SEMANA: ¿Cómo evalúa los primeros 100 días del gobierno de Gustavo Petro?
ROY BARRERAS: Han sido frenéticos, de cambios profundos y evidentes en macropolítica pública. Recibimos un país con el déficit fiscal más alto de la historia, con la deuda más grande, con pérdida de control de territorio y la seguridad devastada. En los últimos cuatro años se triplicaron los miembros del ELN, las disidencias y el Clan del Golfo. Además, se deslegitimó a la fuerza pública y se llegó a politizar a tal punto que el excomandante del Ejército Eduardo Zapateiro hizo política en la campaña presidencial. Adicionalmente, se deslegitimó el Estado de derecho permitiendo imágenes funestas, como las fotos del Ñeñe al comienzo del gobierno y las de Matamba al final. En estos 100 días hay quienes quisieran que todo ese deterioro se cambiara.
SEMANA: ¿Y qué ha cambiado?
R.B.: Hay cambios profundos: aprobamos la Ley 418 de la paz total, el tratado de Escazú, la reforma tributaria para garantizar 20 billones de pesos en inversión social y seguramente el alivio de la deuda para mejorar la calificación y hacer lo que otros no creían, como recuperar el grado de inversión en un gobierno de izquierda democrática. Avanzan la jurisdicción especial agraria, el Código Electoral y la creación del Ministerio de la Igualdad. Se restablecieron las relaciones con Venezuela y los diálogos con el ELN. Más ambicioso aún, el presidente ha planteado paz total con todos los grupos ilegales, estamos en ese proceso.
SEMANA: ¿Qué cree que pudo faltar en el arranque del gobierno?
R.B.: Faltó una estrategia de comunicación desde la Casa de Nariño que impidiera la disparidad de voces desordenadas en el mismo gabinete. Creo que eso se ha corregido en las últimas semanas. La orden del presidente de tener un portavoz oficial en cabeza del ministro Alfonso Prada seguramente unificará criterios. También ha hecho falta que algunos de los ministros asuman su papel, porque tienen que dejar de ser activistas para volverse ministros. Eso implica saber que se gobierna para todos los colombianos.
SEMANA: ¿Cuáles han sido los ministros más destacados?
R.B.: Apenas llevamos tres meses. Muchos aún están calentando y creo que hay unos que por su experiencia han demostrado compromiso y eficacia. Debo decir que un ministro que no conocía y que había recibido injustas críticas es uno de los que más ha respondido: el ministro de Transporte, Guillermo Reyes. Me tiene gratamente sorprendido, está resolviendo cosas. El ministro Prada está haciendo su tarea, y es notoria la posición coherente y firme del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo. Hay una tarea muy importante que aún no se ve por parte del canciller, Álvaro Leyva: el solo hecho de restablecer las relaciones con Venezuela, recuperar la validez de los protocolos de paz con Cuba y tener una comunicación más privada con Nicaragua para evitar mayores daños en las relaciones.
SEMANA: ¿Y los demás ministros?
R.B.: La ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, avanza en medio de las tormentas. Sus últimas declaraciones tranquilizan a los mercados, sabiendo que Colombia seguirá haciendo exploración y explotación de hidrocarburos. La transición energética es necesaria, pero no se hace en 15 días, sino en 15 años, como lo está haciendo Europa. Asimismo, debo decir que habrá un debate de fondo sobre la reforma a la salud. Es necesario que la ministra Carolina Corcho aproveche los próximos 90 días para que consensúe una reforma que mejore el sistema sin echar a perder el modelo de aseguramiento.
SEMANA: ¿A cuáles ministros les metería el acelerador?
R.B.: Al Ministerio de la Igualdad, que todavía no existe.
SEMANA: Me refiero a los ministros que empezaron el Gobierno Petro.
R.B.: Lo invito a hacerle esa pregunta a la oposición.
SEMANA: Algunos analistas atribuyeron la disparada del precio del dólar a las declaraciones controvertidas de Irene Vélez. El ministro Ocampo así lo dejó entrever. ¿Piensa igual?
R.B.: Otros analistas calificados, también con una visión más ecuánime, entienden que la subida del dólar responde a criterios nacionales e internacionales, a la subida de las tasas de interés de la FED, a los riesgos de recesión y al decrecimiento económico de China. Por supuesto, también ha habido, sin duda, la incertidumbre que se generó antes de la reforma tributaria sobre la exploración petrolera. Eso contribuyó a esa subida del dólar, pero hoy no hay incertidumbre.
