde concluye la labor de la Fiscalía, que es a través de uno de los mecanismos de determinación del proceso o a través de una acusación. El juicio es donde el fiscal se mide en sus capacidades de presentar las evidencias ante el juez, convencerlo sobre la solidez de su teoría del caso. Pero le reconozco a la administración saliente que hizo cosas importantes y que, por supuesto, quiero seguir. Por ejemplo, se propuso tener mayor presencia en los municipios del país. Es muy importante, es una cosa que hay que emular, siento que el tema de atención al usuario también fue un tema de interés. Se trabajó en el tema de violencia, falta mucho en violencia de género, intrafamiliar, pero hubo un esfuerzo importante en esas materias.
Quiero ser equilibrada y no desconocer aquello donde hubo un esfuerzo importante y a eso obedecen las palabras del fiscal Barbosa. Le dije a los magistrados que no llegaré a inventarme la rueda en la Fiscalía, ya está inventada. Hay que trabajar, ser propositivos y tener claridad de qué es lo que uno quiere y cuál es el cómo.
V.D.: Le pregunto por la fiscal encargada, Martha Mancera. Hubo una polémica alrededor de ella, la relacionaron con investigaciones, hubo palabras de grueso calibre desde la cuenta en X del presidente Petro. ¿Qué va a pasar con ella? ¿Qué opinión tiene de la gestión de Mancera?
L.A.C.: Es una funcionaria que lleva mucho tiempo en la Fiscalía, entiendo que son unos 30 años. Ya tiene una resolución de pensión y sí esperaría que haga uso del buen retiro. Ella ya cumplió su ciclo, estuvo con el fiscal Barbosa, sufrió un desgaste importante en el ejercicio del cargo. No tengo elementos de juicio distintos a la información de prensa acerca de los temas que usted menciona. No creo que me deba pronunciar sobre esas informaciones.
V.D.: Lo que se había dicho es que a ella le faltaban unos cuatro meses para consolidar la pensión.
L.A.C.: No. Yo tengo la información precisa.
V.D.: ¿Que ya está completa?
L.A.C.: De que está expedida (la resolución de pensión), estaría pendiente de ser incluida en nómina.
V.D.: ¿Es decir?
L.A.C.: Ya está pensionada.
V.D.: Usted esperaría…
L.A.C.: Que se retire.
V.D.: ¿Que se retire?
L.A.C.: Sí. Ella tiene un cargo de fiscal delegada ante tribunal, pero con el reconocimiento de pensión, una vez ella sea incluida en nómina, debe retirarse.
V.D.: Es clave preguntarle lo siguiente: desde que la eligieron, ¿la han intentado presionar? ¿Aparecen los amigos que nunca existieron, que no se conocían, los lagartos, las hojas de vida?
L.A.C.: De este proceso solo saco cosas positivas, sí he recuperado muchos amigos (risas), pero no es tan obvio porque no los recuperé después del nombramiento, sino antes, y eso me pareció muy bonito. Puedo parecer una amiga ingrata, pero quiero mucho a mi gente. Me he reencontrado con personas que estaban en la Fiscalía y eso me ha alegrado mucho la vida y he conocido a otras personas que me han parecido muy interesantes. También se vuelve una oportunidad para conocer desde otra perspectiva a los magistrados y he encontrado a personas maravillosas. Les dije que esperaba, cuando terminara, ir a darles las gracias.
V.D.: ¿Le dolió que, en un momento del proceso, hubiese una información rondando por las redacciones en donde querían vincular a su esposo con gente que estuvo salpicada con el Cartel de la Toga?
L.A.C.: Más allá de si me dolió o no, son temas que en mi condición de fiscal tengo que aprender a manejar. Van a ser temas seguramente recurrentes y hay que ser fuerte. Es muy importante que la ciudadanía sepa que no soy una fiscal débil, soy una mujer fuerte, con carácter suficiente para asumir este reto, y eso lo vio la Corte, incluso, frente a ese episodio
V.D.: ¿Cuál es la verdad?
L.A.C.: Ese episodio es mentiroso, reúne un poco de datos, algunos ciertos y otros falsos para ubicarlos en un mismo contexto, en un mismo tiempo, pero hay diferencias de años. O sea, no…
V.D.: ¿Cuál es la verdad?
L.A.C.: Mi esposo tuvo una oficina en el 2005 o 2006, alquiló una oficina en un espacio de un abogado externadista que, muchos años después, ocho o nueve años después…
V.D.: Está hablando del tal Yayo.
