La reforma tributaria es la prioridad absoluta del nuevo gobierno. Así lo dejó claro el presidente electo Gustavo Petro durante la campaña, cuando sin sonrojarse fue claro en que iba a presentar una reforma fiscal con una meta de recaudo muy ambiciosa: 50 billones de pesos, es decir, más del doble de lo que buscaba la propuesta del exministro Alberto Carrasquilla que llevó a miles de colombianos a las calles a protestar. Sin embargo, a pesar de hablar de impuestos en plena campaña, Petro fue elegido.
Con este mandato popular, el nuevo jefe de Estado, sin haberse posesionado, tiene desde ya trabajando a su equipo de asesores para diseñar lo que será la reforma tributaria. Pero, además, trazó una detallada estrategia con la que busca asegurar la aprobación de esta iniciativa en el Congreso.
Lo primero que hizo el nuevo jefe de Estado fue asegurarse el control absoluto de las plenarias del Senado y la Cámara. Allí tendrá al experimentado senador Roy Barreras y al aguerrido representante David Racero, quienes estarán presidiendo estas corporaciones y deberán estar vigilantes a que el Congreso no trasquile mucho el texto definitivo que saldrá a sanción presidencial.
Pero el primer round de esta discusión se dará en las comisiones económicas del Senado y la Cámara, que son las que discuten en primera instancia las normas relacionadas con los impuestos y, por derecho propio, son las que mayores modificaciones hacen.
Es decir, si bien las plenarias hacen el proceso de latonería y pintura, las comisiones terceras y cuartas (las económicas) son las que arman la estructura y ponen la ingeniería para que el vehículo avance.
Y en estas comisiones, el petrismo también se aseguró de tener el control absoluto. Será amo y señor.
De acuerdo con los acuerdos a los que llegaron los partidos políticos la semana pasada en las reuniones de compromisarios, el Pacto Histórico tendrá durante este primer año de Congreso las presidencias de las comisiones terceras y cuartas del Senado y la cuarta de la Cámara, mientras que la Alianza Verde (partido de gobierno) estará al frente de la comisión tercera de la Cámara.
Para completar la jugada, Petro se aseguró también las mayorías en estas comisiones. Con el apoyo de La U y el Partido Conservador, el gobierno tendrá diez de los 17 senadores de la comisión tercera del Senado y nueve de los 15 que componen la comisión cuarta. Una situación similar ocurre en la Cámara de Representantes.
A cambio del control de las comisiones económicas, el petrismo tuvo que ceder las comisiones primeras, que generalmente son las de mayor figuración para los congresistas, pues es donde se tramitan los proyectos de hondo calado y las reformas constitucionales, como por ejemplo la reducción del salario de los congresistas, la reglamentación de la eutanasia y la legalización de la marihuana.
La jugadita
A pesar de haberse asegurado las mayorías, en el nuevo gobierno hay cierto temor por la reacción de los partidos cuando ya tengan en sus manos el texto de la reforma tributaria. A ningún congresista le gusta decirle a su electorado que le va a subir los impuestos.
Por ello, se viene cocinando una jugada que podría evitarle a Petro tener el mayor desgaste y obliga al Congreso a aprobar la reforma tributaria. La idea es que antes de radicar la reforma fiscal se radique el presupuesto general para 2023, que ya dejó listo el gobierno de Iván Duque.
Como a los congresistas les gusta ‘meterle la mano’ al proyecto de presupuesto, con el fin de conseguir recursos para sus regiones o grupos de interés, seguramente este quedará desfinanciado y obligará a tramitar una ley de financiamiento, que en definitiva es la misma reforma tributaria. Se vende el problema y luego la solución.
La estrategia de Petro también incluye un componente en el que se mueve muy bien: el manejo del discurso.
El presidente electo ha venido hablando desde la campaña de que su reforma buscaba exprimir solo a los 4.000 colombianos más ricos, es decir, ni siquiera al 1 % de la población. Esta realidad ha venido cambiando después de ser elegido, pues ya se habla incluso de impuestos que afectarían a la clase media, pero la idea inicial ya caló en los colombianos, en las redes sociales ya circula la idea de que se va a ‘clavar’ solo a los ricos, algo que suena muy bien para la galería.
Pero, además, el nuevo jefe de Estado, obviamente, tiene a la bancada petrista, la misma que antes se oponía a cualquier intento de reforma tributaria y convocaba a los ciudadanos a las calles, pero que ahora se ha encargado de hacer un llamado angustioso para que la reforma tributaria se presente lo más pronto posible para solucionar “la deuda social” que dejó el presidente Iván Duque, un discurso que ha caído bien en buena parte de la ciudadanía.
“La reforma tributaria es imperativa. Sin ella, el déficit fiscal, la deuda social y el pasivo ambiental que dejan tres décadas de neoliberalismo, serían impagables. Somos el país de Latinoamérica con menor tasa promedio de tributación porque el Congreso se dedicó a enriquecer a sus financiadores”, dijo el senador Gustavo Bolívar.
Como si fuera una movida calculada para ambientar la reforma tributaria, el senador del Polo Alexander López también se refirió al tema.
“Es necesaria para arreglar el desastre fiscal que deja Iván Duque con sus reformas fallidas, es la forma de lograr la tan anhelada justicia tributaria al eliminar exenciones injustas a los más poderosos y es la forma de lograr un sistema tributario progresivo”, expresó López.
Y el presidente del Senado, Roy Barreras, ficha clave del Pacto Histórico, reconoció que la reforma tributaria es “la prioridad absoluta”.
El nuevo gobierno tiene entonces la sartén por el mango para pasar su reforma tributaria, el libreto ha sido aplicado con disciplina, pero no se puede olvidar que los encargados de tramitarla son partidos políticos que ante el mínimo incumplimiento en materia burocrática pueden echar al traste cualquier iniciativa, más aún cuando el próximo año vienen las elecciones regionales.