Oriunda de Damasco, crió a su familia inculcándoles el amor por la buena mesa y las porciones generosas. Trajo consigo, no sólo los platillos de sal, sino también suculentos postres. Aun así nunca pensó en montar ningún tipo de establecimiento culinario hasta que, en 1998, sus hijas optaron por abrir las puertas de La Dulcería en Cartagena. Su especialidad fueron los postres del medio oriente, aunque también decidieron ofrecer una variedad de preparaciones de sal inspiradas en la cultura de sus antepasados. La batuta del negocio la tomaron los hijos respectivos de las fundadoras, quienes trajeron a la Zona G aquel sabor del mediterráneo mezclado con el Caribe. De entrada, el kibbeh crudo con almendras, cebolla picada y cilantro ($15.000) abre el apetito a más de un comensal. Como platillo principal, se recomienda la ensalada mexicana, servida en una fuente de hojaldre con lechuga batavia, pollo o carne, guacamole, queso crema, picante y fríjoles refritos por $20.400; o la ensalada de frutos del mar, también servida en una fuente de hojaldre, con lechuga romana, langostinos, camarones, calamares, pulpo, palmitos de cangrejo, salmón y distintos quesos, acompañada con salsa de la casa y por un valor de $22.700. Los postres son inmensamente variados, encabezados por preparaciones árabes como el cabello de ángel (entre $1.200 y $2.300); o, si prefiere algo más grande, puede ordenar un cuatro leches ($7.900), el cual consiste en un postre tradicional de tres leches coronado por una extensa capa de arequipe. Finalmente, para calmar la sed o para compartir una tarde tranquila, se recomienda la cocomonada o limonada de coco ($8.000), servida en un vaso de 21 onzas.