Germán Vargas Lleras ha sido uno de los más caracterizados protagonistas de la vida política de Colombia en los últimos años. El país reconoce a este hombre, de 43 años, como la línea dura del Congreso porque no disimula su posición radical para atacar el terrorismo. El mismo que casi le cuesta la vida el lunes de la semana pasada. Esa noche, el senador salía de participar en el programa radial Hora 20 en donde hizo una vehemente defensa del traslado de 'don Berna' de la cárcel de Cómbita a Itagüí y de la Ley de Justicia y Paz que ha permitido la desmovilización de las autodefensas. Pasadas las 10 de la noche y a pocas cuadras de la sede de Caracol Radio, una fuerte explosión lo sorprendió cuando transitaba con su escolta por la carrera novena con calle 67. Los 50 kilos de explosivos camuflados en un carro Corsa modelo 2003 fueron activados al paso de la caravana. Las dos camionetas 4x4 de sus escoltas quedaron totalmente destruidas. Seis de los hombres que lo protegían quedaron heridos y uno de ellos, el subintendente Rivelino Vaquiro Olaya, de 30 años de edad y quien lleva ocho con el senador, continúa en cuidados intensivos. La reacción inmediata del conductor de Vargas Lleras fue llevarlo a la Escuela de Caballería del Ejército ubicada en Usaquén, a unas 40 cuadras del sitio del atentado. Las primeras declaraciones que se conocieron sobre el ataque fueron las del presidente Álvaro Uribe, quien llegó hasta el lugar de la explosión tan sólo media hora después de haber ocurrido. "A esos bandidos hay que capturarlos. No nos vamos a dejar de esos bandidos. El gobierno ofrece una recompensa de 500 millones de pesos a quien dé información que ayude a capturarlos". Visiblemente descompuesto, el Presidente en estas primeras declaraciones no se refirió con nombre propio a las Farc. Sin embargo, para la opinión pública fue claro que los calificativos del mandatario estaban dirigidos a ese grupo subversivo, al que se refiere constantemente como bandidos y terroristas. Pocas horas después, el director del DAS, Jorge Noguera, respaldó la acusación del primer mandatario cuando sostuvo que por las características del ataque, el grupo insurgente sería el autor del mismo. Noguera tenía razones para sustentar esta hipótesis. Cuando habían transcurrido tan sólo cuatro horas, detectives del organismo de seguridad ya habían identificado el carro bomba y con esos datos habían ubicado a su vendedor en una casa al sur de la capital. Con base en la información que recopilaron sobre la compra del vehículo, la ubicación, la composición y el sistema de detonación de la carga explosiva les hizo pensar a los investigadores que había muchas similitudes con el atentado contra el club El Nogal del 7 de febrero de 2003. "Las cosas son similares a otros actos cometidos por esta organización. Los terroristas acuden a este tipo de acciones", sostuvo el ministro del Interior y de Justicia, Sabas Pretelt. La teoría de que las Farc estaban detrás del atentado parecía tomar forma la noche del martes pasado. La Policía metropolitana encontró nueve morteros con la marca Farc-EP listos para ser accionados contra el Palacio de Nariño, la Plaza de Bolívar y el Batallón Guardia Presidencial. Uno de los morteros estalló y causó daños a una vivienda desocupada y a las instalaciones del batallón. Pero cuando la Policía y el DAS sostenían que detrás de estos dos atentados estaba el brazo terrorista de las Farc, el país se sorprendió con las declaraciones de Vargas Lleras al periódico El Tiempo el miércoles, cuando se le preguntó: "¿Hay mafia y políticos detrás de esto? "En ese sentido recibimos información y eso es lo que me preocupa en especial en esta oportunidad". La respuesta del senador le cayó como un baldado de agua fría al gobierno y creó confusión frente a la opinión pública. El reversazo El primero que reaccionó enfurecido fue el presidente Álvaro Uribe. En una entrevista a RCN radio dijo: "Yo mantengo un contacto permanente con las autoridades y me extraña que les hayan dicho eso a los medios de comunicación y que no me lo hayan dicho a mí. Pediría que si hay una filtración de la Fuerza Pública en ese sentido, a mí me toma por sorpresa, me parece deslealtad". Frente a las declaraciones del senador y la preocupación del Presidente, las autoridades salieron a reforzar la teoría de las Farc. "Los indicios recaudados por nosotros señalarían a las Farc. Primero, por la manera como se planeó y se ejecutó el atentado terrorista. Y segundo, por la articulación de ese atentando con un arsenal desmantelado cerca de la Casa de Nariño", dijo el director de la Dijín, coronel Óscar Naranjo. Las palabras del oficial fueron ratificadas por el Ministerio de Defensa en un comunicado de prensa que señaló en tres líneas "que