Tuvieron que pasar 85 años para que el mensaje enviado por un soldado británico a su mujer llegara a su casa, aunque comprensiblemente la destinataria nunca se enteró de su contenido. El soldado Thomas Hughes garrapateó una nota de despedida a su esposa Elizabeth en 1914, la metió en una botella y la lanzó por la borda en el canal de La Mancha, cuando iba hacia el frente en Francia, donde moriría 12 días después. Encontrada en abril pasado, la botella fue enviada a Emily Hughes, la hija de Thomas que emigró a Nueva Zelanda a los 10 años. La octogenaria Emily, a su turno, viajó a Inglaterra para donarla al museo del regimiento de su padre, donde ahora si pudiera, el recipiente descansaría con la satisfacción del deber cumplido.