L.A.C.: Sí, correcto. Ocho o nueve años después, apareció vinculado al cartel de la toga y vinculado entre comillas, digo, porque tampoco existe ninguna investigación en contra de esta persona. El Cartel de la Toga es muy relevante, la Corte fue muy valiente haciendo su purga. No me encontraba en el país cuando eso sucedió. Mi esposo es un abogado litigante, respetable, que nada tuvo que ver en de esos episodios.
V.D.: Y mezclaban que usted, en algún momento, trabajó en la oficina de Leonidas Bustos.
L.A.C.: Es un tema que termina siendo anecdótico, porque los magistrados auxiliares que duramos algún tiempo en la Corte solemos pasar por varios despachos.
V.D.: Y le tocó ahí.
L.A.C.: Me tocó ahí, correcto.
V.D.: Cuando mira hacia atrás y ve lo que pasó con Bustos y el Cartel de la Toga, ¿qué opinión tiene?
L.A.C.: Pienso que es un episodio muy doloroso para la justicia y la Corte. Todo lo que ha salido en las sentencias es muy doloroso para quienes hemos trabajado en la Corte Suprema. Sabemos de la dedicación que hay que tener para estar allá. La Sala Penal que encontré en este ejercicio está muy consolidada, con personas destacadas.
V.D.: ¿Qué ocurrió cuando D’Arcy Quinn descubrió los polémicos mensajes del esposo de Amelia Pérez?
L.A.C.: Cuando eso sucede, estamos en el momento de las votaciones. Me encontré con las doctoras Amelia y Ángela en algunas ocasiones en la Corte, pero en realidad nunca tuvimos una mención al respecto. Nunca hubo una conversación sobre eso. Creo que no es una pregunta para mí sobre si eso en realidad fue definitivo en la decisión adoptada por la Corte.
V.D.: Si quiere, hágamela a mí (risas). Yo creo que sí.
L.A.C.: Creo que sería mejor que se la hiciera a los magistrados.
V.D.: Creo que fue determinante. Por otro lado, fiscal, ¿qué piensa del sustento jurídico de la paz total? ¿Está de acuerdo?
L.A.C.: Hay que diferenciar dos cosas: el manejo del orden público y el anhelo de llegar a acuerdos de paz. El relacionamiento de la Fiscalía frente a la paz total tiene que ser desde su competencia. La mejor forma de colaborar con la paz total es haciendo lo que debe hacer la Fiscalía contra las organizaciones criminales. De alguna manera, el Estado debe persuadir a las organizaciones criminales de que su mejor opción es hacer un buen acuerdo. Voy a poner todo mi empeño en que a las organizaciones criminales se les persiga, es mi foco de atención. Ahí es que vamos a hacer la priorización de manera sectorizada, regional, con enfoque territorial.
V.D.: En su momento, al fiscal Barbosa le llegó una petición de Presidencia de levantar órdenes de captura contra criminales pedidos en extradición, y se negó. ¿Usted se negaría?
L.A.C.: Quisiera ver con calma cuál es el marco legal aplicable, en este momento le mentiría si le dijera que lo tengo claro. No quiero parecer aquí la más versada sobre todas las materias. Yo quiero acertar.
V.D.: Lo va a estudiar.
L.A.C.: Exactamente. Quiero acertar a partir de una buena evaluación que haga con mi equipo de trabajo.
V.D.: ¿Qué opinión tiene del enfrentamiento entre el presidente y la fiscalía de Barbosa y la hoy fiscal encargada, Marta Mancera?
L.A.C.: No está bien que se den esos enfrentamientos y lo quiero decir con toda claridad: las formas no pelean con nada. En otros términos, lo cortés no quita lo valiente. En eso soy muy del estilo Corte Suprema. Creo que uno puede oponerse, pero de manera respetuosa. Ese enfrentamiento dejó muy lesionados a quienes se enfrentaron. Eso desdice de la posición ecuánime que se debe tener como miembro de la Rama Judicial. A mí eso no me parece adecuado. Entiendo que, en muchas ocasiones, un sector de la opinión pública ve como valientes ese tipo de salidas, pero creo que se puede enviar el mismo mensaje de fortaleza con buenas formas. Ahí hubo, en algún momento, mensajes muy disonantes que no venían al caso.
V.D.: ¿De parte de alguno en particular?
L.A.C.: Hubo de lado y lado. El tema que usted mencionó del reclamo del presidente hacia el fiscal, cuando le dice que es su jefe, fue salido de tono y la misma Corte expidió un comunicado. También creo que hubo varias salidas del fiscal Barbosa que fueron disonantes, en las que trató al presidente de mafioso. Me parece un irrespeto terrible y en ningún escenario debería suceder. Se debe imponer la moderación.
