En Escuela Nueva, el maestro cumple verdaderamente el papel de ser el guía que facilita el proceso de aprendizaje del estudiante. Quienes visitan cualquier institución educativa que haya adoptado esta metodología, notan de inmediato que funciona de manera distinta. Mientras algunos niños se acercan con interés a preguntarles qué vienen a ver, otros continúan trabajando concentrados o discutiendo en grupo. Cada uno pareciera saber exactamente lo que debe hacer y lo que es más importante, cómo está aprendiendo. Observan, reflexionan, escriben solos y luego, en grupo, comparan a través de elementos que permiten la autoevaluación. Revisan, corrigen y escriben de nuevo para, finalmente, pedirle al profesor comentarios o sugerencias. Esta observación revela dos rasgos centrales de Escuela Nueva: aprendizaje activo centrado en el estudiante y un nuevo rol del docente como orientador y mentor. Evaluaciones realizadas por entidades nacionales e internacionales, han demostrado sus resultados en la dimensión socioemocional, la convivencia y la disminución de la inequidad, pues compensa limitaciones ocasionadas por el nivel socioeconómico. Además, en los docentes se incrementan los niveles de motivación y satisfacción al ver los resultados de su esfuerzo en la aplicación de esta innovación educativa. Esta forma de aprender y enseñar es reconocida como una propuesta pedagógica distinta frente a la necesidad de responder a nuevos conceptos de acto, tiempo y espacio educativo. En Escuela Nueva, el acto educativo está centrado en el alumno como actor principal de su aprendizaje, el tiempo tiene en cuenta que todos pueden aprender pero con ritmos diferentes, y el espacio reconoce que el aprendizaje es una actividad y no un lugar. Esta propuesta educativa se convirtió en política pública en Colombia y es una de las innovaciones que más ha logrado sostenerse a nivel mundial, inspirando reformas en otros países de América Latina, Asia y África. Esta manera de pensar y educar tiene inmensa relevancia en la emergencia sanitaria del coronavirus, que les exige a los alumnos continuar aprendiendo en sus hogares. Para responder a esta situación excepcional, la Fundación Escuela Nueva-Volvamos a la Gente, con el apoyo de Unicef, adaptó el modelo de Círculos de Aprendizaje diseñado por la Fundación en 2001 para la población desplazada y migrante. Los niños utilizan las guías de autoaprendizaje, los tutores hacen seguimiento a través de celulares y grupos de Whatsapp, y los padres de familia o cuidadores los apoyan siguiendo orientaciones paso a paso, incluidas en las guías. Esta adaptación reconoce que el reto actual, donde hay limitaciones de conectividad, es más pedagógico que tecnológico. La Fundación Escuela Nueva también apoya a los docentes a través del campus virtual Renueva (www. escuelanueva.org), que pone a disposición de las personas interesadas, y en especial de profesores y tutores, una serie de herramientas relacionadas con el modelo Escuela Nueva Activa, que busca facilitar y fortalecer los procesos educativos en casa. Sí es posible que el proceso continúe en casa, con instrumentos que promueven el aprendizaje autónomo y la autorregulación, pero se requiere un cambio pedagógico en el acto educativo y el concepto de tiempo y espacio, que centre el aprendizaje en el estudiante. Este aprendizaje va más allá de los logros académicos y promueve competencias socioemocionales. La tecnología puede potenciar el cambio, pero una nueva pedagogía es indispensable para un aprendizaje eficaz. *Directora de la Fundación Escuela Nueva – Volvamos a la Gente. Lea también: La pandemia es una oportunidad para reimaginar la escuela