La reanudación de las relaciones entre Colombia y Venezuela avanzan de forma rápida. La reapertura de la frontera se agendó para el próximo 26 de septiembre y se prevé la posible compra de gas venezolano para suplir la demanda colombiana. Los ojos están puestos en el embajador Armando Benedetti, pero quien también hace parte de este rápido proceso es Félix Plasencia, embajador del régimen de Nicolás Maduro en Bogotá.

Plasencia, quien también es ciudadano español, es un diplomático venezolano con más de 30 años de experiencia. Después de hacer su pregrado en estudios internacionales en la Universidad Central de Venezuela, cursó un posgrado en Bélgica y otro en la Universidad de Oxford en Inglaterra. Se considera un experto en diplomacia y negociación.

Ingresó al cuerpo diplomático de Venezuela en 1991 bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez, antes de que se instaurara el régimen chavista. Después de la revolución bolivariana, el diplomático no abandonó su carrera y se convirtió en un fuerte simpatizante del autoritarismo de Hugo Chávez.

Antes de su nombramiento como nuevo embajador de Venezuela en Colombia, Plasencia fue viceministro para Asia, Medio Oriente y Oceanía en 2016. En 2018, fue nombrado viceministro para Temas Multilaterales.

A finales de 2019, Plasencia fue nombrado ministro de Turismo y Comercio Exterior. Luego fue embajador de Venezuela en China, cargo en el que permaneció menos de un año. Después, en reemplazo de Jorge Arreaza, fue nombrado canciller.

A pesar de comenzar como un diplomático sin ideología y sin mayor pertenencia a una fuerza política, Plasencia se convirtió en un colaborador en las más polémicas movidas del régimen de Nicolás Maduro.

En primer lugar, al ser nombrado ministro de Relaciones Exteriores, tuvo que enfrentar en buena parte la crisis de Álex Saab, detenido en Cabo Verde por una circular roja de la Interpol. Desde que asumió, su misión era frustrar la inminente extradición del señalado testaferro de Nicolás Maduro a Estados Unidos, donde podría revelar información sensible del régimen.

Saab, señalado por lavado de activos trasnacional, fue defendido a capa y espada por Plasencia. Incluso, tras su extradición, el ahora embajador de Venezuela en Colombia nombró al empresario barranquillero en los diálogos entre el oficialismo y la oposición venezolana en México.

Todo esto, para reforzar su estatus diplomático y de agente del régimen, el cual fue en varias ocasiones negado por las autoridades de Cabo Verde.

El calificado como “secuestro” de Saab, que realmente fue un sometimiento a la justicia estadounidense, es para Plasencia un obstáculo para “el proceso regular de la dinámica de diálogo”.

Incluso, en su corto tiempo como jefe de las relaciones internacionales, facilitó el despliegue militar ruso en Venezuela. El entonces canciller visitó Moscú y sostenía comunicación constante con su homólogo en Rusia.

Por esta relación estrecha, Plasencia era un abanderado de la profundización de la relación entre ambos países, convirtiendo a Venezuela en un satélite militar de Rusia en América, cosa que resultó incómoda tanto para Colombia como para Estados Unidos.

Plasencia, además, es un apólogo de la invasión de Rusia a Ucrania. Hasta la fecha, no ha hecho sino respaldar al presidente Vladimir Putin en su intento de doblegar al país vecino y aseguró que estaba “en su derecho de defender su paz y tranquilidad”. Ha pedido que la democracia actúe como reemplazo de la hostilidad, pero también rechazó “las acciones de aquellos que pretenden debilitar a Rusia, con sanciones ilícitas y ataques”.

La ficha de Nicolás Maduro para restablecer las relaciones entre Colombia y Venezuela es un conocedor de las relaciones diplomáticas, pero, al mismo tiempo, se trata de un fervoroso chavista que representa por completo la ideología del régimen.