Como si el presidente Gustavo Petro no tuviera problemas por resolver, le acaba de estallar en las manos una nueva papa caliente: una tensión ministerial después de 18 meses de haber comenzado su gobierno, un escenario que puso al descubierto pujas por el poder en el entorno de sus funcionarios más cercanos.
Entre los planes futuros de Petro estaba remover parte de su equipo de máximos colaboradores. Sin embargo, un consejo de ministros adelantado el miércoles 31 de enero en la sala de juntas de la Casa de Nariño terminó por precipitar la decisión.
Petro, visiblemente salido de tono, reclamó a sus ministros por los pobres resultados y la baja ejecución presupuestal; prácticamente todos resultaron rajados. Hasta este viernes, Jorge Iván González, director de Planeación, era el sacrificado que había trascendido. Sin embargo, también están el director de la Agencia Nacional de Tierras, Gerardo Vega, y la directora del Invías, Mercedes Gómez. En capilla hay otros nombres.
SEMANA conoció por varias fuentes que estuvieron en el consejo de ministros que la diferencia entre el presidente y González se originó porque Petro insistió en su propuesta de girar millonarios recursos económicos a las juntas de acción comunal y no a los alcaldes y gobernadores para construir carreteras, proyectos de infraestructura y otras megaobras. Solo así –a juicio de algunos líderes de la Colombia Humana– se les cortarían los recursos a los partidos políticos tradicionales y se les restaría capacidad de maniobra para 2026.
“No quiero nada con Bogotá, nada con los Char, tampoco con Antioquia”, habría dicho Petro en la reunión privada, según narró una de las fuentes a SEMANA.
Los asesores de González, quienes dan el visto bueno a los proyectos, tienen la teoría de que esa estrategia es riesgosa. De hecho, la pobre ejecución presupuestal de 2023, en inversión del 70 por ciento, obedeció, entre otras razones, a la propuesta del jefe de Estado. Para los asesores, las juntas comunales no tienen solvencia económica para responder en caso de un hecho extraordinario, no habría responsabilidad compartida con la nación y no tienen experiencia.
La gota que rebosó la copa surgió cuando Petro preguntó a la ministra de Educación, Aurora Vergara, qué pasó con los 500.000 cupos universitarios para los jóvenes en Colombia. Ella respondió que el tema estaba en manos del DNP. González trató de explicar sus avances y por qué, tras varias reuniones con las universidades públicas y privadas, no veía posible alcanzar la cifra, reportó la fuente.
El presidente, incómodo, lo señaló de neoliberal, le dijo que él no estaba acorde con su plan de gobierno y hasta le mencionó que el DNP era una entidad en la que aún estaban funcionarios de Iván Duque, narró el testigo.
González respondió que el presidente rechazaba a los técnicos y prefería a los activistas. “Lo mejor es que yo renuncie, presidente”, le propuso el académico, a quien llaman ‘el Sabio’ por su amplia experiencia. Petro, sin dudarlo, le respondió que “sí”. En su carta de renuncia, González aprovechó, se sacó una espina y le echó un vainazo.
“El cumplimiento de las metas del Plan de Desarrollo no es posible sin el concurso de todos los alcaldes y gobernadores, y sin el aporte de las organizaciones gremiales”, escribió. Quienes estuvieron en el consejo de ministros entendieron el mensaje.
Prueba del malestar y el mal ambiente en el interior del Gobierno es que, tan pronto se conoció la renuncia de González, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, le dijo al país que había salido del cargo por “un grado de agotamiento en su situación física”. Esa versión la desmintió la Oficina de Comunicaciones del DNP. “Jorge Iván González goza de un óptimo estado de salud. Su renuncia no fue motivada por agotamiento ni condiciones de salud”.
En el consejo de ministros, el ambiente se puso aún más tenso cuando Laura Sarabia, directora de Prosperidad Social, y quien le habla al oído a Petro, anunció su carta de renuncia protocolaria. Pocos entendieron las razones que llevaron a Sarabia a tomar la decisión y algunos pensaron que estaba motivando a los demás a seguir su ejemplo.
Varios funcionarios contemplaron la posibilidad de dimitir y darle libertad al jefe de Estado para mover el ajedrez político, ad portas del estudio de la reforma a la salud en el Congreso. Por eso –añadió la fuente–, se filtró a la prensa la posibilidad de una crisis de gabinete.