SEMANA: Si se aprueba la reforma política y el presidente Petro le propone ser ministro, ¿aceptaría?
R.B.: Tengo una responsabilidad con los colombianos y el Pacto Histórico para sacar adelante esta agenda. Tengo una condición de salud que espero me permita terminar mi responsabilidad en la presidencia del Senado. Si Dios quiere y me va bien, espero terminar mi tarea política no en cuatro años, sino en un año. Terminada la presidencia del Congreso, dependiendo de las condiciones de salud, esperaré a retirarme de la actividad política. Se ha hecho lo que se ha podido. Habrá un relevo generacional que asuma otras tareas. Tengo planes de disfrutar más de mi familia, escribir, pero no dejaré la responsabilidad con el presidente Petro de sacar adelante esta agenda. Mientras la salud me lo permita, estaré al frente de esta presidencia.
SEMANA: No me quedó claro. ¿Cuánto tiempo estaría en el Congreso?
R.B.: Espero terminar la presidencia del Congreso. Dependiendo de esas condiciones de salud, probablemente me retire del Congreso terminada la presidencia del Senado. Quiero escribir. Tengo pendiente esa vocación literaria, tengo varias novelas en camino.
SEMANA: En contravía del Gobierno Petro, usted ha insistido en que se necesita explorar y explotar hidrocarburos. ¿Por qué?
R.B.: Sin exploración no hay paraíso. ¿Cuál es el paraíso para la humanidad? Garantizar energías limpias, dejar de depender del petróleo, parar el calentamiento global y evitar la extinción de la humanidad. Pero evitar esa extinción implica financiar esa transición energética. ¿Cuánto cuesta montar las granjas de energía solar, las torres de energía eólica? ¿Cuánto cuesta reemplazar todo el parque automotor de gasolina y diésel por vehículos eléctricos y reemplazar todas las estaciones de combustible por unas de carga de energía? Eso se demora más de una década, hay que financiarlo con la riqueza que tenemos en el subsuelo. El petróleo hay que sacarlo, venderlo a 100 dólares por barril y con esa plata darles de comer a los pobres y garantizar la financiación de la transición energética. Ese es el paraíso. Sin exploración no hay paraíso.
SEMANA: Usted es médico. ¿Es tan malo el sistema de salud en Colombia, como dice la ministra Carolina Corcho?
R.B.: Hay calificaciones internacionales suficientes para saber varias cosas. Soy el autor de la Ley Estatutaria de Salud. El sistema requiere mejoras urgentes: recuperar la red pública hospitalaria, que está quebrada; eliminar el sistema de administración de las ESE politizadas y corruptas, y garantizar la atención primaria, entre otras. Esas mejoras deben hacerse sin destruir el modelo de aseguramiento y construyendo sobre lo construido. Van 30 años de experiencia de administración en salud, de construcción de redes de prestación de servicios públicos y privados, que no deberían deshacerse. Las EPS tienen que mejorar, pero no pueden desaparecer el modelo de aseguramiento que funciona. La Ocde, la Organización Mundial de la Salud, las calificadoras internacionales catalogan el sistema de salud de Colombia como uno de los modelos de aseguramiento más exitosos de América Latina. Invito a la ministra de Salud a un debate amplio, abierto y tranquilo en los próximos 90 días para que la reforma a la salud que se presente sea una reforma que construya sobre lo construido, que corrija los errores, termine con los abusos de algunos sectores del capital privado, pero que no destruya el modelo de aseguramiento. Empezar de cero le generaría un traumatismo enorme a la sociedad colombiana. Y advierto un riesgo: así como se empieza a aliviar la incertidumbre económica y petrolera, aún crece la incertidumbre entre los actores del sector de salud. Si se asfixian las EPS más grandes, las que mejor funcionan, se van del país y habría unos 14 millones de colombianos desamparados. ¿Quién los va a atender? Los hospitales públicos o la Nueva EPS colapsarían en 15 días porque no pueden asumir toda la red de prestación.
SEMANA: ¿Está de acuerdo con que los guerrilleros del ELN tengan representación política en el Congreso si llegan a un acuerdo con el Gobierno?
