La diabetes es una enfermedad que afecta la capacidad que tiene el cuerpo para procesar la cantidad de azúcar que se encuentra en la sangre. Según las cifras que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas que han sido diagnosticadas con este padecimiento han aumentado de manera “drástica” en todo el planeta.
Por ello, es clave que los pacientes que sufren de esta enfermedad tengan hábitos de vida saludables, realicen ejercicio físico con frecuencia y tengan una dieta balanceada que les permita controlar los niveles de glucosa en su organismo. Además, pueden recibir algunos medicamentos antidiabéticos que les pueden ayudar a mejorar su estado de salud.
Específicamente, para estos pacientes los profesionales médicos pueden recetar la aplicación de insulina de manera frecuente y la administración de antidiabéticos orales.
De acuerdo con la Clínica Universidad de Navarra, de España, los antidiabéticos pueden ayudar a regular los niveles de azúcar por medio de la estimulación de la producción o la sensibilidad a la insulina.
Este grupo de fármacos, sin embargo, se usa cuando los pacientes no han logrado que los niveles de azúcar que presentan disminuyan con la actividad física y el plan de comidas.
“Además de nuevos tipos de fármacos, han aparecido algunos con un perfil de acción y seguridad que los hace más eficaces, con menor número de efectos adversos y más cómodos para el paciente. Entre los fármacos recientes, sobresale el papel de los denominados de forma genérica tiazolidindionas o glitazonas”, señala la Clínica Universidad de Navarra.
Esa fuente médica cita tres grandes tipos de antidiabéticos. Por un lado, están los inhibidores de la alfa-glicosilada que se usan para inhibir la acción de una enzima que se encuentra en el intestino delgado. Con ello, estos medicamentos retardan la absorción de carbohidratos y la elevación del azúcar después de comer.
Entre los efectos secundarios, la clínica cita la flatulencia, el dolor abdominal y la diarrea. Además, están contraindicadas para pacientes que tienen enfermedades de carácter intestinal como obstrucciones o inflamaciones que causen molestias.
“Es aconsejable no utilizarlos en insuficiencia hepática o renal severa”, subraya la fuente médica.
Así mismo, hace referencia a los sensibilizadores a la insulina propia, que, como su nombre lo advierte, permiten que el organismo sea más perceptivo a la insulina. Por un lado, están las biguanidas, que también ayudan “a mejorar el perfil lipídico en sangre”.
Estos fármacos no se recomiendan para “aquellas personas con insuficiencia renal, hepática, respiratoria o cardiaca. También está contraindicado en el alcoholismo, embarazo, lactancia. Es importante consultar con su médico”.
De otro lado, están las tiazolidindionas, que sirven para disminuir la resistencia a la insulina y también tienen efectos positivos sobre el perfil de lípidos en la sangre. Entre los efectos adversos citan la posibilidad de que los pacientes suban de peso y en algunos casos la aparición de edemas.
“No deben tomar este medicamento los pacientes con diabetes tipo 1, embarazo, lactancia, insuficiencia cardiaca, alteraciones hepáticas, cardiopatía isquémica”, puntualiza la Clínica Universidad de Navarra.
A su vez, indican que no en todos los países está aprobado el uso de este grupo de medicamentos combinados con la insulina.
Por último, la fuente médica advierte que están los estimulantes de la secreción de insulina. Entre otros fármacos, nombran las sulfonilureas, metiglinidas y gliptinas, también conocidas como Inhibidores de la dipeptidilpeptidasa IV.
Este grupo de medicamentos ayudan a que el páncreas produzca mayores cantidades de insulina y mejorar el control del azúcar en el cuerpo.
No obstante, las sulfonilureas están contraindicadas para “pacientes con alteración en el hígado o en el riñón, pacientes con diabetes con déficit de insulina tipo 1 o secundaria a enfermedad pancreática, embarazo, cirugía mayor o enfermedad grave y antecedentes de reacciones adversas a sulfamida”.
Las metiglinidas están contraindicadas para pacientes con diabetes tipo 1, problemas en el hígado, mujeres embarazadas o lactantes.
Por último, las gliptinas no están recomendadas para la diabetes tipo 1, el embarazo, la lactancia, la insuficiencia renal moderada o grave y las afectaciones hepáticas.