En medio de la tormenta, el director del Dapre, Carlos Ramón González, no tuvo otra alternativa que calmar las aguas y escribir en el chat de WhatsApp del gabinete. Pidió a los ministros que no renunciaran porque no era una orden del presidente. Tal como se preveía, la carta de Sarabia era simbólica y no la aceptó Petro. “Hablemos de cómo hacemos para que el agua en Quibdó no llegue contaminada (...). Esas son las discusiones que realmente me interesan. Seguiré trabajando por las metas del presidente Gustavo Petro”, escribió Sarabia.
La movida de ella, quien al parecer solo quería llamar la atención, no fue bien vista en Palacio. Tanto, que algunos funcionarios no descartan que se trate de una “pataleta” contra el mandatario, con quien ya no tiene la total cercanía que existió en su primera etapa.
Durante su ausencia del palacio presidencial, tras el escándalo de su exniñera Marelbys Meza, quien la denunció por someterla irregularmente al polígrafo, otras figuras representativas le ganaron terreno con Petro, entre ellos Carlos Ramón González, hoy director del Dapre, con quien la funcionaria tiene profundas diferencias.
Sarabia contemplaba que, tras su regreso al poder, Petro le movería la butaca a González, como hizo con Cielo Rusinque en el DPS. No obstante, no ha sucedido, al menos hasta ahora.
Amigos del mandatario le han sugerido que Sarabia es una figura polémica, que abusa del poder que le otorga el Gobierno y que no es conveniente tenerla cerca. Al fin y al cabo, la exasesora de Armando Benedetti carga entre pecho y espalda la investigación por el escándalo de su exniñera y, en el caso de la Procuraduría, podría correr con la misma suerte del canciller Álvaro Leyva, suspendido tres meses de su cargo por el escándalo de los pasaportes.
Sarabia no ha podido mover a Carlos Ramón González del Dapre. Él es un zorro político, amigo personal de Petro desde hace más de 30 años, militaron en el M-19 y hoy maneja los hilos del poder político desde el computador de Palacio. Como si fuera poco, cuenta con el respaldo político de la Alianza Verde, el partido que fundó y que será clave para la aprobación de las reformas estructurales en el Congreso.
A juicio de algunas personas que trabajan en la Casa de Nariño, la directora del DPS quiere repetir el malestar y el mal ambiente que existió en el Departamento Administrativo de la Presidencia cuando estuvo Mauricio Lizcano y ambos trabajaron a escasos metros. El hoy ministro de las TIC no se podía ni ver con Sarabia y en varias ocasiones hubo señalamientos de filtraciones a la prensa de ambos lados.
Sarabia –quien además estaría molesta por la llegada de Armando Benedetti a la embajada de Colombia ante la FAO en Roma (el presidente le ofreció un ministerio, pero no aceptó)– genera indisposición entre varios funcionarios del Gobierno. Por ejemplo, otra fuente de mucha credibilidad le dijo a SEMANA que ella y la ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad, tienen diferencias porque durante la ausencia de la exjefa de gabinete, la exconcejal de Bogotá ganó terreno con el jefe de Estado. En los más recientes viajes al exterior, Muhamad desempeñó un papel protagónico, como ocurrió en Davos.
A Petro ya le han hablado de Muhammad como su posible jefa de gabinete, pero eso no sería tan fácil porque bajaría de rango a una ministra que copia el discurso de su jefe al pie de la letra, que no ha tenido escándalos y es de las pocas funcionarias que han logrado mantenerse en los primeros 17 meses. En la época de Petro como alcalde de Bogotá, Muhamad era una de sus escuderas.
“Yo no tengo ninguna tensión con Laura –le respondió Muhamad a SEMANA–. Todos esos chismes lo único que hacen es erosionar el Gobierno“, expresó.
Laura Sarabia busca recuperar el espacio que ha ido perdiendo con el presidente. De lo contrario, no descarta recibir lo que ella tanto ha ofrecido a los ministros que van de salida: un cargo diplomático o un puesto de representación ante la ONU.
Mientras tanto, el presidente Gustavo Petro tendrá que definir con urgencia si anticipa el remezón ministerial o si sigue adelante con su Gobierno y sus fricciones internas.