La enfermedad renal crónica es la pérdida lenta de la función de los riñones con el tiempo, de acuerdo con MedlinePlus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Es más, Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, explicó que las enfermedades y afecciones que causan enfermedad renal crónica son las siguientes:
- Diabetes tipo 1 o tipo 2.
- Glomerulonefritis, una inflamación de las unidades de filtración de los riñones (glomérulos).
- Nefritis intersticial, una inflamación de los túbulos del riñón y las estructuras circundantes.
- Enfermedad renal poliquística u otras enfermedades renales hereditarias.
- Obstrucción prolongada de las vías urinarias, derivada de afecciones como el agrandamiento de próstata, cálculos renales y algunos tipos de cáncer.
- Reflujo vesicoureteral, una afección que hace que la orina regrese a los riñones.
- Infección renal recurrente, también denominada pielonefritis.
Ahora bien, respecto a los síntomas, la entidad sin ánimo de lucro indicó que los signos y síntomas de la enfermedad renal crónica se manifiestan con el paso del tiempo si el daño renal avanza lentamente, y la pérdida de la función renal puede provocar una acumulación de líquidos o desechos del cuerpo o problemas de electrolitos.
Así las cosas, dependiendo de su gravedad, la pérdida de la función renal puede causar lo siguiente:
- Náuseas.
- Vómitos.
- Pérdida de apetito.
- Fatiga y debilidad.
- Problemas de sueño.
- Micción más o menos abundante.
- Disminución de la agudeza mental.
- Calambres musculares.
- Picazón y sequedad de la piel.
- Presión arterial alta (hipertensión) que es difícil de controlar.
- Falta de aire, si se acumula líquido en los pulmones.
- Dolor en el pecho, si se acumula líquido en el revestimiento del corazón.
Complicaciones de la insuficiencia renal crónica
Según Mayo Clinic, las posibles complicaciones incluyen las siguientes:
- Retención de líquidos, que podría derivar en hinchazón en los brazos y las piernas, presión arterial alta o líquido en los pulmones (edema pulmonar).
- Un aumento repentino en los niveles de potasio en la sangre (hipercalemia), que podría afectar la funcionalidad del corazón y puede poner en riesgo la vida.
- Anemia
- Enfermedad cardíaca.
- Debilidad de los huesos y mayor riesgo de fracturas.
- Disminución del deseo sexual, disfunción eréctil o reducción de la fertilidad.
- Daño al sistema nervioso central, que puede ocasionar dificultad para concentrarse, cambios en la personalidad o convulsiones.
- Menor respuesta inmunitaria, lo que te hace más propenso a contraer infecciones.
- Pericarditis, que es la inflamación de la membrana sacular que envuelve el corazón (pericardio).
- Complicaciones del embarazo que implican riesgos para la madre y el feto en desarrollo.
- Daño irreversible a los riñones (enfermedad renal en etapa terminal), que finalmente requiere diálisis o un trasplante de riñón para sobrevivir.
¿Cómo cuidar los riñones?
El Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales, que hace parte de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, reveló otras recomendaciones para cuidar los riñones que incluyen:
- Elegir alimentos saludables: frutas frescas, vegetales frescos o congelados, granos enteros y derivados, lácteos semidescremados o descremados.
- Tomar agua: por lo general, los hombres deberían consumir 3,7 litros de agua al día y las mujeres deberían beber 2,7 litros.
- Hacer ejercicio: se deben realizar al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada o 75 minutos de actividad aeróbica intensa a la semana, o una combinación de actividad moderada e intensa.
De todos modos, la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y por ello, lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.