ningún miembro de las Fuerzas Militares ni de la Policía entregó información al senador Germán Vargas Lleras o a los medios de comunicación, en relación con posibles nexos entre miembros de la clase política y narcotraficantes para llevar a cabo un atentado en su contra". La desmentida del gobierno no logró disipar las dudas sobre una eventual responsabilidad de una alianza de mafiosos y políticos. Y había razones para contemplar esa opción. Al fin y al cabo, en los candentes debates en el Congreso, Vargas Lleras ayudó a hundir el mico con el que pretendían considerar que el narcotráfico fuera reconocido como delito político. Fue ponente de la ley que endureció la extinción de dominio de los bienes del narcotráfico. Denunció permanentemente el paracaidismo de los narcos en Ralito. No le ha temblado la voz para sostener que la mafia está metida en el proceso de desmovilización y aunque siempre se ha mostrado a favor del proceso con las autodefensas, pidió endurecer las penas de la Ley de Justicia y Paz. No permitió que en las filas de su movimiento político, Cambio Radical, ingresaran personas cuestionadas por sus vínculos con los paras y el narcotráfico. Quizá por todo esto que le ha tocado vivir, puso en duda que necesariamente fueran las Farc. Había un antecedente que le daba la razón. Contrario a lo que se cree, el primer atentado contra el senador, el 13 de diciembre de 2002, que le hizo perder tres dedos de su mano izquierda, no fue perpetrado por ese grupo armado, según concluyó la investigación de la Fiscalía el 17 de junio de este año. Determinó que quien había atentado contra el senador fue Joaquín Vergara Mojica, un ex guerrillero del ELN experto en armar minas, libros, cartas y carros bomba. La unidad contra el terrorismo de la Dirección Nacional de Fiscalías estableció que Vergara no lo hacía a nombre de ningún grupo subversivo, sino que "su afán era cobrar recompensas". Fue así como armó el explosivo libro El Libertador y la carta bomba que envió al entonces fiscal Luis Camilo Osorio, el 15 de agosto de 2002, y a Vargas Lleras, cuatro meses después. Aunque Vergara Mojica negó ser el autor de la carta bomba contra el senador, la Fiscalía avaló el testimonio de cuatro testigos que trabajaban con él. "Joaquín fue quien envió la carta bomba a Vargas Lleras, ya que su estrategia era armar los explosivos y luego de enviarlos llamaba y decía que la guerrilla los había enviado, que estuvieran pilas. Después les cobraba plata a los gringos por dar la información", dijo uno de los testigos. Vergara sí reconoció su autoría en el caso del ex fiscal general, posiblemente porque no explotó el artefacto. "Jamás tuve intención de hacerle daño. Quería prevenirlo de que las Farc iban a atentar contra él. Compré el libro en una papelería de la décima. Le hice un corte en el centro y le coloqué una tarjeta de Navidad, de esas musicales. Luego le puse el estopín y le eché unos gramos de aluminio y de nitrato. Yo le avisé a la embajada norteamericana", dice uno de los apartes del proceso en el que se acogió a sentencia anticipada por el cargo de terrorismo. Hoy está detenido en Cómbita. Vergara Mojica es conocido con el alias de 'Timo'. Estuvo en el ELN 10 años y desertó en 1993. Cuando fabricó las bombas, era un informante de la embajada norteamericana, entre otros. Así lo confesó él mismo al fiscal. La investigación de la Fiscalía sobre ese caso desvirtuó las declaraciones de todos los organismos de inteligencia y del gobierno, los que, en el momento del atentado de 2002, señalaron a las Farc de la autoría. Posiblemente este antecedente es lo que motivó a Vargas y a otros analistas a solicitar que las autoridades no se casaran con una sola teoría. Sin embargo, y con el paso de los días, fue cogiendo más fuerza la probabilidad de que el atentado fuera de las Farc y en especial de Óscar Montero, 'El Paisa', el jefe de la columna 'Teófilo Forero' (ver recuadro). Esta hipótesis se basa no sólo en las coincidencias en el modus operandi de este atententado con el de El Nogal. Aunque históricamente las Farc no practicaban el terrorismo urbano indiscriminado o individual, la bomba de El Nogal demostró un cambio en esa política. De tiempo atrás se había anticipado que después de tres años de repliegue durante la ofensiva del Plan Patriota, el 'Mono Jojoy' quería dejar claro que las Farc no estaban derrotadas. Qué mejor momento para dar el primer cañonazo que la semana en que se esperaba el fallo de la reelección. La fecha tiene un valor simbólico. También lo tiene el nombre de Germán Vargas por su verticalidad en su posición contra la subversión. Por lo menos, esta es la interpretación de las autoridades y del propio Presidente. Es fundamental para el país que esta vez no estén equivocados.