Quienes le han entregado más de media vida al Congreso de la República dan fe que por los pasillos del capitolio “asustan” de soledad desde los miércoles en la noche.

Tan pronto se levantan las plenarias de Senado y Cámara, o incluso antes, cada semana se repite la estampida de presurosos congresistas escoltados, la mayoría foráneos, huyendo del frío de Bogotá, con la esperanza de solo volver a padecerlo hasta el martes siguiente, después de cada fin de semana, que en el caso de los congresistas se extiende hasta el lunes.

El jueves y viernes pasados, el susto que se llevaron quienes llevan trabajando más de media vida en el capitolio cuando vieron sus pasillos llenos y las curules ocupadas, como si fuera martes o miércoles de cualquier semana, entre marzo y junio y de julio a diciembre, pues los congresistas son los únicos colombianos que por ley gozan de cuatro meses de vacaciones.

Aprovechando el trabajo de senadores y representantes en sus regiones, los últimos días hábiles de la semana, 133 “congresistas” dejaron sin silla a los que se fueron para Barranquilla y al resto del país. Durante dos días sesionaron en álgidos debates sobre los proyectos de reforma tributaria, reforma política, el de la paz total y el de servicio militar para hombres transgénero.

Aunque nadie daba un peso porque en 48 horas saliera trabajo para la Gaceta Oficial y los rodillos entintados de la imprenta nacional, se “aprobó” la reforma tributaria, el proyecto de paz total, y la regulación de la situación militar de los ciudadanos que no se sienten identificados con el género con que nacieron. Solo la reforma política se hundió.

Por eso, la Hanns Seidel Stiftung (HSS), organización no gubernamental alemana que desde hace cinco décadas se dedica a la formación política en más de 70 países del mundo, no la bajó de “jornada inolvidable” en su perfil oficial de Instagram

La HSS lleva 30 años en Colombia, uno menos que la Constitución del 91, y desde 2005 vienen despertando la inquietud por ser congresista en estudiantes de pregrado de cualquier carrera, aunque hacer leyes y control político en Colombia se haya vuelto una “profesión” desprestigiada por la forma como muchos padres de la patria la ejercieron.

Modelo Congreso es la simulación del Senado de la República donde los Congresistas Estudiantiles de diferentes universidades públicas y privadas de todo el país debatirán en comisiones y plenaria cuatro proyectos de ley que estén en la agenda vigente.

Modelo Congreso 2022, edición 35 del simulacro, fue desarrollada por la fundación Domopaz, que desde el 2002 viene enseñando a estudiantes los rincones ocultos del capitolio y los secretos de cómo ejercer la “profesión” de congresista.

Las elecciones

Los 133 “congresistas” que se “tomaron” el capitolio habían sido elegidos el miércoles 26 de septiembre y fueron notificados, por correo electrónico, del escrutinio al que se sometieron más de 400 hombres y mujeres, con los únicos requisitos de ser menores de 28 años de edad, y estar matriculados entre tercer y octavo semestre en cualquier área del conocimiento.

En lugar de prometer una lista de leyes como cualquier candidato al Senado o a la Cámara reducido a un número y un logo de un tarjetón, un video en el que respondieron cuál debería ser la responsabilidad del Congreso de la República para “contribuir con los cambios que requiere” el país, fue su única carta para conquistar los votos del jurado.

La posesión

Quienes los obtuvieron, recibieron un correo que los citó para la 1:30 p. m. del jueves 27 de octubre, en el salón Boyacá del capitolio, que registró quórum decisorio desde antes del medio día, a diferencia del miércoles anterior cuando los titulares de las curules del parlamento iniciaron plenarias más de una hora después de abierto el registro de asistencia. Toda una ‘primiparada’, podrían decir los veteranos y curtidos congresistas de profesión.

Por simples cuestiones geográficas, madrugaron los de la numerosa bancada anfitriona, la de Bogotá, aprovechando que la mayoría de sus elegidos llegaron a pie, tras caminar pocas cuadras, después de haber tomado clase en alguna de las universidades que se concentran en La Candelaria, centro histórico de la capital.

Los más rezagados, algunos recién desempacados del terminal, llegaron emparamados tras el torrencial aguacero con que recibió la capital a quienes se bajaron en la estación del museo del oro, para caminar 100 metros de ‘septimazo’ hasta la plaza de Bolívar.

