En medio de la tormenta por el escándalo que enfrenta Nicolás Petro, hijo del presidente, uno de los barcos insignes del Gobierno se está hundiendo en silencio: la reforma a la salud. Es tal la magnitud del sacudón que vivió el primer mandatario en los últimos días, que nadie ni siquiera la ha visto chapalear. Pero sus horas fuera del agua pueden estar contadas.
La razón principal pueden ser los descaches y la terquedad de su capitana, la ministra Carolina Corcho, pero también la falta de empuje de las reformas de Palacio de Nariño en el Congreso. Las sesiones extraordinarias convocadas desde la primera semana de febrero por el presidente Gustavo Petro finalizarán este 15 de marzo y el balance es bastante agridulce para el Ejecutivo. No se aprobó ningún proyecto y la controvertida reforma a la salud ni siquiera surtió su trámite legislativo más allá de su radicación.
Esta semana, por ejemplo, el Gobierno tenía una pelea clave. En la Comisión Séptima de la Cámara se iba a votar que eliminaran la discusión del proyecto en audiencias públicas. Eso iba a ser en nueve ciudades y extendía el debate hasta la mitad de abril. El presidente quería acelerar el trámite. Todos lo daban por hecho, porque allá tienen mayorías, pero al final la votación se embolató.
El Congreso, que le estaba caminando al Gobierno en la tradicional luna de miel del primer año, está a punto de darle una estocada mortal a la reforma de Corcho. Como van las cosas por ahora, todo parece indicar que el corazón de la iniciativa no tiene consenso. Los congresistas no le van a jalar a eliminar las EPS.
“Solo en cabeza de la ministra y el presidente estaba acabarlas”, le dijo un congresista líder de bancada a SEMANA. La explicación numérica es sencilla: “Hay consenso total por mantenerlas, fuera del Pacto Histórico. Y pues eso son 45 votos de 290”, dice el parlamentario.
La realidad es que nadie, además de la ministra, ha salido a defender que se acaben. Un síntoma muy claro es que en todas las reformas que hay en la Comisión Séptima las mantienen. Allí está la que radicó el sector de los pacientes en Colombia y otra del Centro Democrático. Adicional, hay un documento de 55 páginas y 109 artículos que presentaron esta semana al Congreso el Partido de la U, el Liberal y el Conservador, donde modifican el texto de la ministra de Salud en casi el 70 por ciento.
Cambio Radical, el partido que lidera el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, presentó otra contrarreforma, pero la radicó no como ley ordinaria, sino como estatutaria y su trámite empezará por la Comisión Primera de la Cámara. Pero el elemento común a todas es el mismo: se mantiene el aseguramiento.
La despedida de Alejandro Gaviria fue otra estocada mortal. El ministro lo escribió en Twitter de manera jocosa: “Mi esposa me dicta. Yo escribo. Renuncio al Ministerio de Educación por razones de salud...”.
La situación demostró que el jefe de Estado no logró poner de acuerdo ni siquiera al gabinete ministerial. Corcho complicó la situación aún más con su actitud. El propio presidente del Congreso, Roy Barreras, la calificó de ideologizada y de no escuchar.
El presidente de la Comisión Séptima, Agmeth Escaf, informó que acumulará los proyectos de la reforma a la salud. “Sacaremos de todos y cada uno de ellos lo mejor para esta reforma, será un solo proyecto con los ponentes que ya están asignados”, dijo. Anunció que “no habrá debates de proyectos individuales”. Fue su manera de decir que la muerte de las EPS no tiene los votos asegurados.
La verdad es que el termómetro de esa reforma siempre fue Roy Barreras. El presidente del Senado, alfil de Petro como ninguno, expresó en público y en privado sus reparos.
Hace dos semanas, se reunió en Cali con la exgobernadora del Valle Dilian Francisca Toro y le manifestó abiertamente su inconformismo. En la reunión estuvieron dos congresistas de La U.
