SEMANA: ¿Andan muy estresados en el Congreso? Roy Barreras: Es un sitio de alto nivel de tensión, y cada quien la maneja a su manera. Muchos parlamentarios tienen una tendencia espiritual que pocos conocen. SEMANA: ¿Y se vive mucha presión en la Unidad Nacional? R. B.: Hay más tensión que relajación porque cada partido de la unidad tiene sus propios problemas. Son grandes moles y se mueven como elefantes encerrados para relacionarse entre sí, y eso genera roces. No es un oasis de tranquilidad, pero es necesario para la gobernabilidad de Santos. SEMANA: Dé ejemplos. R. B.: Hay dos fuentes de estrés. El sentimiento de frustración, sea porque un proyecto no sale adelante, como el de Galán con la marihuana, o porque no satisface las expectativas de las regiones. Y está también la confrontación con los opositores. Ahí hay una tensión permanente que irrita, pone de mal genio y da insomnio. SEMANA: ¿Y usted cómo maneja eso? R. B.: Mi espiritualidad me mantiene tranquilo. Hace unos años viaje al Tíbet y me di cuenta de que para comprometerse con la meditación hay que desprenderse de algunas cosas, por ejemplo del cabello. He podido convertir el estrés en una energía tranquilizante. SEMANA: ¿Medita cuando está en plenaria? R. B.: Incluso en plenaria uno puede tener cinco minutos para abstraerse. Pero, al ser algo personal, rutinariamente lo hago en casa, en Bogotá o en Cali. SEMANA: Hay algunos que parecen relajarse con videojuegos. ¿Mejor el yoga que el tetris? R. B.: ¡Qué pregunta es esa! ¡Una cultura milenaria no admite comparación con un juego infantil! SEMANA: Después de usted, ¿quién es el más espiritual del Capitolio? R. B.: El senador Germán Hoyos, de Antioquia. SEMANA: ¿Y, del uno al cinco, quién es el más estresado? R. B.: Claudia López. A ella le doy cinco y medio. SEMANA: ¿A Robledo? R. B.: Le doy cinco. SEMANA: ¿A José Obdulio? R. B.: Dos. Es frío y calculador. SEMANA: ¿A Cambio Radical? R. B.: Uno, porque allá son relajadísimos. Ni se sienten. SEMANA: ¿A los liberales? R. B.: Cuatro. Viven muy tensos. SEMANA: ¿Y a usted mismo? R. B.: Uno.