El Gobierno del presidente Gustavo Petro está rompiendo récords. Este miércoles 26 de abril enfrentará su cuarta moción de censura en apenas ocho meses que van desde la llegada del mandatario de izquierda a la Casa de Nariño.
Esta vez, el turno será para el ministro de Defensa, Iván Velásquez, quien deberá responder por los tratos que estaría recibiendo el personal de la Fuerza Pública por parte del Gobierno nacional.
Uno de los temas concretos que es mencionado en la citación es el secuestro de 79 uniformados del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía en la vereda Los Pozos, en zona rural de San Vicente del Caguán, Caquetá.
Cabe recordar que el 3 de marzo de este año, cuando los policías pretendían controlar un disturbio ocasionado por la guardia indígena y, al parecer, algunos infiltrados de las disidencias de las Farc contra la petrolera Emerald Energy, terminaron privados de su libertad durante 24 horas.
El ministro del Interior, Alfonso Prada, tuvo que mediar para la liberación de la Fuerza Pública que, según trascendió por el relato de algunos hombres, recibieron tratos inhumanos.
De esta manera, el Gobierno Petro estaría marcando un hito, pues en promedio cada dos meses le citan a un ministro a moción de censura.
El uso de este mecanismo de control político se ha venido exacerbando en los últimos años. El gobierno de Iván Duque, por ejemplo, se convirtió en el que más debates de moción de censura enfrentó en la historia: 10 en 48 meses de gobierno, es decir, en promedio, en esa administración cada cuatro meses y medio un ministro se expuso a perder su cargo a instancias del Congreso. ¿Se desgastó esta figura?
En Colombia, la moción de censura fue establecida en la Constitución de 1991 y luego fue reformada en 2007 (Acto Legislativo 01). En ambos casos, el propósito fue limitar el poder presidencial y establecer un control político y rendición de cuentas efectivos del Legislativo sobre el Ejecutivo.
Hasta el momento, este instrumento ha servido fundamentalmente para poner en discusión problemas de la gestión y de las políticas públicas en el Ejecutivo, pero nunca en la historia se ha logrado el propósito de sacar a algún ministro. Lo más cercano han sido las renuncias de Guillermo Botero (exministro de Defensa) y Karen Abudinen (ministra de las TIC) y Fernando Londoño Hoyos (exministro del Interior) antes de la votación de sus respectivas mociones de censura.
Desde 1991, se han hecho 36 intentos de moción de censura a ministros de los diferentes gobiernos sin que se haya logrado sacar directamente a alguno de los funcionarios; esto se debe en buena medida a que los presidentes siempre han contado con coaliciones mayoritarias en el Congreso.
“El mecanismo que han utilizado los presidentes en los últimos años es generar unas coaliciones de gobierno sólidas, mientras la oposición ha estado en minoría. Generalmente, es un juego político, es un cálculo político”, explicó el director del proyecto Congreso Visible de la Universidad de los Andes, Felipe Botero.
‘Negocio’ para la oposición
Si bien algunos analistas consideran que en los últimos años se ha desgastado la figura de la moción de censura, también es claro que se ha convertido en un buen ‘negocio’ para la oposición, de allí que se use cada vez más.
“Hay que tener en cuenta que puede ser empleada para obstaculizar la labor del Gobierno –en especial si se trata de un gobierno dividido– y proponer debates dirigidos más a la opinión que al propio Congreso, es decir, un medio de publicidad y de protagonismo para algunos congresistas”, afirmó el investigador Javier Duque Daza.
Citar a un ministro a debate no solo implica dedicar una sesión completa de la Plenaria a discutir si debe continuar en el cargo o no, sino que pone a los partidos a hacer reuniones internas para definir su posición y al Gobierno a moverse para buscar apoyos.
Adicionalmente, esta figura no solo compromete al Gobierno, sino que obliga a los congresistas a asumir posiciones de cara a los electores en casos que tienen mucho eco entre la opinión pública.
A esto debe sumarse el hecho de que, en el caso de Velásquez, esta citación significa cuestionar al Gobierno por el tema que es en este momento el principal talón de Aquiles de Petro: la seguridad.