Después de afrontar por varios meses una delicada enfermedad, el científico colombiano Francisco Lopera, quien dedicó su vida a la investigación del alzhéimer y recibió varios reconocimientos internacionales por sus valiosos aportes en la detección de la enfermedad, falleció este martes 10 de septiembre en Medellín, a los 73 años, a causa de un tumor metastático en el cerebro.
Así lo confirmó el Grupo de Neurociencias de Antioquia (GNA), al que Lopera dedicó 40 años de su vida y desde el cual lideró numerosas investigaciones de enfermedades neurodegenerativas. “Con profunda tristeza les informamos del fallecimiento de nuestro querido mentor y fundador, el Dr. Francisco Lopera Restrepo. Su partida nos deja un vacío inmenso, no solo por su invaluable contribución científica, sino por su calidez humana, su compromiso inquebrantable con la investigación y su entrega apasionada al bienestar de los pacientes y sus familias”, escribió la entidad a través de sus redes sociales.
Lopera, quien se retiró de la vida académica hace solo unas semanas, fue el encargado de liderar una investigación, que recogió la revista científica Nature, sobre la “mutación paisa”, que se estima portan alrededor de 6.000 personas en Antioquia.
Precisamente por sus valiosos aportes en la investigación de esta enfermedad, Lopera fue merecedor este 2024 del Premio Potamkin, que entregan la Academia Americana de Neurología y la Fundación Americana del Cerebro, considerado un Nobel para quienes se han dedicado a las neurociencias. Fue el primer latinoamericano en recibir este galardón desde su creación, en 1988.
El último capítulo de una atildada carrera que Lopera entregó a desentrañar los misterios de una forma de alzhéimer precoz y hereditaria, que no solo le dejó al país el GNA, al que arriban científicos de todo el planeta para ampliar sus investigaciones, sino uno de los hallazgos más revolucionarios en los últimos años sobre esta enfermedad incurable y la forma más común de demencia, que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), está diagnosticada en cerca de 50 millones de personas.
Se trata del descubrimiento de la llamada mutación paisa, una forma precoz de esta patología neurodegenerativa, que se concentra en una población del municipio de Yarumal, en Antioquia, y que llegó incluso a las páginas de prestigiosas revistas científicas como Nature Medicine de Estados Unidos.
Bajo el liderazgo de Lopera, que tropezó con esa historia cuando era apenas un joven estudiante, el GNA desarrolló una investigación para predecir el deterioro cognitivo en individuos con riesgo de demencia y también descubrió genes protectores que pueden retrasar durante unos 20 o 30 años los inicios de los síntomas y que indican una ruta para la prevención y cura del alzhéimer.
Fue un aporte definitivo de Lopera y su equipo para identificar formas de predecir el deterioro cognitivo en individuos con riesgo de demencia y desarrollar herramientas de diagnóstico y pronóstico para su tratamiento y prevención.
Una enfermedad obligaría a Lopera a abandonar la vida científica: fue diagnosticado con melanoma, un tipo de cáncer de piel, por lo que durante sus últimos días se alejó de la investigación y la vida académica para estar con su familia, en medio de ese duro diagnóstico.
Lopera confesó que se despidió orgulloso de su legado. Aseguró que sus investigaciones han contribuido a conocer el alzhéimer, “que llega a ser catastrófico para una familia más que para el paciente. Ese paciente puede vivirla de una manera en que no asiste completamente a la tragedia. Pero los que sufren son los familiares”, contó en SEMANA.
Y se fue del GNA con un sueño pendiente: materializar la creación de una especie de ciudadela “para que el paciente pueda vivir la enfermedad de manera natural, como se hace en otros lugares del mundo”.
La Universidad de Antioquia, alma mater de Lopera por décadas, aseguró que este lunes dan el último adiós a “un ser humano invaluable, profesional riguroso, profesor inspirador e investigador curioso y creativo que trazó un camino en la lucha contra el alzhéimer. Los cuidadores de pacientes con enfermedad de alzhéimer lo llamaron su ángel y héroe, dos adjetivos que reflejan el gran impacto que logró con su trabajo durante 40 años, liderando el Grupo de Neurociencias de Antioquia de la Facultad de Medicina”.