R.B.: Por supuesto, la justicia transicional en el mundo implica cambiar las armas por la palabra. Y la palabra es el ejercicio de la política para quienes han tenido origen político.
SEMANA: ¿Los militares deben estar en la mesa de diálogo con el ELN?
R.B.: No tengo duda de que el éxito del acuerdo de paz, aplaudido por el mundo, al desmontar la guerrilla más grande y antigua de América Latina, las Farc, se debió en gran medida a la presencia de militares en la mesa de negociación.
SEMANA: ¿Hay tiempo para el Código Electoral? La MOE advierte que la Corte Constitucional podría tumbarlo porque está muy encima de las elecciones de 2023.
R.B.: No soy muy amigo de escuchar muchas voces de Casandra, que, antes de que ocurran los problemas, anuncian los desastres. El 20 de julio pedí que se radicara con mensaje de urgencia para poderlo aplicar en las próximas elecciones. Estamos en noviembre y el mensaje de urgencia no ha llegado. Con o sin eso, lo vamos a apoyar y será una realidad. ¿Cuál es la diferencia? Si hubiese mensaje de urgencia, podría aplicarse en octubre de 2023. Si no lo hay, tendríamos que terminar de aprobarlo en el primer semestre y, seguramente, con la revisión constitucional necesaria, no tendría tiempo de aplicarse en octubre. Ojalá llegue el mensaje de urgencia. Aún tenemos tiempo.
SEMANA: ¿Cómo ha sido liderar el Congreso y atender las sesiones de radioterapia producto del cáncer que le detectaron?
R.B.: Tengo dos bendiciones: la fe que me impide temerle a la muerte, porque la muerte es, en la opinión de quienes somos creyentes, un paso hacia la eternidad. Además, la certeza, desde Epicuro de Samos, de que la muerte es un problema de los que se quedan y la vida es un problema de uno y hay que vivirla. Mi compromiso con el cambio, con el presidente Petro y la agenda legislativa es lo que me estimula. Salgo a las 5:30 de la mañana hacia la Fundación Santa Fe a hacerme quimioterapia o radioterapia. La mayoría de las veces logro estar en el Congreso a las 8:00 a. m., atendiendo mi agenda legislativa. Gracias a los médicos, a las enfermeras que me atienden todos los días, que me aplican los medicamentos necesarios, los paliativos para los síntomas, los sueros de hidratación, aquí voy. Mientras el cuerpo me lo permita, cumpliré con mi deber y no porque sea valiente. Le confieso a SEMANA: le tengo mucho miedo al dolor. Los médicos solemos ser cobardes frente al dolor. En cambio, la agenda legislativa me da ánimo para poder seguir adelante. Creo que el presidente Petro es un visionario y merece todo el apoyo. Es mi llamado a los ministros: ayudémosle todos al presidente a ejecutar sus ideas, el mandatario solo no puede, necesita un gabinete eficaz, el respaldo popular, la comprensión de los medios y la crítica oportuna para corregir lo que hay que corregir.
SEMANA: El cáncer ya no es sinónimo de muerte, pero, cuando se lo confirmaron, ¿en qué pensó?
R.B.: La vida implica la muerte. No solamente es el cáncer, cualquiera debe saber que hay que vivir la vida intensamente cada día como si fuera el último, porque la vida es prestada y es maravillosa. Le cuento una anécdota: el día en que me notificaron el cáncer, en un chequeo ejecutivo de rutina, lo primero que hice fue llamar a mi hija, médica neuróloga en el hospital Johns Hopkins. Cuando le timbré, me contestó y me dijo: “Padre, te iba a llamar porque te tengo una noticia, estoy embarazadita”. Con esa noticia tan maravillosa de que iba a tener una nieta, no pude contarle la mala noticia del cáncer hasta el otro día. La alegría de saber que me llega una nieta, que es un sinónimo de vida, alivió tremendamente la preocupación del primer día.
SEMANA: ¿Se ha sentido devastado en algún momento?
R.B.: Sí, en la mañana del jueves pasado, cuando estaba en la rueda de prensa del bloque parlamentario de Bogotá. Me tuve que retirar por un bajón en la presión arterial que me impidió seguir adelante. Logré ponerme un suero hidratante y después tomar un avión con el ministro de Transporte rumbo a Cali.