Es común escuchar sobre la importancia del sistema inmune para el ser humano, sin embargo, no todas las personas comprenden a la perfección cómo funciona y cuál es su papel a la hora de proteger la salud.
Según reseña la enciclopedia médica MedlinePlus, el sistema inmunitario protege al organismo de sustancias posiblemente nocivas, reconociendo y respondiendo a los antígenos.
“Los antígenos son sustancias (por lo general proteínas) que se encuentran en la superficie de las células, los virus, los hongos o las bacterias. Las sustancias inertes, como las toxinas, químicos, drogas y partículas extrañas (como una astilla), también pueden ser antígenos. El sistema inmunitario reconoce y destruye sustancias que contienen antígenos”, precisa la fuente consultada.
Adicionalmente, el servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos expone los tipos de inmunidad existentes: innata, adquirida y pasiva.
La inmunidad innata, o inespecífica, es un sistema de defensas con el cual la persona nació y que la protege contra todos los antígenos. Este tipo de inmunidad consiste en barreras que impiden que los materiales dañinos ingresen en el cuerpo.
Se trata de barreras que forman la primera línea de defensa en la respuesta inmunitaria. Algunos ejemplos son el reflejo de la tos, las enzimas en las lágrimas y los aceites de la piel, el moco (encargado de atrapar bacterias y partículas pequeñas), la piel y el ácido gástrico.
Por su parte, la inmunidad adquirida se desarrolla con la exposición a diversos antígenos. El sistema inmunitario de la persona construye una defensa contra ese antígeno específico.
“La inmunidad pasiva se debe a anticuerpos que se producen en un cuerpo diferente del nuestro. Los bebés tienen inmunidad pasiva, dado que nacen con los anticuerpos que la madre les transfiere a través de la placenta. Estos anticuerpos desaparecen entre los 6 y los 12 meses de edad”, anota MedlinePlus.
Vale la pena mencionar que el ser humano no nace con un sistema inmunológico totalmente equipado. “Cuando llega a la edad adulta, ya ha estado expuesto a muchos gérmenes. Por tanto, es probable que su sistema inmunológico responda con fuerza a muchas de las infecciones con las que se encuentre”, sostiene el NIH.
Así mismo, las vacunas refuerzan aún más las defensas, pues exponen al sistema inmunológico a gérmenes muertos o debilitados, ayudando a las células inmunitarias a aprender a combatir esas amenazas y a recordarlas sin que el cuerpo se enferme.
¿Qué pasa cuando el sistema inmune está debilitado?
El sistema inmunitario no siempre está en plenitud de condiciones. Cuando esto ocurre, la persona es más propensa a enfermar. Según reseña el portal La vida lúcida, algunas señales que advierten sobre esta debilidad son:
- Fatiga y sensación de agotamiento constante: no dormir bien implica no descansar lo suficiente. Cuando el cuerpo no tiene tiempo para recuperarse, el efecto inmediato será la sensación de agotamiento. Ahora bien, el cansancio también puede ser señal de que el sistema inmune está débil, de hecho, es una de las razones por las que los expertos recomiendan dormir entre 8 y 9 horas.
- Resfriados frecuentes: las infecciones respiratorias son comunes, sin embargo, cuando se tornan demasiado recurrentes, es clara señal de que algo no anda bien. Resfriarse frecuentemente demuestra que el cuerpo no es capaz de protegerse de este tipo de virus.
- Cicatrización lenta: una respuesta inmune deficiente dificulta el proceso de cicatrización, incluso, cuando se trata de heridas superficiales.
- Problemas digestivos: síntomas como diarrea, estreñimiento, hinchazón o indigestión pueden ser señal de un desequilibrio en el sistema inmune. De ser el caso, es recomendable consultar con un médico.
- Alergias recurrentes: las alergias son una respuesta del sistema inmunológico a sustancias generalmente inofensivas, como el polen. Si bien son reacciones comunes, cuando se desarrollan en exceso puede ser señal de que el sistema inmune no tiene toda su fuerza.
Hábitos sencillos para fortalecer el sistema inmune
El NIH comparte algunos consejos para beneficiar el sistema inmunitario:
- Mantener una dieta saludable.
- Reservar tiempo para realizar actividad física.
- Mantener un peso saludable.
- Dormir bien. La mayoría de los adultos necesita dormir al menos siete horas o más cada noche; y los niños y adolescentes, aún más.
- Dejar de fumar.
- Manejar el estrés.
- Limitar el consumo de alcohol.
- Lavarse las manos con frecuencia para evitar enfermarse. Usar desinfectante para manos en caso de que no haya agua y jabón disponibles.