Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford adelantaron un estudio en el que se preocuparon por clasificar a personas que padecían de depresión con el fin de mejorar la forma en la que se diagnostica
Normalmente, los psicólogos y psiquiatras clasifican los tipos de depresión que padecen los pacientes en unos biotipos, que están asociados a distintos factores químicos presentes en el organismo.
Sin embargo, los investigadores de Stanford encontraron un vacío en esta clasificación tradicional y encontraron una nueva categoría de pacientes con depresión a la cual denominaron “biotipo cognitivo”. Lo sorprendente es que la proporción de personas depresivas que entraron en este grupo fue bastante alta, pues los cálculos de los científicos apuntan que podría representar hasta uno de cada cuatro casos.
Así mismo, uno de los datos relevantes que arrojaron es que en las personas que entran en este biotipo los tratamientos con antidepresivos que se recetan con frecuencia podrían no ser tan efectivos como en otros pacientes.
“Las tareas cognitivas mostraron que estos pacientes tienen dificultades con la capacidad de planificar con anticipación, mostrar autocontrol, mantener el enfoque a pesar de las distracciones y reprimir el comportamiento inapropiado; las imágenes mostraron una disminución de la actividad en dos regiones del cerebro responsables de esas tareas”, señaló en un comunicado de prensa la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford.
Y agregó que con frecuencia se define a la depresión como una enfermedad del estado del ánimo, por lo cual los profesionales médicos enfocan su atención en plantear tratamientos que incluyen antidepresivos destinados a regular la serotonina.
No obstante, los pacientes con este biotipo de disfunción cognitiva pueden presentar una peor respuesta ante esta terapia.
“Los investigadores dijeron que abordar estas disfunciones cognitivas con antidepresivos u otros tratamientos que se usan con menos frecuencia puede aliviar los síntomas y ayudar a restaurar las habilidades sociales y ocupacionales”, indicó la institución universitaria.
El trabajo fue publicado este mes en la revista científica JAMA Network Open y representa un nuevo paso para los neurocientíficos que buscan crear tratamientos más efectivos para los pacientes que sufren de depresión, según advirtió la profesora de Psiquiatría y autora principal del estudio, Leanne Williams.
“Uno de los grandes desafíos es encontrar una nueva forma de abordar lo que actualmente es un proceso de prueba y error para que más personas puedan mejorar antes. Incorporar estas medidas cognitivas objetivas, como las imágenes, asegurará que no estemos usando el mismo tratamiento en todos los pacientes”, sostuvo Williams, citada en el comunicado de la universidad.
La investigación que llevaron a cabo incluyó la participación de 1.008 personas que habían sido diagnosticadas con trastorno depresivo mayor y que no habían tenido una medicación previa. A estos individuos se les recetaron tres antidepresivos típicos como escitalopram y sertralina, que actúan sobre la serotonina, además de venlafaxina-XR, que actúa en la serotonina y la norepinefrina
Después de que pasaron por el tratamiento, los investigadores constataron que 712 participantes tomaron los medicamentos durante ocho semanas.
“Antes y después del tratamiento con los antidepresivos, los síntomas depresivos de los participantes se midieron mediante dos encuestas, una administrada por un médico y la otra, una autoevaluación, que incluyen preguntas relacionadas con los cambios en el sueño y la alimentación. También se rastrearon las medidas sobre el funcionamiento social y ocupacional, así como la calidad de vida”, detalló la Escuela de Medicina de Stanford.
Y agregó que las personas que participaron tuvieron que completar algunas pruebas cognitivas que permitían evaluar habilidades como la capacidad de recordar palabras, la memoria de trabajo, la rapidez con la que tomaban decisiones y la posibilidad de mantener su atención fija.
En el 27 % de los casos, lograron encontrar que los participantes tenían síntomas como la “ralentización cognitiva, insomnio, deterioro de la función cognitiva en las pruebas de comportamiento, así como actividad reducida en ciertas regiones frontales del cerebro”. En suma, estas eran las personas que tenían un biotipo cognitivo de depresión.