Hace unas semanas, cuando el Partido Conservador anunció que formaría parte de la bancada de gobierno de Gustavo Petro, el expresidente de la colectividad Ómar Yepes lanzó una frase que hoy parece premonitoria: “En algún momento habrá una rebelión”.
Yepes se refería a la posibilidad de formar una nueva colectividad, pero eso al parecer no va a ser necesario. Desde el propio partido se empiezan a hacer sentir voces de malestar y no es claro cuánto pueda durar esa buena relación entre los congresistas azules y Petro.
Parlamentarios le contaron a SEMANA que esa inconformidad ha ido creciendo. Una de las principales razones es que no les están dando juego en varias de las dependencias del Gobierno, es decir, les hace falta más burocracia.
La principal queja radica en que el presidente del partido, Carlos Andrés Trujillo, quien llevó a la colectividad donde Petro, es el único canal directo entre la bancada y la Casa de Nariño.
“En la bancada conservadora ya hay cierta molestia con Trujillo porque aducen que, de alguna manera, los espacios que el Gobierno le ha brindado al partido se han quedado en cabeza de él y no ha dado oportunidades para que otros congresistas presenten hojas de vida”, dijo un congresista que pidió la reserva de su identidad.
Para nadie es un secreto que la idea de formar parte del Gobierno pasaba por recomendar nombres para varios cargos en la Casa de Nariño. La cuota más clara de la colectividad es el ministro de Transporte, Guillermo Reyes, y se espera que el brigadier general en retiro de la Fuerza Aérea José Henry Pinto sea el director de la Aerocivil, según varios de la bancada, también por recomendación directa de Trujillo.
Ese disgusto también se ha visto reflejado en la agenda legislativa, especialmente en proyectos que son de especial interés para Petro.
Hubo un hecho concreto que encendió las alarmas. Por primera vez, la aplanadora del Gobierno se quedó sin apoyos en un debate de la reforma política. Luego de que se aplazara la discusión, el presidente del Senado, Roy Barreras, le jaló las orejas a los miembros del Partido Conservador, pues se fueron del recinto. “Lo que resulta notorio es que el conservatismo en bancada decidió ausentarse. Es un tema del ministro del Interior, pero hay que preguntarles si todavía son bancada de gobierno, porque los partidos de gobierno acompañan la agenda del Ejecutivo”, aseguró Barreras.
Esta semana finalmente fue aprobado el proyecto en segundo debate. Sin embargo, los azules radicaron una ponencia en la que expresaron su inconformidad con las listas cerradas y apoyaron que se hundiera el voto obligatorio.
En la reforma tributaria, la bancada conservadora no acompañará que se graven las pensiones de los colombianos por encima de los 10 millones de pesos y lograron disminuir en cinco puntos las ganancias ocasionales y el impuesto al patrimonio.
También han sido notorios los enfrentamientos de los conservadores con otros partidos de la coalición de gobierno. En otro debate, el representante a la Cámara Juan Carlos Losada, del Partido Liberal, lanzó una frase que dejó pensando a muchos.
“Presidente Petro, se lo dije en privado y ahora lo hago en público: las bases de las mayorías de este Congreso no pueden ser con nuestros contradictores ideológicos”, dijo.
Un congresista de la bancada conservadora reconoció que esa relación con el Gobierno se podría romper en cualquier momento: “Eso dura poco. En mi percepción, no sé hasta cuándo pueda llegar, pero realmente es una bomba de tiempo porque cumplirle a todo el mundo es imposible”.
Cuando el Partido Conservador anunció ser parte del Gobierno, hizo la salvedad de que eso en cualquier momento se podía romper. “El Partido Conservador no abandonará con esta decisión la defensa de sus líneas azules (...). Por ello, se reserva el derecho que otorga la ley para modificar esta posición dentro del periodo constitucional del actual Gobierno cuando estos principios u otros que defendemos se vean comprometidos”, dijeron. ¿Volverán los azules a sus bases? Todo puede pasar.