Las declaraciones de un científico estadounidense sobre el origen de la covid-19 le han dado la vuelta al mundo en los últimos días. Se trata del doctor Andrew Huff, quien fue vicepresidente de EcoHealth Alliance, una empresa que se dedica precisamente a prevenir pandemias y que ha recibido dinero del Gobierno estadounidense para llevar a cabo proyectos de investigación en China.
Varios medios de contenidos virales en países como Estados Unidos y Reino Unido han compartido sus versiones sobre la creación de la covid-19, que son muy similares a varias teorías de la conspiración que circulan en internet.
De hecho, culpa directamente al controvertido y enigmático Instituto de Virología de Wuhan, que trabajaba directamente con coronavirus en murciélagos. Según Huff, el virus escapó del laboratorio y provocó lo que más tarde sería una pandemia.
Su versión apunta a que el Gobierno de Estados Unidos fue el que financió los trabajos genéticos que se llevaban a cabo en Wuhan, donde los científicos no estaban trabajando con las medidas de bioseguridad adecuadas, lo cual facilitó el escape del coronavirus.
“El Gobierno de Estados Unidos tiene la culpa de la transferencia de biotecnología peligrosa a los chinos”, aseguró Huff en una entrevista con el diario británico The Sun, a propósito del lanzamiento de su libro La verdad sobre Wuhan. “China supo desde el primer día que se trataba de un agente modificado genéticamente”, agregó.
Pese al tono de conspiración que tienen algunas de sus declaraciones, Huff tiene de su lado algunas ventajas que han permitido darles más credibilidad a sus argumentos. Por un lado, es cierto que estuvo trabajando en la empresa EcoHealth Alliance entre 2014 y 2016 y que esta organización, a su vez, estuvo desarrollando proyectos junto al Instituto de Virología de Wuhan, algo que ha atraído la atención de la prensa estadounidense.
Huff aseguró que trabajó como científico del gobierno estadounidense y que EcoHealth Alliance les transfirió a los investigadores de Wuhan “los mejores métodos existentes para diseñar coronavirus de murciélago para atacar a otras especies”.
En la entrevista con The Sun aseguró que estaba “aterrorizado” y señaló que sentía que les estaban “entregando armas biológicas” al Gobierno chino. También comparó los errores de inteligencia de Estados Unidos en este caso con lo ocurrido en el atentado del 11 de septiembre.
Los argumentos de Huff han sido cuestionados debido a que se desvinculó de EcoHealth Alliance varios años antes de que se desencadenara la pandemia y, por lo tanto, no conoció de primera mano el supuesto accidente de laboratorio que habría originado la covid-19.
Por su parte, el director de EcoHealth Alliance, Peter Daszak, ha defendido la hipótesis de que es mucho más probables que el SARS-CoV2 haya tenido su origen en un contacto entre humanos y animales.
Según señaló a través de su cuenta de Twitter, las condiciones de trabajo de las personas en el sudeste asiático hacen que sean más proclives a contagiarse de enfermedades zoonóticas. Es decir, enfermedades que pueden transmitirse de animales a humanos.
Y concluyó que es mucho más probable que uno de los millones de personas que trabajan en granjas o plazas de mercado se contagien de uno de los virus que circulan entre los murciélagos a que sean los investigadores de los laboratorios quienes se infecten. Más aún, porque los investigadores que van a campo sí usan elementos de protección personal.
El duro debate científico
La teoría de que el coronavirus salió de un laboratorio en Wuhan no es nueva. De hecho, fue impulsada por el propio Gobierno estadounidense durante la administración del expresidente Donald Trump. En su momento, buscaban culpar al Gobierno chino del brote que más tarde dejó millones de muertos en todo el mundo.
La postura de los chinos tampoco ha ayudado a zanjar la discusión. De hecho, en enero de 2021 una delegación de enviados especiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) visitaron China para buscar pistas sobre el origen de la covid-19.
La visita, que captó la atención del mundo durante varios días, no pudo ser más tensa. A los periodistas de los medios internacionales no les permitieron seguir a los expertos científicos enviados por la OMS y las autoridades chinas estuvieron acompañando a los investigadores todo el tiempo.
La conclusión del informe que realizaron los 15 expertos independientes que envió la OMS fue catalogada por algunos como decepcionante. Sobre todo, porque no se cumplió con el objetivo primordial: determinar cuál había sido el origen de la covid-19.
Lo que sí señalaron los científicos era que la teoría de que el virus hubiera salido de un laboratorio era, cuando menos, improbable.
“No había indicios que nos llevaran a mirar el accidente de laboratorio y se catalogó como la vía menos probable. Pero, si es necesario explorarlo más, por supuesto, lo haremos. Si hay datos nuevos o información de cualquier hipótesis, lo incorporaremos”, aseguró Peter Benenbarek, director del equipo científico.
Desde entonces, la OMS está manejando cuatro hipótesis. La más probable es que el virus pasó de una especie animal a otra y de allí al ser humano. Las que le siguen en probabilidad advierten que pasó directamente de un animal (en este caso de un murciélago) a un humano o que se transmitió por un alimento que no fue conservado con el cuidado debido.
La última hipótesis fue calificada como “extremadamente improbable” y apunta a que el virus salió de un laboratorio.
El debate, sin embargo, sigue abierto.