A mediados del siglo XX, la idea de ir a la Luna se limitaba a la fantasía de escritores de ciencia ficción como Julio Verne, H. G. Wells o Edgar Rice Burroughs. Que estas historias fantasiosas se convirtieran en realidad sonaba imposible. Pero, en octubre de 1957, una serie de eventos cambiaron esa noción.

El 4 de octubre de ese año la Unión Soviética puso en órbita el satélite Sputnik y luego, en marzo de 1961, el cosmonauta ruso Yuri Gagarin logró la hazaña de dar una vuelta a la Tierra a bordo de la cápsula Vostok 1.

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En medio de la Guerra Fría, esas proezas espaciales significaron un duro golpe en el orgullo estadounidense. Dos meses más tarde, en un discurso ante el Congreso, el presidente John F. Kennedy sorprendió al mundo al decir que antes de que terminara la década, Estados Unidos pondría a un hombre en la Luna y lo traería de vuelta sano y salvo a la Tierra.

Era un momento de avances tecnológicos, lo que permitió que el planeta entero viera la transmisión en vivo y en directo.

Ocho años después, la Nasa cumplió ese designio: el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin descendieron a la superficie lunar desde el módulo Eagle, mientras Michael Collins los aguardó en el módulo de comando en la órbita del satélite.

El hecho coincidió con un momento de avances tecnológicos en las comunicaciones, lo que permitió que el planeta entero viera la transmisión en vivo y en directo. Luego de escuchar la memorable frase de Armstrong, “es un paso pequeño para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”, millones de personas vieron frente al televisor la transmisión en blanco y negro en todos los rincones del planeta, y quedaron en total asombro.

Los tres astronautas: Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin.

El programa espacial nunca contó con la aprobación mayoritaria de los contribuyentes, que consideraban la misión como una pérdida de plata. Pero ese 20 de julio todos se unieron a la celebración. Algunos países que criticaban la política exterior de Estados Unidos, y en especial su guerra en Vietnam, manifestaron su admiración por la gesta. Y muchos otros se ufanaron de tener entre los 400.000 trabajadores del proyecto a algún ingeniero o técnico proveniente de su país.

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Aunque era un logro de los gringos, el mundo entero lo consideró un triunfo de la humanidad. Por primera vez los terrícolas se unían en una sola nación ante el universo.

¿Cómo se planeo la llegada del hombre a la Luna?

Sin embargo, la gesta enfrentó enormes desafíos tecnológicos. El equipo de miles de personas que integraban la misión debía resolver por lo menos 11.000 temas, desde la construcción de las naves hasta el monitoreo del clima.

Para Todd Douglas, director del documental Apollo 11, que estrena el 16 de julio, en esencia, “fue necesaria toda la conciencia colectiva del mundo para lograr esto”. Pero, según César Ocampo, exdirector de Colciencias, la ciencia podía resolver las trayectorias y otros asuntos técnicos, y “los mayores obstáculos fueron políticos”.

El incidente más lamentable fue la muerte de la tripulación del Apolo 1, el primer vuelo de prueba tripulado a la órbita de la Tierra.

Poppy Northcutt, quien calculó las trayectorias para el regreso del Apolo 8, coincide con él y piensa que el mayor desafío tuvo que ver con el factor humano: “Integrar 400.000 personas para que desarrollaran diferentes aspectos de la misión, sin perder el enfoque en el objetivo común y trabajar en equipo”, dijo a SEMANA.

En ese arduo trabajo hubo muchos retrasos, accidentes y pérdidas humanas. De estos, el incidente más lamentable afectó a la tripulación del Apolo 1, el primer vuelo de prueba tripulado a la órbita de la Tierra que se incendió con los astronautas a bordo antes de su lanzamiento.

Infografía: Así fue la misión para llevar al hombre a la Luna.

Aunque esta expedición buscaba ganarles a los soviéticos, el hecho tuvo repercusiones inmediatas en la vida en la Tierra. Expresiones como el cielo es el límite quedaron caducas, y la cultura popular adoptó el hecho rápidamente.

