Casi tres meses después de que el presidente Gustavo Petro asumió el poder, el líder del régimen venezolano, Nicolás Maduro, lo recibió en el Palacio de Miraflores, en Caracas, en un encuentro en el cual resultaron varias conclusiones que podrían tener un fuerte impacto en el futuro de la región.

La reunión entre Petro y Maduro, sin lugar a duda, marcó el derrotero que seguirá el restablecimiento de las relaciones entre Colombia y Venezuela, rotas desde febrero del 2019 por decisión de propios gobernantes del vecino país.

En ese momento, el expresidente Iván Duque reconoció al opositor Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela y encabezó una ofensiva para que diferentes países de la región intentaran ingresar ayuda humanitaria a territorio venezolano, lo que fue impedido por Maduro a través de la Guardia Nacional de esa nación. Horas después, rompió las relaciones con Colombia.

Más de tres años y medio después, Petro determinó retomar esos nexos y está decidido a que el intercambio comercial entre Colombia y Venezuela vuelva a los altísimos niveles de hace varios años, cuando el vecino país llegó a ser el segundo socio comercial para los colombianos.

Esta fue una de las partes que acaparó la atención de Petro y Maduro en su primer encuentro personal como presidentes. “Es antinatural. En términos más humanos diría antihistórico, el hecho de que Colombia y Venezuela se separen”, afirmó Petro, y añadió: “No debe ocurrir. Lazos de sangre nos juntan. Es difícil diferenciar genes de uno y otro pueblo. Somos lo mismo”.

Al margen de los temas binacionales, a los cuales el mandatario colombiano dedicó un espacio de su balance de la reunión, Petro pareció mostrar una intención más de fondo en este primer encuentro con Maduro y que trascendería, incluso, la relación entre los dos países y la situación de millones de colombianos y venezolanos que viven a lado y lado de la frontera.

Durante la comparecencia de los mandatarios, en la tarde de este martes, el presidente colombiano afirmó que entre los temas de conversación estuvo “el fortalecimiento” de instancias como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), a la cual, según informó Nicolás Maduro, Venezuela tiene la intención de regresar.

De hecho, Petro les hizo una invitación a los países de este bloque regional “a que acepten” a Venezuela nuevamente. Y confirmó que le planteó a Maduro que su país se reintegre al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, uno de los ejes del nuevo perfil que el mandatario colombiano estaría buscando que tenga la región.

“Hoy, ante la barbarie que se desata en el mundo, ante el avance del fascismo, del autoritarismo, de los éxodos que son respondidos con balas en las fronteras, tanto en Europa (...) como en nuestra América Latina (...), se va mostrando la plena vigencia para el progresismo del mundo y, sobre todo, de América Latina para defender los viejos preceptos”, afirmó Petro.

Y agregó que esta vez se debe generar “una verdadera integración latinoamericana en la práctica, en los hechos, en los proyectos, no solamente en los discursos”, y que “es América Latina la que es hoy un faro de la democracia mundial”.

Lo dicho por Petro se traduce en que, en su opinión, es el momento para que la región avance en la construcción de valores democrático, sociales y progresistas en el mundo y que respondan a las necesidades más apremiantes, especialmente de los sectores menos favorecidos.

Petro parece tener claro que el momento que vive la región es el más propicio para este nuevo perfil que busca impulsar. Pocas veces siete de los diez países que conforman Sudamérica habían estado en manos de presidentes de izquierda o centroizquierda, como se confirmó el pasado fin de semana con el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil.

Luis Inácio Lula da Silva ganó las elecciones presidenciales en Brasil este 30 de octubre. | Foto: Getty

Por ello, Petro afirmó que “podemos ser una antorcha, un faro, si queremos, y creo que nos corresponde el turno de ser faro y, en esa medida, integrarnos, ubicar los cauces de la democracia, vincularnos al pueblo, sin el cual nada es posible, y poder alumbrar otra vez un ‘siglo de las luces’ que se necesita”.

“Por eso nuestra solicitud es a nuestra hermana república y vecina, a nuestro pueblo común, de juntarnos en este esfuerzo que comienza, que debe hacer y debe construir historia mundial, para lo cual tenemos que ser audaces, dialogantes, seductores, abiertos, amplios”, afirmó el presidente.

La intención del mandatario colombiano pudo leerse, incluso, desde antes de su reunión con Maduro. Antes de montarse al avión que lo llevó desde Bogotá hasta Caracas, el mandatario colombiano comenzó a hablar de la “construcción” de una “América” basada en unos principios diferentes a los que la han orientado durante décadas, en las cuales han estado en el poder gobiernos de derecha y centroderecha.

Petro anunció que dentro de los temas que hablaría con el gobernante venezolano estaría “la construcción democrática de América Latina, con los cambios políticos que se vienen presentando, y que en mi opinión -y es mi propuesta- deben consistir en el fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos”.

Por ello, al parecer, la insistencia en que Venezuela reingrese activamente a organismos multilaterales como la Organización de Estados Americanos (OEA), la cual es la sombrilla de otras instancias como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Si se quiere una región con un perfil de defensa de los derechos humanos, como lo pareció mostrar Petro, un primer paso es que un país como Venezuela supere los señalamientos de ser violador de las libertades individuales de sus ciudadanos, algo que, en principio, no parece sencillo de conseguir.