“Au pair es un programa cimentado en lo que se podría denominar como “neoesclavitud” o “esclavitud rosa”, sentencia la investigación en la que se afirma que la vulneración de derechos se matiza con palabras “agradables”.La investigación, realizada por medio de netnografía (etnografías en la web), de entrevistas no dirigidas y del análisis de su propio diario de campo, pone sobre la mesa que en muchas ocasiones la au pair colombianas terminan ejerciendo como empleadas domésticas mal pagadas fuera de sus hogares.Básicamente Juliana Chayutse concluye que la actividad de au pair, en varias situaciones, es camuflada bajo nociones como “intercambio cultural”, “hermana mayor” y “tareas sencillas del hogar”.Recomendado: ¿Cómo se moverán las remesas a nivel global este 2017?“El programa au pair surge como respuesta inmediata y facilista a la actual crisis del cuidado, sin que dicho esquema se haya establecido como un trabajo y sin contar con una cifra certera sobre la cantidad de colombianas que están fuera del país bajo esta modalidad, lo que genera que las au pair se vuelvan una figura invisible dentro de los fenómenos migratorios actuales”, argumenta Juliana Chayutse.En conclusión, la investigadora encontró que esta modalidad no se trata solo de un simple programa de “intercambio”, sino que en ella se insertan modernas lógicas de explotación laboral.Estas lógicas, de acuerdo a Juliana Chayutse, abarcan la creciente feminización de las migraciones internacionales.Cifras compartidas en el marco de esta investigación, muestran que Colombia es un país “expulsor” de población. Muestra de ello es que según el censo de 2005 más de tres millones de colombianos residía fuera del país (8,08% de la población total).Recomendado: 5 preguntas para entender el impacto de la orden de Trump sobre inmigración a EE.UU.Como parte del estudio, se determinó que una gran parte de las jóvenes colombianas que migran por medio del programa de au pair son profesionales o universitarias que cuentan con los medios para pagar los gastos para el viaje.Uno de los hallazgos de la investigadora es que los programas de au pair son “vendidos” como una alternativa de intercambio cultural. Sin embargo, denuncia que el modelo esconde la realidad de las labores.“Por ejemplo, la familia anfitriona te pide que cocines comida colombiana, para conocer un poco de tu cultura, pero al pasar los meses te das cuenta de que eres la cocinera de la casa”, señala la magíster.Y aunque no todas las experiencias de las jóvenes entrevistadas fueron negativas, Juliana Chayutse identificó “la aceptación o no de las dinámicas que envuelven el programa en la realidad repercuten drásticamente en la forma como las jóvenes crean significados frente a lo que hacen y al relacionamiento que establecen con la familia receptora, generando así tres tipos de experiencias: integración, independencia y rechazo”.Visite: Los retos de Colombia con el aumento de su migración