Ocho días completa la crisis más aguda que ha tenido que afrontar el presidente Gustavo Petro en sus diez meses de mandato. En cuestión de horas, el escándalo desatado por las graves denuncias de la niñera Marelbys Meza en SEMANA derivó en las alarmantes revelaciones de la Fiscalía que apuntan a que integrantes de la Dijín interceptaron ilegalmente no solo a Marelbys, sino también a Fabiola, otra humilde mujer que trabajaba en la casa de Laura Sarabia, jefa de gabinete.
El país se escandalizó al conocer que la niñera fue sometida al polígrafo de la Casa de Nariño sin ser funcionaria. Según su relato, tres hombres la mantuvieron incomunicada durante cuatro horas en un sótano ubicado en un edificio al frente de la Presidencia. Allí habría recibido amenazas y presiones para que confesara que se robó una fuerte suma de dinero de un maletín en la casa de Sarabia. Se ha hablado de 3.500 dólares, 7.000 dólares y hasta de 150 millones de pesos en efectivo. Las versiones más audaces se atreven a hablar de sumas mayores.
El escándalo ya tumbó a Sarabia, mano derecha del presidente, y se llevó por delante al embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, quien se convirtió en la sombra de Petro en la pasada campaña electoral y fue fundamental para el triunfo en las urnas. Hoy, todo el país quiere saber las respuestas a estas preguntas: ¿quién ordenó las chuzadas?, y ¿por qué intentaron convertir un robo doméstico en un asunto de seguridad nacional que incluso ponía en riesgo la integridad de Petro y Francia Márquez? La Fiscalía argumenta que todo lo que hicieron fue solo para recuperar el dinero y que el episodio nada tenía que ver con riesgos para el país.
“Las chuzadas regresaron a Colombia”, advirtió el fiscal Francisco Barbosa, quien comparó lo ocurrido con los crímenes que cometieron el DAS y el F-2, ya extintos. Por eso, la inquietud que surge es si este es un episodio aislado o es apenas la punta del iceberg de una repudiable práctica que ya se habría instalado en el Gobierno Petro para perseguir a opositores, periodistas y todo aquel que piense distinto al presidente. Ante las evidencias de la Fiscalía, y visiblemente molesto, Petro se negó a aceptar que, bajo su administración, se esté chuzando.
Tan pronto estalló este escándalo, el pasado sábado 27 de mayo, tras la publicación de SEMANA, la Casa de Nariño se convirtió en un infierno. El presidente guardó un extraño silencio frente al tema, habló de un “golpe blando” y durante horas casó peleas en Twitter que incluso lo llevaron a recibir un fuerte jalón de orejas de parte del Consejo de Estado.
Las primeras pistas
Las investigaciones sobre este nuevo capítulo de chuzadas hasta ahora empiezan. SEMANA conoció que los fiscales buscan establecer si la sala usada para estas interceptaciones ilegales es una al servicio de la Dijín en la zona industrial de Bogotá. Además, indagan qué papel habría desempeñado un general de la Policía en retiro, además de un coronel y un mayor activos. La Fiscalía ya llamó a interrogatorio a tres patrulleros y a un intendente de la Policía.
La lupa también está puesta sobre el coronel de la Policía Carlos Feria Buitrago, quien está a cargo de Casa Militar, la dependencia que se ocupa de la seguridad del presidente. Justamente, Laura Sarabia actuaba como jefa directa del coronel Feria, según las funciones otorgadas en el decreto de su nombramiento. ¿Se desbordó el poder de ese despacho para hacer labores de espionaje? Hace pocas semanas, Sarabia reconoció en entrevista con El Tiempo que quería ser presidenta.
Pero eso no es todo. Una de las líneas de la investigación apunta al llamado Grupo Especial contra Estructuras de Delincuencia Organizada (Gredo), adscrito a la Dijín de la Policía. Desde allí, al parecer, se habría engañado a la Fiscalía con información falsa sobre quiénes eran realmente Marelbys Meza y Fabiola. A ambas las describieron con los alias de la Cocinera y la Madrina, y como integrantes de la peligrosa organización criminal del Clan del Golfo.
Además de chuzarlas, y sustentados en un falso prontuario, ambas mujeres se convirtieron automáticamente en objetivo militar para la fuerza pública. Es fácil pensar que alguien quería ir más allá y callarlas. Otra pregunta a resolver es ¿por qué no se tramitó esta información abiertamente desde Bogotá y acudieron a un fiscal en el Chocó que, según el fiscal Francisco Barbosa y la vicefiscal Martha vera, fue usado y engañado?
Paradójicamente, mientras el presidente Petro ha arremetido contra el fiscal Barbosa, porque supuestamente no ha avanzado en las investigaciones por los presuntos homicidios cometidos por el Clan del Golfo, las chuzadas descubiertas se hicieron camuflando los nombres de la niñera y la empleada como integrantes de esa organización criminal en una investigación contra alias Siopas, quien fue asesinado en una vendetta en abril.