David Bowie saltó a la fama en 1969 con Space Oddity, una canción sobre un astronauta que pierde contacto con la Tierra; en 1973, Pink Floyd lanzó su álbum The Dark Side of the Moon (El lado oscuro de la Luna), hoy considerado una obra seminal en la historia del rock. Un año antes de la llegada del Apolo 11 a la Luna, Stanley Kubrick estrenó 2001: odisea del espacio, su trabajo cumbre, y series de televisión como Perdidos en el espacio y Mi marciano favorito recurrieron a la temática espacial para cautivar audiencia.

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Los diseñadores Paco Rabanne y André Courrèges lograron reconocimiento por idear el look de la chica del espacio –basado en Barbarella, una cinta sobre una viajera cósmica protagonizada por Jane Fonda–, que consistía en minifalda, gafas grandes y botas de plástico.

¿Qué beneficios concretos trajo el viaje a la Luna?

El hecho también trajo beneficios a la vida cotidiana. Llevar a un hombre a la Luna no solo implicó construir naves espaciales y enormes cohetes, sino también satélites que predijeran el clima, aparatos precisos de localización, computadores más eficientes, así como materiales livianos.

Según Adriana Ocampo, gerente de programas científicos en la Nasa, el 40 por ciento de las cosas que usan hoy los humanos surgieron por esa misión. Teléfonos inteligentes, computadores personales, almohadas, colchones sintéticos, la tecnología médica y la resonancia magnética forman parte de ese legado. “Lo extraordinario es que cuando comenzó la misión, no existía nada y la tecnología que se necesitaba se logró en menos de diez años”.

El más grande legado de ese momento no radica en la tecnología, sino en el viaje en sí, pues recuerda el instinto de los seres humanos por descubrir.

Actualmente, en la órbita terrestre hay más de 5.000 satélites, de los cuales un 40 por ciento es de telecomunicaciones. “Eso ha valido la inversión muchas veces”, dice Douglas Brinkley en su libro American Moonshot.

Pero para otros, el más grande legado de ese momento no radica en la tecnología, sino en el viaje en sí, pues recuerda el instinto de los seres humanos por descubrir y conocer allende sus fronteras.

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Además, la misión a la Luna produjo una gran sensación de humildad gracias a la foto que tomó William Anders en 1968 a bordo del Apolo 8, en la que se observa el planeta azul desde la órbita lunar. Esa imagen, según muchos, marca el inicio del movimiento ambientalista, ya que mostró no solo la vulnerabilidad de la casa común de los terrícolas, sino su insignificancia en ese mar de estrellas, galaxias y sistemas solares del universo.

La foto que tomó William Anders en 1968 a bordo del Apolo 8 se convirtió en un ícono.

Casi todos los que han tenido el privilegio de ver la Tierra desde el espacio han vivido esa experiencia, conocida como el efecto pantallazo. Según ellos, ante esa poderosa vista, las lágrimas afloran y los nacionalismos se evaporan. De acuerdo con el astronauta ruso Yuri Artyushkin, “no importa en qué mar o lago se vea polución, o en qué país un bosque prende fuego, o en qué continente hay un huracán, uno está viendo una sola Tierra”.

El impacto

El programa lunar cerró tras la llegada del Apolo 17 a la Luna y el entusiasmo por el satélite natural se desvaneció. Pero hoy hay un renacer en el interés por estas misiones (ver más abajo).

En 1999, un sondeo entre líderes de opinión organizado por importantes organizaciones de noticias en Estados Unidos preguntó cuáles eran los 100 eventos más significativos del siglo XX. La llegada a la Luna fue el segundo, solo después de la división del átomo.

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Se trata de un hecho comparable únicamente con el descubrimiento de América o con el primer vuelo transatlántico realizado por Charles Lindbergh a bordo del Spirit of St. Louis.

La Nasa planea regresar al astro en 2024 y tiene en mente llegar al planeta rojo con una misión tripulada pronto.

