Un preocupante panorama presentó en su más reciente columna el presidente del Wilson Center, Marka A. Green, ante la situación de Colombia frente al aumento de los cultivos de hoja de coca que en 2023 llegaron a 250.000 hectáreas de tierra, “un 10 % más de tierra que el año anterior y la mayor cantidad en más de 20 años”.
En su artículo, Green mostró su preocupación por dicho incremento y señaló que lo que ocurre en el país en “el lado ilícito de Colombia (su condición de mayor productor de cocaína del mundo) ha afectado significativamente a los EE. UU.”.
Y es que si bien argumentó que Colombia y Estados Unidos han trabajado en distintas políticas y proyectos a lo largo de los años, como el Plan Colombia, con el que se buscaba erradicar dichos cultivos y derrotar el dominio de los carteles, destacando que abarcó numerosas administraciones e involucró a muchos sectores de la economía y la sociedad colombiana, el cual fue lanzado en el año 2000 y llegó a recibir 12 mil millones de dólares para su financiación, hoy la realidad es que “no acabó con el tráfico de cocaína”.
“Tampoco eliminó la pobreza rural o la marginación”, señaló Green.
Situación que precisamente relaciona con el actual gobierno de Gustavo Petro al argumentar que en su campaña para la Presidencia en 2022 “proclamó que la guerra de su país contra las drogas había fracasado estrepitosamente. Prometió reemplazar lo que denominó la “militarización” de la política de drogas con un enfoque radicalmente diferente”.
Enfoque que “incluía la legalización de la cocaína y el tratamiento de su producción como un asunto de salud pública que justificaba regulación e impuestos, en lugar de procesamiento y castigo”.
Algo que según Green no ocurrió, pues Petro “abandonó sus planes en favor de un enfoque basado en desbaratar a los operadores de drogas a gran escala, entre otras cosas, tratando de interceptar la cocaína en tránsito, al tiempo que apoya económicamente a los pequeños agricultores familiares de coca”.
También manifestó que el mandatario colombiano “descartó los esfuerzos de erradicación a gran escala y, en cambio, dijo que se permitiría a los pequeños agricultores continuar con el cultivo de la hoja de coca. Prometió impulsar la inversión gubernamental en las áreas donde se ubicaban la mayoría de las plantaciones de coca e incentivar fuertemente a los agricultores para que cambien a otros cultivos y actividades económicas”.
Una radiografía que para el presidente del Wilson Center preocupa más cuando menciona que un informe reciente de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) ”sugiere que las políticas del presidente Petro pueden estar acercándose a un momento de la verdad tanto para Colombia como para las relaciones entre Estados Unidos y Colombia”.
En su columna explicó que esto se debe a que el informe de la ONUDD muestra cómo “la superficie de tierra dedicada al cultivo de hoja de coca aumentó un 10 % durante 2023, pasando de 230.000 hectáreas en 2022 a 253.300 hectáreas”.
Aunado a eso, resaltó que la Oficina describe que “las medidas adoptadas por los cultivadores de coca para adoptar técnicas de cultivo más eficaces en los últimos años han duplicado el rendimiento de cocaína por hectárea en comparación con hace una década”.
Cifras que no son alentadoras y que no muestran cómo Colombia puede seguir reduciendo los cultivos de coca, desde que en 2001 se empezó dicho monitoreo. “Concluye que esta combinación de aumento de las tierras de cultivo de coca y una mayor eficiencia de la producción equivale a un aumento del 53 % en la capacidad de producción de cocaína del país”.
Green afirmó en su texto que si la pretensión del presidente Petro con sus políticas era alejar a las áreas rurales de participar en el sector de la cocaína del país, “parece que puede estar sucediendo lo contrario”.
“Dieciséis departamentos de Colombia (equivalentes a estados) vieron aumentos en el cultivo de coca durante 2023. Los mayores aumentos se produjeron en las regiones fronterizas con Ecuador y Venezuela, zonas a menudo desatendidas por el Estado e influenciadas (si no controladas) por bandas criminales”, resaltó.
Y aunque destaca el potencial de Colombia y su gente, además de la importancia para el hemisferio, Green es muy claro y concluye que si en el país “se logra un aumento cercano al 53 % en la producción potencial de cocaína, mucho puede venirse abajo. El Plan Colombia fue una empresa enorme y un logro extraordinario. Si se ve que se está desmoronando, representará una tragedia extraordinaria”.