Esta historia, como lo reveló SEMANA en su pasada edición, comenzó el 29 de enero de este año cuando Laura Sarabia y su esposo, Andrés Parra, descubrieron que faltaba un dinero en efectivo que estaba guardado en un maletín que pertenecía a la entonces jefa de Gabinete de Petro. Ese mismo día, a la niñera Marelbys Meza le tomaron huellas y sus primeras declaraciones. Veinticuatro horas después, el 30 de enero, Meza fue llevada, según ella bajo presión, por el conductor de Sarabia a un sótano donde funciona la sala de poligrafía de la Casa de Nariño.
Allí, prácticamente, de acuerdo con su testimonio, habría sido torturada psicológicamente por tres hombres de civil que la amenazaron permanentemente, diciéndole que no regresaría esa noche a su casa y que terminaría en la cárcel. También, según ella, la presionaron con que iban a allanar su casa y las de otros integrantes de su familia. Según los investigadores, las chuzadas duraron diez días, aunque al tercer día, según la Policía, el analista había advertido que tanto Meza como Perea solo hablaban de asuntos personales que nada tenían que ver con el Clan del Golfo.
Marelbys también denunció que hombres de civil, que serían policías, interceptaron a uno de sus hermanos en la calle, exigiendo la devolución de la plata extraviada. Y, por último, como lo prueba un video revelado por SEMANA, Marelbys, su mamá, dos familiares, una amiga y un menor de edad fueron sometidos a una fuerte requisa, sin causa aparente, en la Terminal de Transportes de Bogotá. “Creían que iban a encontrar la plata”, dijo Marelbys.
Lo que sí resultó premonitorio es que, antes de que la Fiscalía se pronunciara, Marelbys le dijo a este medio hace una semana: “Siento que me persiguen, que tengo el teléfono chuzado, estoy en mi casa y siento que están ahí. Siempre está un carro todo el día parqueado”.
Tras la comprobación del fiscal Barbosa, en el sentido de que ella sí fue chuzada, Marelbys, hoy bajo protección, reaccionó así en diálogo con este medio: “Terrible. Estoy en shock. Yo sí sentía que me tenían chuzada”.
Fabiola, trabajadora doméstica en la casa de Sarabia, y a quien también hicieron pasar como una integrante del Clan del Golfo para chuzarla ilegalmente, solo dejó ver en sus estados de WhatsApp las siguientes frases: “Por ahí dicen que el que nada debe, nada teme. Entonces, con la ayuda de Dios, como siempre, todo me va a salir bien (...). Si en algo estoy segura, es que Dios no me va a dejar sola, él será mi defensor”. La mujer cerró con esta frase, escrita a las 2:53 a. m. de este viernes: “Estaré cumpliendo con ese deber 3:00 p. m.”. Luego, en entrevista con SEMANA, anunció que demandará al Estado.
Las movidas de Sarabia
SEMANA confirmó que, durante estos días de crisis, Sarabia se dedicó a llamar a varios periodistas de diferentes medios para tratar de menguar el escándalo y defenderse, pero simulando, frente al presidente, que estaba en silencio.
Desde el principio culpó al embajador en Venezuela, Armando Benedetti, su antiguo jefe, de estar detrás de las denuncias en su contra. Sarabia les dijo a varios reporteros y directores que Benedetti la estaba chantajeando y hasta habló de “extorsión”. Contó, además, la historia a su manera, y solo lo que le convenía. Incluso, a varios periodistas les permitió escuchar algunos audios que le había enviado el embajador. No fueron todos, ni mucho menos los más comprometedores, que la pondrían a ella y a otros funcionarios del más alto nivel a dar explicaciones.
Esta guerra entre Sarabia y Benedetti promete seguir acaparando la atención de la opinión pública durante las próximas semanas. La Fiscalía está trabajando a todo vapor. Mientras Sarabia tendrá que rendir un interrogatorio en la Fiscalía, Benedetti deberá declarar para contar todo lo que sabe.
Si bien Benedetti negó cualquier extorsión o chantaje, lanzó graves acusaciones contra ella en Twitter. Aseguró que se llevó a la niñera para Venezuela durante una semana, porque Sarabia le pidió que la ayudara con el fin de evitar que los medios de comunicación conocieran la denuncia de Marelbys. Pero Sarabia vendió este viaje como la supuesta prueba reina de que Benedetti había influido en la niñera para atacarla. Hasta hoy, los fiscales que han interrogado a la humilde mujer no tienen mayores dudas sobre la validez de su testimonio y la pesadilla que sufrió en un sótano frente al despacho presidencial.
En el contrapunteo entre Sarabia y Benedetti, este último le propinó un golpe crítico a ella al señalarla de mover grandes cantidades de dinero en efectivo en su casa y dejó sobre la mesa la posibilidad de que la mujer más poderosa del Gobierno Petro estuviera detrás de interceptaciones ilegales. “¿Ella chuza?”, se preguntó Benedetti. Hasta ese momento, la Fiscalía no había destapado el escándalo de las chuzadas.