Lo paradójico es que aunque Cristóbal Colón y Lindbergh tienen el reconocimiento de cada habitante en la Tierra, casi nadie recuerda a Neil Armstrong, y probablemente no saben quién es Buzz Aldrin, ni mucho menos Mike Collins. Pero como Lindbergh y Colón, esos aventureros una vez ayudaron al mundo a maravillarse por extender las fronteras, y de paso dejaron la sensación de que todo es posible. Porque si el hombre pudo llegar a la Luna, puede hacer cualquier cosa.

¿Cuándo está planeado el regreso a la Luna?

Lo cierto es que después de la llegada a la Luna, y tras varias misiones de otros Apolo, la carrera espacial vivió un letargo, que tuvo mucho que ver con que se desescalaron las tensiones de de la Guerra Fría. Pero el interés ha revivido.

Una generación empezó a sentir que los sueños, por imposibles que parecieran, eran realizables.

Donald Trump lo dijo en su discurso del 4 de julio: “Vamos a ir otra vez a la Luna pronto, y plantaremos la bandera de Estados Unidos en Marte”. Y es que la Nasa quiere recuperar la iniciativa espacial a toda costa. No solo planea regresar al astro en 2024, sino que tiene en mente llegar al planeta rojo con una misión tripulada pronto.

No son los únicos. En enero, los chinos lograron un hito al aterrizar por primera vez una sonda no tripulada en su lado oscuro. Allí trabajan para montar una base de abastecimiento y reparación de cohetes, y realizan pruebas para luego planear su viaje a Marte. Rusia, en ese mismo sentido, tiene pensado realizar una misión tripulada a la Luna en 2030.

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A ellos se les suman empresarios privados, como Elon Musk y Jeff Bezos, que quieren apostarle al turismo espacial y a llevar las primeras naves privadas a la superficie lunar. Ya tienen sus primeros cohetes y ahora trabajan en modelos para bajar el costo de los lanzamientos y hacerlos rentables. Todo indica que, aunque es menos espectacular y mediática que hace 50 años, la carrera espacial regresó para quedarse.

Los protagonistas del viaje a la Luna

Aunque los protagonistas más visibles de ese día fueron los tres astronautas que arriesgaron su vida para cumplir ese sueño, según Todd Douglas es casi imposible contar la historia del Apolo 11 sin mencionar por lo menos el Centro de Control de Misión y las personas responsables de las actividades del lanzamiento en el Centro Kennedy. Estas son las más relevantes.

Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin: la tripulación del apolo 11. Los dos primeros pisaron el suelo lunar.

Wernher von Braun: construyó el cohete Saturno V. A pesar de su pasado nazi, los norteamericanos lo reclutaron para trabajar para la Nasa.

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Thomas Kelly: diseñó el Eagle, el módulo lunar que transportó a los tres astronautas.

George Low: asumió la gerencia del proyecto después de la fallida misión del Apolo 1. Verificó la seguridad y la calidad de los procesos para que la misión tuviera éxito.

Samuel C. Phillips: dirigió las misiones Apolo desde 1964.

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Satélites

Gracias a la hazaña de 1969, fue posible tener vehículos con capacidad de transportar satélites en la órbita terrestre, que hoy facilitan el internet y la televisión. Según algunos cálculos, hay casi 5.000, 40 por ciento de ellos especializados en comunicación.

Computadores pequeños

Para la misión Apolo era crucial tener computadores livianos, rápidos y eficientes. Esto impulsó a la industria a desarrollar procesadores más pequeños. Ese hecho afectó casi todas las áreas de la vida: las comunicaciones, la manufactura, el transporte y la salud.

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Cohetes

Aunque el Saturno V sigue siendo el más poderoso construido hasta hoy, el sueño de crear cohetes más eficientes y menos costosos continúa. Mientras el lanzamiento de una misión Apolo costaba 185 millones, el Falcon Heavy, de Elon Musk, cuesta 90 millones gracias a que es reusable.

Redes de comunicación

La Nasa construyó una red conocida como Deep Space Network para comunicarse con sus misiones. Este sistema permite hoy comunicación con los satélites y monitorea los polos y las señales de radio. GPS: la facilidad de los navegadores digitales que dan la posición correcta proviene de la exploración espacial.