Cuando una persona empieza a presentar algunos cambios en su cuerpo y duda de los mismos, lo mejor es acudir con un profesional de la salud, dado que, pueden ser indicadores de una enfermedad grave como, por ejemplo, la anemia.
La anemia es un padecimiento que se desarrolla cuando la sangre produce una cantidad inferior a la normal de glóbulos rojos sanos, según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de Estados Unidos.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos indican que esta afección se presenta cuando el cuerpo tiene muy pocos glóbulos rojos o estos carecen de una proteína rica en hierro llamada hemoglobina. Estos glóbulos son los responsables de transportar el oxígeno por todo el cuerpo y, en ese proceso, la mencionada sustancia es clave.
La alimentación es determinante para combatir la anemia y en la dieta se deben incluir alimentos ricos en proteína, hierro, ácido fólico y vitaminas del complejo B, como carnes, huevos, pescados y espinacas, según el portal de bienestar y salud, Tua Saúde. Estos nutrientes estimulan la producción de glóbulos rojos en la sangre.
Ahora bien, una persona puede detectar que tiene anemia cuando presenta los siguientes síntomas, según el portal Cáncer Net:
- Latidos cardíacos rápidos o irregulares.
- Dolor de pecho ocasional.
- Problemas para respirar o falta de aire.
- Mareos o desmayos.
- Coloración pálida o más clara de lo normal de la piel, de los lechos ungueales, de los labios, de las encías o de la lengua.
- Dolores de cabeza.
- Problemas de concentración.
- Insomnio.
- Sensación de cansarse más fácilmente.
- Problemas para retener el calor.
- Problemas de sangrado.
Además, Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, explicó que los diferentes tipos de anemia incluyen:
- Anemia por deficiencia de vitamina B12.
- Anemia por deficiencia de folato (ácido fólico).
- Anemia por deficiencia de hierro.
- Anemia por enfermedad crónica.
- Anemia hemolítica.
- Anemia aplásica idiopática.
- Anemia megaloblástica.
- Anemia perniciosa.
- Anemia drepanocítica.
- Talasemia.
Factores de riesgo de esta enfermedad
1. Trastornos intestinales. Tener un trastorno intestinal que afecta la absorción de nutrientes en el intestino delgado, como la enfermedad de Crohn y la enfermedad celíaca, pone en riesgo de anemia.
2. Menstruación. En general, las mujeres que no han tenido menopausia tienen un mayor riesgo de anemia por deficiencia de hierro que los hombres y las mujeres posmenopáusicas. La menstruación causa la pérdida de glóbulos rojos.
3. Embarazo. Estar embarazada y no tomar un multivitamínico con ácido fólico y hierro, aumenta el riesgo de desarrollar anemia.
4. Afecciones crónicas. Si se tiene cáncer u otra afección crónica, se podría estar en riesgo de desarrollar anemia por enfermedad crónica. Estas afecciones pueden derivar en una escasez de glóbulos rojos. Además, la pérdida lenta y crónica de sangre por una úlcera u otra fuente dentro del cuerpo puede agotar la reserva de hierro del cuerpo y llevar a que se presente anemia por deficiencia de hierro.
5. Antecedentes familiares. Si un familiar tiene antecedentes de anemia hereditaria, como anemia de células falciformes, también se podría tener un mayor riesgo de padecer esta afección.
6. Otros factores. Los antecedentes de ciertas infecciones, enfermedades de la sangre y trastornos autoinmunitarios aumentan el riesgo de padecer anemia. El alcoholismo, la exposición a sustancias químicas tóxicas y el uso de algunos medicamentos pueden afectar la producción de glóbulos rojos y derivar en anemia.
7. Edad. Las personas mayores de 65 años tienen un mayor riesgo de anemia.
Graves consecuencias
Si la enfermedad avanza o se prolonga en el tiempo, las consecuencias pueden ser muy graves para el organismo. Por ejemplo, según información del portal Cinfasalud, de España, es posible que cause lesiones en el corazón, el cerebro y otros órganos del cuerpo, debido a que la sangre no es capaz de transportar a los tejidos el oxígeno suficiente.