Algunos directores de medios también le contaron a SEMANA que Sarabia escribió desesperada en su chat, el jueves en la mañana, que Benedetti había hecho varios viajes sin permiso de la Cancillería. También estaba empeñada en que se le cuestionara la financiación de los vuelos chárter en los que se trasladaba el entonces embajador entre Caracas y Bogotá, así como sus vuelos a Estados Unidos.
Pero Benedetti no se quedó quieto. A varios periodistas que lo llamaron les respondió de manera categórica: dijo que la empresa de los vuelos chárter fue la misma que usó Petro en la campaña presidencial. Además, recordó que Sarabia organizaba todos los vuelos y sabía muy bien cómo funcionaba todo.
El silencio del presidente
A mediados de la semana, ocurrió un hecho inusual. Hubo un gran silencio del presidente, de más de 21 horas, en las que no publicó ningún mensaje en Twitter. El mandatario tampoco estuvo en la Casa de Nariño, ni asistió a Catam, a las nueve de la mañana, a la reunión de urgencia a la que había citado a Benedetti, después de regresar de Brasil.
SEMANA pudo confirmar que, durante estos ocho días, fuentes de la Casa de Nariño interesadas en defender a Sarabia estuvieron moviendo, de manera interesada, un supuesto informe de inteligencia que contenía graves acusaciones contra Benedetti. Se sabe que mientras Sarabia estuvo todo el tiempo en contacto con Petro, el exembajador tampoco perdió el contacto con el primer mandatario. De hecho, un chat que se le filtró por error a Benedetti en su perfil de WhatsApp permitió ver durante seis minutos que el presidente le pedía calma y le daba una instrucción precisa: “Por hoy es silencio de ambos. Ya veremos cómo se solucionan las cosas”.
El exembajador también le planteaba sus razones a Petro. “¡... Yo estoy calmado!”. Lo llamaba “mi presidente” y se le quejaba de lo que hacía Sarabia. “Me da pena molestarte, pero el canciller está sacando todos mis viajes, lo del avión privado, etc. Es Laura!... y yo estoy callado”, le decía Benedetti a Petro. Ese mensaje fue enviado el pasado jueves a la 1:36 p. m.
Tras explotar el escándalo de las chuzadas, Petro se reunió con Sarabia y Benedetti ese mismo día, después de las diez de la noche, en la casa de otro alto funcionario del Gobierno. Allí hubo tensión y pasó de todo. Hubo gritos y llanto. Pero, desde un principio, en el encuentro quedó claro que, siendo consciente de que Sarabia era insostenible en el Gobierno, el presidente estaba con ella. De hecho, cuando anunció la salida de los dos funcionarios, el mandatario se refirió a Sarabia como “mi funcionaria querida y estimada”. De Benedetti solo mencionó su nombre de forma escueta.
Hasta ahora, este conflicto ha dejado ver ofrecimientos de Sarabia a Benedetti que no se cumplieron. Por ejemplo, sobre la mesa estuvo la opción de que él fuera el ministro del Interior, pese a que Luis Fernando Velasco ya estaba nombrado. También se analizó la posibilidad de que fuera el canciller o que tuviera a cargo las tareas de paz, algo a lo que Benedetti se negó. Al final, Petro quería que él se convirtiera en un superministro en la Casa de Nariño, como lo fue Néstor Humberto Martínez en el Gobierno Santos, es decir, que coordinara a todo el gabinete.
También se planteó la posibilidad de que el embajador en Venezuela regresara a Bogotá para ponerse al frente de las elecciones de octubre, dado que el Gobierno Petro tiene muchos temores de caer derrotado en las urnas. Según la más reciente encuesta de Invamer, la aprobación a la gestión del presidente pasó del 50 % en noviembre del año pasado a tan solo el 33,8 % en mayo de este año. Por su parte, la desaprobación se disparó del 43 al 59,4 % en seis meses.
Aunque no parezca, este escándalo hasta ahora empieza y la crisis en el Gobierno Petro no ha terminado. Algunos apuestan a que podría agravarse con el paso de los días. En los corrillos políticos y en Palacio hay expectativa por la reacción que pueda tener Benedetti y lo que pueda contar sobre lo que conoció de primera mano durante la campaña que llevó a Petro a la presidencia. Todos tienen claro que él sabe mucho. Sarabia también sabe. Aunque no está formalmente hoy en el Gobierno, sigue en el corazón del presidente y bajo su control, y como un apoyo en la sombra.
Sin embargo, fuentes cercanas a Sarabia aseguran que ella les habría dicho a ciertas personas que estaría dispuesta a declarar contra Benedetti en las investigaciones que él ha tenido en contra, algunas de las cuales han sido cerradas. Ella también habría tenido conversaciones con familiares del exembajador y allegados, haciendo advertencias.
En medio de esta grave crisis, se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que datos sensibles sobre el presidente Petro estén en juego. En las últimas horas, se confirmó que hay audios y chats de todo tipo, especialmente entre Benedetti y Sarabia, que podrían desencadenar otro infierno.