El presidente de la República, Gustavo Petro, desató la polémica por unas declaraciones que dio desde Apartadó. Varios antioqueños se sintieron estigmatizados.
En el evento público, el jefe de Estado mencionó al barrio El Poblado de Medellín, asociándolo con fenómenos de violencia y paramilitarismo.
“Pues les dicen popularmente ‘paisas’, pero son gente de los Andes, del departamento de Antioquia, básicamente de Medellín, gente que viene a trabajar aquí y grandes capitales de Medellín, del Poblado. Medellín toda tampoco es”, sostuvo Petro.
Y avanzó en su tesis sobre los fenómenos de violencia: “Eso pudo ser el origen del conflicto y puede ser su solución, porque es un encuentro de culturas, incluso de etnias, de historia de Colombia en esta región”.
“¿Cómo se encontraron? ¿Bien?, ¿o se encontraron en choque? En mi opinión, se encontraron en choque. El capital, el gran capital de El Poblado se convirtió en bananeros en el Urabá, usaron el territorio, la mayor parte de la tierra, por tanto, del agua y el mar, y se convirtió en uno de los grandes negocios y ramas productivas de Colombia: el banano y la exportación de banano”.
También aseguró Petro: “¿Cómo ve a la gente del territorio al que llegó? ¿Cómo la miraron? ¿Como una fuerza de trabajo a usar o como una gente que merece desarrollarse como seres humanos, cultural y económicamente?”.
“Ahí yo creo que vienen las distancias que se han creado en las últimas décadas. En mi opinión, el gran capital de El Poblado, al llegar aquí y convertirse en bananero y usar el territorio, no miró a la gente. La gente, con sus necesidades, que son lógicas en los seres humanos, se organizó, exigió, quiso tener una vida mejor y ese choque terminó en un conflicto armado, de hace mucho tiempo, que ha variado en el tiempo”, expresó.
Además, señaló: “Pues aquí hubo una presencia insurgente del Ejército Popular de Liberación, poderosa. Eso afectó al empresariado bananero, llamémoslo ahora así, que reaccionó paramilitarizándose. No todos, eso no, siempre habrá excepciones, pero más o menos fue así la historia”.
“El empresariado, en un sector, decidió financiar el paramilitarismo e incluso alguno de ellos fue paramilitar, de acuerdo a las confesiones que hoy tenemos. El Estado, en lugar de mediar y producir los espacios para pacificar el territorio y construir un pacto, ese Estado, esos gobiernos, en esas épocas, decidieron fue aliarse con el paramilitarismo, que ya usaba este territorio para exportar cocaína”, anotó.
Pero, este martes radicalizó su discurso y afirmó en sus redes sociales: “El Poblado no es Medellín ni Antioquia, como el Chicó no es Bogotá ni Colombia. Las confesiones, la comisión de la verdad y los fallos judiciales muestran que un sector del empresariado bananero, con ayuda estatal, apoyó en el pasado el paramilitarismo y la masacre del pueblo del Urabá. En Urabá se impuso una forma paramilitar de gobernar”.
Y avanzó: “Mi propósito es que, reconociendo la verdad, hagamos un proceso de reconciliación social en el territorio, basado en la justicia social. El agua potable es el principal eje”.
“El desarrollo de Urabá es, antes que nada, el desarrollo de sus habitantes cultural y económicamente. Ese debe ser el principal objetivo de los gobiernos frente a esa región”, dijo.