Uno de los efectos consecuentes con la llegada de edad radica en la pérdida de la visión, por lo que en un punto es necesario usar gafas, ya sea parcial o permanentemente.
Los efectos de los años, junto a el tiempo pasado frente a las pantallas o falta de descanso; conllevan a que la visión deje de ser igual de nítida que antes. La condición médica más común es la miopía, un problema relativamente común en la población.
En la mayoría de pacientes, la miopía tiene un síntoma claro, el cual es tener problemas para enfocar de lejos, pero sin ninguna anomalía al ver de cerca. Bajo la experticia de Clínica Baviera, se sabe que los síntomas se empiezan a desarrollar durante la infancia, pero pueden evidenciarse en gran medida al llegar a determinada edad.
Para tener un diagnóstico de miopía, un oftalmólogo tendrá que realizar un examen ocular básico, en el que se incluye una evaluación de refracción. Al practicarlo, es posible tener constancia en si la pérdida de visión es causada por miopía o, por el contrario, puede ser efecto de hipermetropía, astigmatismo o presbicia; otros problemas desarrollados de diferente manera.
Uno de los resultados más disientes corresponde a la cantidad de dioptrías, las cuales son unidades que dan a conocer el poder de refracción de un lente, siendo importante en saber el grado por el cual el ojo puede enfocar a partir de la distancia focal que tenga.
Al tener el dictamen especialista, lo más frecuente es verse obligado a usar gafas. Dependiendo del grado de desarrollo de la miopía, pueden emplearse de forma parcial (solo al usar una pantalla o por determinado tiempo) o permanente. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, gran parte de los pacientes con gafas parciales terminan usándolas por completo.
Antes de escoger el tipo de gafas ideales, se deben tener en cuenta las recomendaciones de los especialistas de salud. No es la misma receta de lentes para quienes tienen entre uno o dos dioptrías, con los que superan los cuatro y alcanzas las diez.
Por tanto, las graduaciones de las lentes tendrán más o menos dioptrías según el grado de miopía que se le haya diagnosticado a cada paciente. Los índices de reducción de la miopía inician en 1.5 dioptrías. Entre mayor refracción tenga el ojo, los lentes deben ser finos.
En las graduaciones de 2 ó 3 dioptrías, algunos especialistas recomiendan el uso de lentes antirreflejantes, los cuales cuentan con la particularidad de evitar el ingreso de algunos tipos de rayos de luz.
Una generalidad en los pacientes con gafas radica en que sienten que se reduce el tamaño de lo que observan. Los expertos aseguran que esto es causante de la distancia entre los ojos y el lente de las gafas; por lo que no implica ser una afectación en la vista.
Ahora bien, una inquietud de los pacientes radica en el tiempo recomendado para modificar las gafas, especialmente cuando la miopía se desarrolla con más velocidad. Sobre ese asunto, el Colegio Nacional de Ópticos de Madrid apuntan que aproximádamente el 20% de las personas no las cambian en más de cinco años, sin tener en cuenta el verdadero periodo en cual hay que modificarlas.
De la misma forma, otra cifra perjudicial es que el 72% de los pacientes no se practican chequeos frecuentes, considerando que el estado de su miopía está sin alternaciones. No obstante, hacer caso omiso a eso es perjudicial para la vista, dado que la condición tiende a ser degenerativa.
La recomendación entonces es realizarse un chequeo de la vista anualmente para el caso de los adultos. Para el caso de los pacientes mayores a 40 años, puede que sea necesario el doble chequeo al año, debido a que las dioptrías tienden a aumentarse desde ese momento.