“Es increíble que nuestro país todavía le metan la cabeza en una pila de agua a una persona tratando de cambiar su orientación sexual o que simplemente les hagan prácticas de tortura como el electroshock. Esto no debería seguir pasando en Colombia, pero pasa y lo hemos revelado mediante diferentes testimonios. No hay nada que curar, esto no se trata de terapia eso es tortura”.
Con estas palabras celebró Carolina Giraldo, autora del proyecto de ley que se aprobó, en primer debate y en pleno mes del orgullo gay, en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes con 20 votos a favor y dos en contra. Una iniciativa que busca prohibir en el país las llamadas terapias de conversión para cambiarle de manera forzada la orientación sexual a una persona.
Se trata de procesos que se vienen haciendo desde hace varios años en Colombia, gracias a un vacío legal, como un intento de ‘curar’ a las personas del colectivo LGTBIQ+ a través de particulares ritos e incluso exorcismos. Lo que ahora se busca es que sean consideradas “tortura”, en un intento por saldar la histórica deuda con esta comunidad en el país.
“Con este proyecto que pasa a segundo debate en Plenaria de Cámara, buscamos que ninguna persona sufra violencia física o psicológica por reconocer su diversidad sexual. Es inconcebible que en pleno siglo XXI la población LGBTIQ+ históricamente humillada, discriminada, señalada, ahora sea torturada con la excusa de tratar la enfermedad o de liberar el alma poseída y más aún, que tengamos que explicar que estás prácticas violan derechos fundamentales”, indicó Andrés Cancimanse, congresista del Putumayo y otro de los líderes de este proyecto legislativo.
Danne, que lidera la Fundación Gaat, para apoyar y ayudar a la población trans, asegura que lo único que han conseguido las llamadas terapias de conversión es “generar afectaciones a nuestra salud física y mental, y romper nuestra relación interna con la familia”.
Lo que han denunciado Danne y otros miembros de la comunidad es que dichas terapias consisten en realidad en violaciones correctivas, exorcismos, ‘retiros espirituales’, ritos y otras prácticas similares, agresivas en mayor o menor medida, para lograr un cambio de orientación sexual, identidad de género o de expresión de género (Ecosieg), la forma adecuada de referirse a las popularmente conocidas como ‘terapias de conversión’.
En estos ‘retiros’ o ‘talleres’, explican las víctimas, los obligaban a rezar bajo la premisa de que con fe se podrían ‘curar’ o los dejaban sin comida o sin dormir si no admitían que ser homosexual estaba mal, entre otras vejaciones y violaciones.
Estas terapias “tienen muchísimas repercusiones físicas y psicológicas para las personas (...) muchas de las víctimas hablan de episodios de depresión, cuadros de ansiedad, incluso llegar a tener tendencias suicidas”, dijo Andrés Forero, de la organización All Out, que ha liderado los esfuerzos de prohibición.
Uno de los pocos estudios hechos sobre la materia en Colombia arroja cifras preocupantes: una de cada cinco personas de la comunidad LGTB han sufrido algún intento de conversión.
Lo de Colombia no es ajeno a lo que está ocurriendo en el mundo. Por lo que justamente el proyecto busca prohibir las terapias de conversión y plantea sancionar a aquellos profesionales y no profesionales de la salud que sometan a personas a eso tratamientos con agravantes de tipo penal.
En Colombia, de acuerdo con Mauricio Toro, representante a la Cámara por la Alianza Verde, se deben prohibir este tipo de terapias practicadas por profesionales de la salud y empíricos “porque los centros de conversión son cámaras de tortura donde someten a las personas a degradación, a maltrato físico y a una tortura psicológica que parece la inquisición”.
A Toro le parece sorprendente que en pleno siglo XXI en Bogotá y varias ciudades del país existan este tipo de lugares.
“Hay sitios donde meten a personas LGBTI, las desnudan, las bañan con agua fría, las electrocutan, las golpean, las ultrajan, las violan, entre otros”, dijo. Hace pocos meses, según el congresista, la Fiscalía cerró uno de estos sitios de tortura.
Uno de los grandes opositores del proyecto en la Comisión Primera de la Cámara fue el representante por las negritudes, Miguel Polo Polo, quien calificó como “aberrante” pretender prohibir las terapias de conversión, solicitando que el proyecto fuese archivado argumentando que se está atentando contra el libre ejercicio de los psicólogos.
“Lo aberrante aquí, es que se pretendan justificar estas terapias en las que cientos de jóvenes han sido golpeados, electrocutados, violados, obligados a pasar hambre para ser curados, cuando aquí no hay nada que curar”, añadió Cancimanse al referirse a lo manifestado por Polo Polo.