Para seguir con vida, Suiza dependía de este partido. Si bien consiguieron lo impensado, una igualdad con Brasil en su debut, había que hacer valer aquel esfuerzo contra Serbia. No había excusas si pretendían mantener la ilusión, los jugadores tenían que dejar su mayor esfuerzo en la cancha y jugar por todo o nada, como si fuese una final.Sin embargo, en los once titulares que dispuso el técnico suizo Vladimir Petkovic, había dos que se jugaban algo más que una clasificación a segunda ronda. Se trataba del honor: iban a correr, metían y chocaban. Y todo parecía indicar que lo hacían por una reivindicación social y política. Estaban presenciado el partido de sus vidas. Ellos eran Granit Xhaka, mediocampista del Arsenal F.C, y Xherdan Shaqiri, extremo del Stoke City. Ambos tienen los mismos orígenes, los dos son de ascendencia albanokosovar.Su motivación la tenían en frente, sus rivales, los serbios. El gobierno de esta nación balcánica se ha negado a reconocer la independencia de Kosovo, declarada en 2008, y mantiene tensas relaciones con Albania debido a sus vínculos étnicos con la población kosovar. Por si fuera poco, jugadores como Aleksandar Mitrovic habían hecho público su malestar ante los constante guiños de Xhaka y Shaqiri hacía la independencia de Kosovo. En su momento, el delantero serbio manifestó: “Si son tan grandes patriotas, ¿por qué no juegan con Kosovo en vez de Suiza?”.Puede leer: En el Mundial del último minuto, Suiza venció a Serbia y dio un gran paso a la clasificaciónFue el mismo Mitrovic quien se encargó de dar la ventaja a su equipo después de embocar un centro y rematar certeramente de cabeza. Con el 1 a 0 de ventaja se acabó el primer tiempo. Parecía que Serbia lograría su temprana clasificación y dejaría a Suiza en la penúltima posición del grupo con tan solo un punto. Pero era muy temprano para cantar victoria, el destino les sonreiría a los suizos. En especial a Xhaka y Shaqiri.Corría el minuto 51 cuando la pelota quedó rebotando en las inmediaciones del área serbia. Xhaka se acercó y con potencia conectó un tiro que cogió una pronunciada curva y venció la resistencia del portero Stojkovic. Un verdadero golazo. Sin siquiera esperar a sus compañeros, el volante corrió al banderín del tiro de esquina e hizo el símbolo del águila bicéfala de la bandera de Albania con sus manos.Vale la pena recalcar que, en la década de los ochentas, el padre del 10 suizo fue prisionero de guerra del régimen que gobernaba a Yugoslavia en aquel entonces. Tan pronto logró su libertad, huyó con su familia hacía territorio suizo donde años más tarde, en 1992, nacería su hijo. De hecho, Granit Xhaka tiene un hermano, Taulant, que es internacional con la Selección de Albania y, curiosamente, se cruzaron en la fase de grupos de la más reciente versión de la Eurocopa.Le recomendamos: Oxígeno para Argentina: Nigeria le ganó 2 a 0 a IslandiaTras el empate, el encuentro se caracterizó por ser de ida y vuelta. Ninguna de las dos escuadras tenía precisión en el último pase y todo apuntaba a que el resultado sería un empate. Shaqiri se encargaría de demostrar lo contrario con una impresionante corrida desde mitad de cancha al arco adversario, superando la persecución de un defensa serbio y picando sutilmente la pelota para anotar el segundo de los suizos. Sentencia total y festejo similar. El jugador del Stoke City se sacó la camiseta y en uno de los laterales imitó el gesto de su compañero. También realizó el águila bicéfala con sus manos.Shaqiri nació en Gjilan, ciudad ubicada en Kosovo, y por las precarias condiciones que produjo la Guerra Civil desatada en Yugoslavia tuvo que migrar a Suiza con sus familiares. Allí obtendría la nacionalidad de ese país, pero nunca olvidaría sus raíces. Incluso, en uno de sus botines tiene estampada la bandera de Kosovo y hace poco compartió la imagen en sus redes sociales.Le puede interesar: En video: La caída del entrenador de Brasil en el gol de CoutinhoDe esta forma, Xhaka y Shaqiri, a quienes la prensa internacional ha llamado “los hijos de la guerra”, lograron darle tres puntos a Suiza y, en cierta medida, una alegría con sabor a reivindicación a los pueblos de Kosovo y Albania.Para su mala fortuna, su celebración podría acarrear una sanción por parte de la FIFA que suele pronunciarse en contra de cualquier tipo de influencia de la política sobre el fútbol.Con información de AFP.