SEMANA conoció que de las tres propuestas que tiene la Comisión Séptima de la Cámara, la más fuerte en votos es la que redactaron el jefe del Partido Liberal, César Gaviria; la directora de La U, Dilian Francisca Toro, y el director del Partido Conservador, Efraín Cepeda. De 21 congresistas que integran dicha comisión, 12 respaldarían abiertamente la iniciativa. De ellos, cuatro liberales (Germán Rozo, Héctor David Chaparro, Hugo Archila y María Eugenia Lopera), dos de La U (Víctor Salcedo y Camilo Ávila), dos conservadores (Gerardo Yepes y Jorge Quevedo), dos de Cambio Radical (Betsy Judith Pérez y Jairo Cristo)y dos del Centro Democrático (Andrés Forero y Juan Felipe Corzo).
Las casas políticas que lideran Álvaro Uribe y Vargas Lleras no tendrían problema en apoyar las propuestas de La U, el Partido Conservador y el Partido Liberal. Aunque el Centro Democrático y Cambio Radical presentaron contrarreformas, sus líneas gruesas tienen más puntos de encuentro con las de los partidos tradicionales que la radicada por la ministra Corcho.
Tanto Uribe como Vargas Lleras habían advertido de la gravedad de que se eliminaran las EPS y se concentrara el sistema en la Adres. “Hay varios puntos de encuentros. Sentimos que La U, los liberales y conservadores tomaron algunas cosas que nosotros habíamos propuesto. Ejemplo: el Fondo de Garantías que plantean está contemplado en nuestra reforma. Como ellos, tampoco queremos un monopolio estatal y la burocratización del sistema. Hay matices. Ellos y nosotros no acabamos las EPS, le cambian el nombre, pero mantiene sus funciones”, explicó Andrés Forero, representante del Centro Democrático.
Gustavo Petro tiene claro que, como está redactada la reforma de la ministra de Salud, no tendrá el apoyo en el Congreso. Por eso, antes de empezar a redactar una propuesta de contrarreforma, Dilian Francisca Toro, César Gaviria y Efraín Cepeda se reunieron en la Casa de Nariño con el presidente y hablaron del tema. En otras palabras, en la Comisión Séptima de la Cámara creen que los tres partidos le lanzaron un salvavidas al Gobierno.
Sin embargo, la verdad se conocerá la próxima semana, cuando se sepa si Gustavo Petro aceptará la modificación de su reforma. ¿Será una derrota política en su contra? ¿Lo permitirá Corcho, una funcionaria señalada por algunos congresistas de ser radical y que no escuchó las observaciones del exministro AlejandroGaviria; del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, y de la ministra de Agricultura, Cecilia López? Esas son algunas preguntas que quedan en el ambiente. ¿Si se mantienen las EPS, Corcho se irá del Gobierno?
El presidente confesó la semana anterior, en una cena con el Partido de la U, que tiene afán para que el Congreso apruebe su reforma. De hecho, tenía entre sus planes la ponencia de la Comisión Séptima de la Cámara este 16 de marzo, pero todo cambió por el malestar que cada día genera la iniciativa. Por eso, en la reunión con Dilian Francisca Toro se habló del 20 de junio como fecha máxima para la sanción presidencial.
Este jueves 9 de marzo –casi un mes después de radicada la reforma a la salud en el Congreso– se realizó la primera audiencia pública en Yopal, Casanare. Extrañamente, la ministra Corcho no asistió. “Nuevo desaire de la ministra al Congreso y la ciudadanía”, dijo el representante Forero. En dos eventos anteriores, en los que se socializó la iniciativa del Gobierno, la psiquiatra tampoco apareció.
¿Está molesta la ministra? ¿Cree que es innecesaria la socialización cuando el grueso de su reforma, que es la eliminación de las EPS, está a punto de naufragar? ¿Siente que perdió su pelea con los partidos políticos tradicionales? Las respuestas son inciertas.
Como están las cosas, y si nada extraordinario ocurre, lo más probable es que el Gobierno presente una contrapropuesta o acepte las modificaciones de La U, el Partido Liberal y el Partido Conservador, y trasquile su iniciativa. Lo que quieren los demás no es solo salvar las EPS, sino tumbar la idea de que la puerta de entrada al sistema sean los Centros de Atención Primaria. Lo que les gusta de la reforma es el modelo de atención primaria y la mayor presencia en la ruralidad. ¿El Gobierno dejará que la reforma siga en esas condiciones? La pelea será grande.