Sentado y mirando fijamente el lienzo que arropó el cuerpo de Ivonne, su hija fallecida brutalmente por el grupo terrorista Hamás, Julio Rubio recordó cuando, 30 años atrás, él y Gloria Patricia Rubio, su esposa, salieron de Colombia huyéndole a la violencia. El entonces narcotraficante Pablo Escobar Gaviria había convertido al país en un campo de batalla: bombas, policías, políticos y periodistas muertos. Huyeron de la guerra, pero tres décadas después encontraron una igual o quizás peor que ha dejado más de 2.800 muertos en menos de dos semanas.

Bajo la sábana blanca estaba Ivonne, irreconocible por las heridas a bala y las explosiones que cayeron sobre el búnker antiaéreo, sin puerta, donde ella se escondió del grupo islámico que la atacó sorpresivamente después de participar en una fiesta electrónica a menos de 5 kilómetros de la Franja de Gaza, en el amanecer del sábado 7 de octubre. Su cuerpo esbelto, de piel canela, que la llevó a incursionar en el modelaje, no parecía el suyo. Su cara estaba hinchada, casi indescriptible, contó Hernán Hincapié, pariente de la joven.

“No fui capaz de verla, estaba irreconocible, prefiero quedarme con su cara bonita”, narró, desgarrado, Julio, su padre, un tolimense que se dedica a la decoración de interiores en Tierra Santa. Un tatuaje ubicado en la mano derecha y uno más bajo del seno del mismo lado permitieron que Andrés, el hermano de Ivonne, identificara su cadáver. Una prueba de ADN confirmó la familiaridad.

Ivonne Rubio y su familia en medio de una celebración en Israel.

La sepultaron cubierta de vendas, como una especie de momia, bajo el ritual del judaísmo. Su cuerpo fue bañado, en señal de pureza, por mujeres y envuelto en un sudario blanco para, posteriormente, terminar sepultado.

Gloria Patricia, la madre, se desmayó durante el velorio. “Mi hija debió enterrarme a mí, no yo a ella, es la ley de la vida. ¿Por qué, desgraciados?”, gritó la bogotana después de aferrarse al cadáver.

Julio protagonizó el mismo episodio. “Me mataron a mi hija, mataron a mi hija”, repitió varias veces entre lágrimas. El rabino ofreció una oración para calmar a los asistentes.

La cremación está prohibida. Una bandera de Colombia y otra de Israel acompañaron la despedida del cuerpo. Los vecinos del barrio de Jerusalén, donde habita la familia de colombianos, movieron con las manos los símbolos patrios y marcharon por una zona de la ciudad para darle el último adiós a la joven.

A Julio los asistentes le desgarraron su camiseta como parte del ritual judío y no podrá cambiarse de prenda en siete días. Tampoco podrá afeitarse, ni cortarse el cabello durante esos días. Solo recibirá visitas en señal de duelo.

Ivonne Rubio y Antonio Macías, su compañero sentimental desde hace cuatro años.

Al funeral asistieron decenas de israelíes. También Adam Cohen, un norteamericano que llegó por estos días a Tel Aviv a celebrar el matrimonio de su hermano. Él estuvo con Ivonne y Antonio Macías, pareja sentimental de la mujer, también muerto tras el cruento ataque de Hamás. Guardó silencio frente al cuerpo, de los ojos le corrían lágrimas y solo se limitó a abrazar a los familiares de la colombiana y decirles “lo siento”. Está en pánico. Huyó de los terroristas y ni siquiera él lo entiende. Tampoco sus médicos, que lo recibieron en un centro asistencial y le dieron auxilio.

Cohen no pronuncia una sílaba de lo ocurrido en la madrugada del 7 de octubre. Sin embargo, un video que él grabó y que tiene en su poder SEMANA confirma la tragedia: una carretera desolada, un sol radiante del amanecer y un grupo de jóvenes, entre ellos Ivonne, gritando desesperadamente en hebreo: “Nos van a matar, nos van a matar”.