La mayoría de hombres lo hicieron de traje, como manda la norma que no está escrita en ninguna parte, pero que por más de un siglo prohibió el ingreso a los recintos al más encopetado parlamentario que intentara hacerlo sin corbata.

De pantalón, blusa y sastre, las mujeres habituadas al frío bogotano; con vestidos largos, de tonos claros y también de colores, algunas de las que venían de las aulas de las universidades de “tierra caliente”, con tenis blancos en su mayoría, ya salpicados por las baldosas “que escupen hacia arriba”, únicas en el mundo y exclusivas de cualquier andén de la capital colombiana después de un chaparrón.

Tras conocer la Ley Quinta, un libro del tamaño de un Larousse con el reglamento del Congreso, fueron asignadas las respectivas curules a ocupar, por orden de llegada: 23 del Partido Conservador, 20 del Pacto Histórico, 20 de Centro Esperanza, 20 de Cambio Radical, 20 del Mira, 14 del Centro Democrático, 10 de Verde Oxígeno y 9 de Liga de Gobernantes.

Dos actuales congresistas, Ariel Ávila (Alianza Verde) y Mafe Carrascal (Pacto Histórico) fueron los encargados de “aterrizarlos” en la arena real de la política. El senador, con el testimonio de quien fue un líder estudiantil y que con “disciplina” por bandera salió de un colegio del barrio Class Roma, un viejo relleno sanitario de la ciudad, y hoy ocupa una curul; la representante, inspirando a los aspirantes a congresistas a legislar para todo el país, no solo para quiénes los eligieron.

Debates

El viernes 28 de octubre, aunque estaban citados a partir de las 8:00 a. m., se asomaron desde las 7:00 a. m. por la plaza de Bolívar “disfrazados” de congresistas. A la hora prevista, se instalaron en las cuatro comisiones, y antes del almuerzo eligieron presidente y secretario, y dieron el primer debate al proyecto de ley de la agenda.

En la tarde, los cuatro proyectos de ley fueron sometidos en la sesión plenaria, donde se aprobaron tres y se archivó uno. Eso sí, tras discursos, réplicas y mociones, que bien hubieran merecido titulares en la prensa nacional de haber sido pronunciados por cualquiera de los titulares de las curules. La bancada de gobierno, con ventaja numérica e ímpetus de aplanadora, no consiguió los 67 votos para aprobar la reforma política. La de oposición se fue con rostro ganador.

Coronación

La sesión plenaria de cada edición del Modelo Congreso se vuelve en un campeonato de aspirantes a líderes, y por un día convierte el salón Elíptico en una especie de teatro para una velada de “coronación” del mejor congresista, con el suspense propio de un reinado de belleza: diez finalistas pasaron al frente y se sometieron a una pregunta al azar que el jurado había formulado para definir los tres lugares del podio.

Los ganadores de la 35 edición del Modelo Congreso, simulacro que desde 2005 convierte a estudiantes en congresistas por un día. | Foto: Cortesía

Tras analizar las respuestas, a siete de los finalistas les entregaron una medalla de reconocimiento. Los tres que no fueron llamados permanecieron al frente, con los nervios de saberse posibles ganadores del certamen.

Camilo Estiven Coral Carlosi, nacido en Pasto hace 26 años, estudiante de Estudios Políticos y Resolución de Conflictos de la Universidad del Valle, abogado de la universidad libre de Cali y estudiante de administración pública en la ESAP, fue declarado el mejor congresista estudiante del 2022. Su ‘bancada’ era la más pequeña, solo 4 estudiantes de la facultad que costearon su transporte y manutención en Bogotá de su propio bolsillo.

El segundo lugar fue para Dilan Egas, estudiante de Derecho de la Universidad Cesmag de Pasto; Angélica Serna, de la facultad de Gobierno y Asuntos Públicos de la Universidad de Los Andes de Bogotá, se llevó el tercer puesto.

A diferencia de una noche de martes o miércoles de guirigay de una plenaria del Congreso colombiano, los Congresistas Estudiantes se marcharon del capitolio en la noche del viernes sin heridas, cuando en la plaza de Bolívar asustaban los espantos que aparecieron en Bogotá en el fin de semana de Halloween.