Si una persona sufre un ataque cerebrovascular (ACV) y la ayuda está en sus manos, lo que debe hacer es llevarla lo más pronto posible al centro de salud más cercano para que le hagan una trombolisis, esto puede salvarle la vida y reducir significativamente las secuelas de incapacidad. Mario Muñoz Collazos, jefe de neurología de la Clínica Marly y fundador de RECAVAR, Red Colombiana Contra el Ataque Cerebrovascular, explica que cada segundo después de un ACV es definitivo para evitar que muera más tejido del cerebro a causa de la enfermedad. Un ACV se produce porque se tapona una arteria del cerebro, ya sea porque se acumula en sus paredes sustancias anormales, como por ejemplo colesterol, o porque se desprende un coágulo del corazón que va a dar al cerebro. El ataque sucede súbitamente, la persona se encuentra bien y en pocos minutos queda con uno o varios de los siguientes síntomas: pérdida de la capacidad de hablar y de entender, parálisis de la mitad de su cuerpo izquierdo o derecho, cara, brazo y pierna. Aparte de eso puede perder la visión por un solo ojo, pero esto es menos común. Las secuelas de un ACV pueden ser devastadoras. Según datos suministrados por Muñoz, de las 40.000 personas que sufren un ACV en Bogotá cada año, 400 mueren y las restantes 39.600 quedan incapacitadas para el resto de su vida, sin poder hablar y sin poder moverse. Esto se debe a que desde el primer segundo en que sucede un ACV comienza a morir el tejido del cerebro al que no llega la circulación, por eso, entre más rápido se destape esta arteria, menos tejido muere, con lo cual el paciente puede quedar menos discapacitado. Es por esto que ante la sospecha de estar cursando con un ACV, se debe identificar y dirigirse al centro de salud más cercano que cuente con la capacidad de manejar esta condición (Hospital Nivel III) Muñoz explica que la arteria se destapa mediante el tratamiento de trombolisis, el cual es una inyección intravenosa con un medicamento que disuelve el tapón que hay en la arteria y así se puede salvar gran cantidad del tejido que presentaba riesgo de morir. Esta inyección debe administrarse durante las primeras cuatro horas y media después del inicio de los síntomas de ACV para que se destape la arteria con el fin de disminuir el riesgo de discapacidad y muerte. Al actuar con velocidad, el paciente que podía quedar totalmente incapacitado para hablar, por ejemplo, puede quedar con dificultades, pero con capacidad para comunicarse; o aquel que podía quedar totalmente dependiente, puede llegar a ser autónomo. Cuando la obstrucción ocurre en una arteria grande del cerebro, que en consecuencia produce un daño muy grande y que no se destapa del todo con la trombolisis, se debe llevar a cabo un procedimiento llamado trombectomía, el cual debe realizarse durante las seis horas siguientes a que suceda el ataque cerebrovascular. Los ataques cerebrovasculares le ocurren con mayor frecuencia a personas con edades entre los 65 y 75 años, son iguales para hombres y mujeres, el 25 por ciento de las personas que los sufren ya han tenido antes un pequeño ataque y los factores de riesgo más importantes son la hipertensión arterial, algunas patologías cardíacas como la fibrilación auricular y la diabetes. De acuerdo con Muñoz, un ACV es una enfermedad que impacta de forma importante a la persona que lo sufre y a la familia pues afecta su calidad de vida debido a los cuidados permanentes y atención que requerirá el paciente por el resto de sus días. Además, está demostrado, explica el médico, que este tratamiento reduce significativamente los gastos para el sistema de salud frente a lo que se debe pagar por costos derivados de la rehabilitación y complicaciones de un paciente que ha sufrido un ataque cerebrovascular.