En medio de un ambiente acogedor, iluminado y rodeado de productos italianos, es posible encontrar en la carta, clásicos de esta gastronomía que, aunque elaborados de manera simple, siguen siendo muy sabrosos. Muy recomendados los ravioli al funghi con salsa a la arrabiata, ligeramente picantes con un relleno generoso de ricotta y champiñones, y los stracetti (trapitos de pasta) hechos con portobello y pecorino. Además, el queso parmesano que ofrecen para acompañar los platos es fresco y no de paquete. La pizza hecha en horno de leña es delgada, tiene buenos ingredientes y por lo tanto, el resultado es grato. Roberto Cauli, un italiano de Sardeña, llegó hace unos años al país siguiendo a un amor. Su especialidad es la fabricación de embutidos y jamones, el oficio de la salumería que aprendió en su país y, posteriormente, en Francia. Como en familia italiana que se respete, los afectos siempre se fortalecen alrededor de la mesa y la cocina. Por eso, el ambiente de hornos y estufas le fue tan familiar como sus juegos de infancia. Hace dos meses decidió abrir este restaurante en la zona de Quinta Camacho, cuya carta antoja y además es fácil de recorrer. Lo interesante de Il Mercatino es que después de comer, uno siempre tiene la posibilidad de salir con un mercadito debajo del brazo. Tomates pelados enlatados, salsas orgánicas, quesos curados, aceites de trufas y por supuesto, la pasta fresca para preparar en casa, y todo a precios razonables. Los postres los encargan a la pastelería Marie Antoinette y la mano experta se revela en la crostata de naranja, tartaleta italiana de naranja con helado de vainilla de sabores delicados y adictivos. Deliciosa la simpleza del Affogato al ciocolato, helado de vainilla bañado con café espresso. Un lugar al que uno va para volver. Puntuación: 4 (en una escala de 1 a 5)