La mujer salió corriendo de la fiesta apenas las sirenas interrumpieron la música electrónica. Los misiles empezaron a caer, mientras los terroristas aparecieron en el lugar y dispararon sin mediar palabra. Ivonne, Antonio y Adam corrieron hacia el mismo sitio.

La colombiana, en medio del desespero, tomó su teléfono y llamó a Julio. “Papi, papi, estamos en guerra”, pronunció al otro lado del teléfono. El padre recuerda que ella corría desesperadamente, ansiosa, con voz agitada, mientras le anunciaba que buscaría un búnker. “Ella tenía la necesidad, el desespero de salir con vida”, dijo su progenitor.

Él llamó al Ejército, pero la tropa israelí no estaba en la zona. La Policía sí, pero a todos los uniformados los acribillaron salvajemente. “A los niños de la zona los decapitaron, una barbarie total, ni siquiera en las películas se observa tanta crueldad”, dijo el padre de Ivonne. Los terroristas llegaron al área lanzando morteros, en camionetas 4 x 4 y en cada una iban hasta diez hombres armados.

Los tres jóvenes, en medio del tiroteo y los estruendos de los explosivos, aparecen después en otro video. Se observan en un automóvil, se ven aturdidos por el pánico, mientras les piden auxilio a unos policías. “Unos uniformados los detuvieron y les pidieron que cogieran hacia otra parte. ¿Y qué pasó con esos patrulleros? También los asesinaron”, responde el padre de Ivonne.

Segundos después, en las imágenes que Adam alcanzó a subir en redes sociales, se observa el búnker de refugio antiaéreo donde se resguardaron. Tiene un techo cubierto por una capa espesa de cemento, pero no tiene puerta. Todos son jóvenes y tienen rostro de tragedia porque nadie sabe lo que va a ocurrir, según el video. A su alrededor, todo está descapotado. No hay hacia dónde escapar.

Minutos después –según la hipótesis de la familia–, Ivonne y Antonio habrían sido sorprendidos por los terroristas que, sin pronunciar palabra, lanzaron explosivos contra el búnker. Y después remataron a bala a los cuerpos que veían sobre el lugar. Adam logró escapar.

La Cancillería confirmó la muerte de Ivonne Rubio. | Foto: Captura redes sociales

“Adentro estaba mi niña, desgraciadamente estaba ella, no tuvo la suerte de correr, se encontró con esos bandidos, esos criminales, salvajes. Ellos no te perdonan la vida, van arrasando con todo el mundo, son fundamentalistas, tienen una visión de la vida con tan poco valor”, describe el padre, sumido entre las lágrimas.

Ivonne, quien viajaba frecuentemente a Colombia, especialmente en carnavales, se convirtió en uno de los primeros 200 cuerpos en ser reconocidos. Lo mismo que Antonio, cuyo cadáver fue identificado hasta este viernes. La familia, en realidad, temía lo peor: o estaba muerto o secuestrado por Hamás. La primera hipótesis terminó cierta.

Ivonne –quien se dedicaba a orientar a los jóvenes sobre qué carrera profesional estudiar– y Antonio –peluquero de profesión– se conocieron hace más de cuatro años en una reunión de sus dos familias. Ella ya tenía a Aviel, su hijo, hoy de 4 años, y él a Manuela, de 6. Ambos habían dejado atrás sus antiguas relaciones sentimentales.

La mujer vivía en Jerusalén y él en Tel Aviv. El amor entre ambos era tan grande que, en la génesis de la relación, ella lo visitaba casi a diario en su carro, 65 kilómetros que la llevaban a tardar 45 minutos en carretera.

Posteriormente, optaron por rentar un cuarto en la ciudad de Ra’anana y luego una casa grande en Tel Aviv, donde vivieron en arriendo hasta hace más de una semana, cuando salieron de fiesta y terminaron muertos. La familia sepultará este sábado al hombre, devolverán la vivienda donde vivía la pareja y Aviel y Manuela, dos niños de 4 y 6 años que unió el amor, tendrán que separarse y cada uno irse con su familia porque la guerra entre Israel y Hamás los desarraigó.