Por medio de su tribuna favorita de X, el presidente de la República, Gustavo Petro, reveló los resultados de una operación contra el tráfico de drogas.
En el mensaje, el mandatario colombiano reveló que fueron incautadas más de cuatro toneladas de cocaína, en la frontera entre Guyana y Venezuela, sin revelar a quién pertenecía ese cargamento.
El jefe de Estado aseguró que la acción de las autoridades se permitió gracias a la información de inteligencia que aportó la Fuerza Aérea Colombiana.
“Se han incautado 4,4 toneladas de cocaína en la frontera entre Guyana y Venezuela, gracias a información de inteligencia de la FAC colombiana”, posteó Petro.
Sin embargo, el panorama de drogas en Colombia es delicado, “vas a los campos de coca y es como estar en un campo de maíz en Iowa: no puedes ver el final”. Así describe un funcionario estadounidense que ha trabajado durante muchos años en los procesos de interdicción de drogas en Colombia, en un extenso reportaje en The New York Times (NYT), sobre el incremento en el cultivo de coca.
“Estamos viendo una producción a niveles con los que soñó Pablo Escobar”, aseguró el funcionario. De acuerdo con la publicación, la producción anual de hoja de coca y cocaína alcanzó nuevos máximos en 2022, y la fabricación de la droga aumentó un 24 % respecto al año anterior, según los datos más recientes disponibles de Naciones Unidas.
Ese mayor volumen en los cultivos ha generado un auge de la producción de cocaína que ha incrementado sus exportaciones. De acuerdo con un análisis de Bloomberg Economics, los ingresos por exportación de cocaína aumentaron a 18.200 millones de dólares en 2022 desde 12.400 millones de dólares en 2021. Pero fue más allá: predijo que superarían los ingresos del petróleo, el principal producto de exportación del país, este año.
Sumado a ello, el reportaje de NYT describe la estrategia del presidente Gustavo Petro, enfocada en atacar las redes de narcotráfico, pero ha abandonado la erradicación de la hoja de coca, que ha ayudado a alimentar el aumento de la producción de cocaína como, según la publicación, afirman funcionarios de la ONU y de Estados Unidos.
De hecho, cita a un viejo conocido en Colombia: el exembajador Kevin Whitaker, hoy miembro no residente del Atlantic Council. “Dado el desinterés de Petro en la erradicación forzosa, en la práctica no hay barreras de entrada al campo de coca”, dijo.
El Gobierno colombiano se defendió. Gloria Miranda, directora del programa de sustitución de coca, no está de acuerdo con la afirmación del exembajador y señala que las incautaciones de drogas habían aumentado significativamente durante los casi dos años de mandato de Petro. Pero los críticos advierten que esa situación tiene una explicación: se está produciendo mucha más cocaína.
“Los nuevos fertilizantes también han ayudado a facilitar el cultivo de más coca, incluso cuando muchos grupos armados colombianos que contribuyen al continuo conflicto del país dependen mucho menos de las drogas para obtener ingresos y están recurriendo a otras actividades ilícitas que no atraen tanto escrutinio por parte de las fuerzas del orden, como la minería de oro, la tala de árboles y el tráfico de migrantes”, dijo recientemente el NYT.
Finalmente, la situación es crítica. El artículo trae una serie de casos que describen la problemática y la situación de muchas comunidades.