V.D.: Los dos se decían mafiosos.
L.A.C.: Yo no vi al presidente decirle mafioso…
V.D.: Sí, dijo que la Fiscalía estaba dedicada a favorecer a la mafia.
L.A.C.: Sí, esas son afirmaciones bastante fuertes.
V.D.: No recuerdo que Barbosa le dijera mafioso al presidente.
L.A.C.: Tal vez cuando lo de Pablo Escobar.
V.D.: Bueno, lo comparó.
L.A.C.: Ese es el episodio que recuerdo.
V.D.: Que le estaba haciendo más daño al país que Pablo Escobar.
L.A.C.: Sí, también es cierto que hay una narrativa en la que se empiezan a distorsionar los mensajes y tampoco quisiera caer en eso.
V.D.: ¿Se perdió el respeto entre los dos?
L.A.C.: Esa pérdida de respeto no es positiva para el ejercicio de la gestión. La Fiscalía requiere mucha moderación, prudencia, sin que se vuelva una Fiscalía obsecuente con todo. Vuelvo e insisto, se puede ser firme, pero guardando las formas.
V.D.: ¿Así la vamos a ver a usted?
L.A.C.: Así espero que me vean siempre. Espero nunca salirme de casillas.
V.D.: ¿No es brava?
L.A.C.: No. Pregúnteles a mis hijos (risas).
V.D.: ¿No se le salta la chispa fácil?
L.A.C.: No creo.
V.D.: ¿Conserva la calma?
L.A.C.: Sí, por lo general sí. Así me reconocen mis familiares y amigos.
V.D.: Con buen carácter.
L.A.C.: Sí, de buen carácter.
V.D.: Pero con carácter.
L.A.C.: Así es.
V.D.: A casi todos los fiscales les pica el bicho de la política y quieren ser después presidentes y candidatos.
L.A.C.: Me voy a reír. Esta es mi última aspiración en la vida. De hecho, ya había concluido mi vida profesional. Estaba en uso de retiro, dedicada a algunas consultorías. Vivía cómoda y tranquilamente una buena parte del tiempo en Santa Marta. En verdad, no tengo ninguna aspiración distinta a la de ser una buena fiscal.
V.D.: Queda grabado. ¿No va a ser candidata en cuatro años?
L.A.C.: No voy a ser candidata, ni siquiera al Concejo Municipal de Titiribí.
V.D.: ¿Ni quiere ser presidente?
L.A.C.: No, para nada. No quiero ser presidenta. Nunca he ejercido la política y no es de mi interés. No voy a aspirar a ningún cargo público.
V.D.: ¿Cuál es su postura frente al ejercicio libre del periodismo?
L.A.C.: Considero que la libertad de expresión es un tema muy importante. De hecho, trabajé en el pasado con la Relatoría para la Libertad de Expresión, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El periodismo ejerce una labor muy importante de veeduría frente a los servidores públicos. Creo que es importante establecer una muy buena comunicación con los periodistas. Por supuesto, tengo el deber de proteger a los periodistas.
V.D.: Fiscal, le preguntaba por este tema porque hay un momento de crispación, de agresividad contra los periodistas, de amenazas, y mucha gente nos quiere callar.
L.A.C.: El periodismo debe ser libre y debe informar. Creo que las entidades públicas tenemos el deber de informar y rendir cuentas sobre las actividades que hacemos. El periodismo tiene también la posibilidad de criticarnos y, cuando somos ineficientes, de acusarnos, eso está muy bien. Creo que ese ejercicio debe asumirse de manera positiva, no como ataque. A nosotros nos sirve la crítica para crecer, y espero que esa sea una línea de conducta en mi administración.
V.D.: ¿Es religiosa?
L.A.C.: No soy muy religiosa, soy espiritual, que es distinto, pero no soy católica practicante.
V.D.: ¿Cree en Dios?
L.A.C.: Sí, pero no soy la más religiosa.
V.D.: ¿Reza?
L.A.C.: Muy poco.
V.D.: ¿Se sabe alguna oración?
L.A.C.: Todas, soy egresada de un colegio de monjas y me las sé todas.
V.D.: No me diga que no rezó en todo este proceso.
L.A.C.: Me encomendé a Dios.
V.D.: Y le agradeció a Dios cuando la eligieron.
L.A.C.: Por supuesto.