El presidente del Congreso, Roy Barreras, a quien el Consejo de Estado le acaba de anular la elección por doble militancia, se convirtió en la figura política clave del presidente Gustavo Petro incluso desde antes de llegar a la Casa de Nariño.
Ni siquiera el cáncer de colon que le fue descubierto en octubre del año pasado ha logrado detener el ímpetu político del senador Barreras, a quien Petro le debe, en buena medida, el haber logrado construir, contra todo pronóstico, una aplanadora legislativa que le aprobó todos los proyectos durante los primeros seis meses de Gobierno.
Sin ni siquiera haberse posesionado, Petro ya tenía mayorías en su coalición de gobierno. Partidos como el Liberal, La U y los conservadores no tardaron en entregarse a la causa del petrismo.
Con la coalición en sus manos, Barreras se encargó luego de tejer con filigrana los acuerdos políticos para conformar las mesas directivas del Congreso. Y nuevamente fue absoluto triunfador.
En un hecho inédito, logró que una misma fuerza política, el Pacto Histórico, tuviera al mismo tiempo no solo las presidencias del Senado y la Cámara de Representantes, lo que ya es una proeza, sino las comisiones económicas del Senado, que fue donde se tramitó la reforma tributaria, una hazaña que no había logrado ni siquiera Juan Manuel Santos en los mejores tiempos de la aplanadora de la Unidad Nacional.
Cumplida esta misión, Barreras le sacó al Gobierno en menos de dos meses otras dos iniciativas clave: el presupuesto general y la llamada ley de paz total, un proyecto que le dio facultades a Petro para poder negociar con los grupos al margen de la ley.
El texto, en el que Barreras ‘metió la mano’ en medio del trámite, resultó tan a la medida del Gobierno que le permitió a Petro negociar incluso con las disidencias de Iván Mordisco, un sanguinario líder guerrillero que se apartó del proceso de paz de La Habana.
Su habilidad política también se puso a prueba en la elección de contralor, la primera prueba de fuego que enfrentó la coalición de Petro.
En medio de una enredada elección de contralor, llena de demandas, de denuncias y tropiezos por todos lados, Barreras ordenó revocar lo que había hecho el anterior Congreso y convocó una nueva comisión para rearmar la lista de 10 elegibles y poder incluir allí a candidatos cercanos a él y al mismo Petro. De allí salió el nombre de Carlos Rodríguez, actual contralor general de la República.
El hasta ahora presidente del Congreso –a la espera de los recursos judiciales que interponga para mantenerse en su curul– también ha sido clave a la hora de lanzar alertas al Gobierno sobre los tiempos en Legislativo. Por ejemplo, el año pasado fue contundente al advertir a los ministros que las reformas que no fueran radicadas durante 2022, tendrían un panorama muy difícil en 2023. Y así ha sido, ninguno de los proyectos sociales radicados por el Ejecutivo ha sido aprobado hasta el momento.
Este olfato político es el que le ha permitido casi siempre estar en el equipo ganador y no tiene ningún pudor en cambiar de camiseta para lograr sus objetivos: primero fue discípulo de Álvaro Uribe, luego de Juan Manuel Santos y ahora de Gustavo Petro. Y para todos ha logrado ser determinante. Hoy ostenta el récord de haber pasado de un lado al otro del espectro político en apenas dos períodos presidenciales. Algunos lo llaman un ‘camaleón de la política’.
El distanciamiento
Tal ha sido la importancia de Barreras como componedor político de Petro en el Congreso que en los últimos meses, cuando decidió empezar a tomar distancia del Gobierno, la coalición de Gobierno se rompió. ¿Una coincidencia?
A pesar de que no lo reconoce públicamente, luego de haberse puesto la camiseta del petrismo durante todo el año pasado, a partir de enero de 2023, un año electoral, Barreras empezó a tomar distancia del Gobierno. No solo lanzó críticas en público a reformas sociales clave para Petro (como la de salud), sino que también lanzó reparos a políticas centrales del Gobierno, como la decisión de no dar más contratos de exploración de petróleo y de levantar las órdenes de captura a miembros de grupos criminales para negociar con ellos la ‘paz total’.
También ha cuestionado decisiones del jefe de Estado, como la de romper la coalición de Gobierno, una determinación que le podría salir cara a Petro.
Este distanciamiento coincidió con la decisión del Consejo Nacional Electoral, en diciembre del año pasado, de otorgarle personería jurídica a su partido político, La Fuerza de la Paz, con el que espera poner alcaldes, gobernadores, concejales y diputados en las elecciones regionales.
Más allá de sus movidas durante el Gobierno Petro, Barreras ha tenido durante buena parte de su carrera una gestión clave en cuanto a los asuntos de paz.
Durante el gobierno de Juan Manuel Santos fue el autor del llamado Marco Jurídico para la Paz y fue el cirujano de las reformas constitucionales para blindar el proceso de paz. Su obra maestra, bautizada fast-track, pretendía aprobar en seis meses reformas y acuerdos que por ley se debían debatir en un término de entre uno y dos años.
Esa fue idea suya, según lo reconoció el expresidente Santos. Esta fue la fórmula salvadora para que se pudieran aprobar en tiempo récord las normas base para implementar el Acuerdo de Paz con las Farc.
También apareció como salvador cuando, de manera sorpresiva, ganó el No en el plebiscito de 2016. Con toda la calma, Barreras se acercó a Santos, quien aún no asimilaba el golpe, y le propuso refrendar lo negociado vía Congreso, pues al fin y al cabo el Legislativo es la representación del pueblo. Y así fue como, luego de renegociado con la oposición, el acuerdo se convirtió en realidad.
Ahora, con esta decisión del Consejo de Estado de anular su elección, el presidente del Congreso fue claro en su mensaje: “regresaré, Colombia seguirá contando conmigo”. Y hay que creerle. No se le puede dar por derrotado.