El bruxismo es un trastorno en la que una persona rechina, aprieta o cruje los dientes. Según expone el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial de Estados Unidos, esta acción puede ocurrir cuando se está despierto o dormido y afecta tanto a niños como adultos.
“Muchos casos de bruxismo son leves y pueden no requerir tratamiento; sin embargo, el bruxismo grave puede provocar daños en los dientes, dolor o cansancio en la mandíbula y dolor de cabeza. Dado que es posible rechinar los dientes mientras duerme o no darse cuenta de que se está produciendo bruxismo, es importante conocer los signos y síntomas y recibir atención dental con regularidad”, expone la fuente consultada.
Respecto al bruxismo nocturno, Mayo Clinic precisa que es un trastorno de movimiento relacionado con el sueño. Además, indica que las personas que aprietan o rechinan los dientes mientras duermen tienen más probabilidades de padecer otros trastornos del sueño, como roncar o realizar pausas en la respiración (apnea del sueño).
Para identificar un caso de bruxismo, el primer paso es aprender a diferenciar los síntomas del trastorno.
- Rechinar o apretar los dientes.
- Dientes aplanados, fracturados, partidos o flojos.
- Esmalte dental desgastado, por lo que se ven las capas más profundas de los dientes.
- Mayor dolor o sensibilidad dental.
- Músculos de la mandíbula cansados o rígidos, o mandíbula trabada que no se puede abrir o cerrar por completo.
- Dolor o inflamación de mandíbula, cuello o rostro.
- Dolor similar al dolor de oído, pero que no es un problema del oído en realidad.
- Dolor de cabeza sordo que comienza en las sienes.
- Lastimaduras por morder la parte interna de la mejilla.
- Alteración del sueño.
Una vez identificados los síntomas, lo más recomendable es acudir a un profesional de la salud para asignar el tratamiento adecuado.
¿Cómo dormir para evitar el bruxismo nocturno?
En vista de que el bruxismo no está asociado directamente con el sueño, la posición en que se duerma no representará un cambio significativo. Sin embargo, existen algunas prácticas simples que podrían ayudar en el tratamiento de este trastorno.
A continuación, algunas recomendaciones compartidas por el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial:
- Cambio de la conducta: cambiar la posición de descanso de la boca y la mandíbula para reducir la costumbre de apretar y rechinar los dientes. Es clave tomar conciencia de la costumbre y disminuirla.
- Control del estrés: reducir las respuestas relacionadas con el estrés, lo que puede disminuir el bruxismo.
- Tratamiento dental: reparar los dientes que se han partido o desgastado. Puede ser necesario colocar coronas o hacer otros procedimientos.
Otros consejos compartidos por la entidad adscrita a los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) incluyen:
- Visitar al dentista con regularidad. Los exámenes dentales frecuentes le darán al dentista la oportunidad de detectar los signos del bruxismo.
- Probar actividades relajantes como el yoga o la meditación. La consejería también puede ayudar a reducir el estrés.
- Evitar la cafeína y el alcohol.
- No fumar.
- Establecer recordatorios para sí mismo (como notas escritas o una alarma en su teléfono celular) para mantener los dientes separados si los rechina o aprieta durante el día.
¿Qué causa el bruxismo?
Mayo Clinic sintetiza que los médicos no comprenden del todo qué es lo que causa el bruxismo, aunque sostiene que puede deberse a una combinación de factores físicos, psicológicos y genéticos.
- El bruxismo durante la vigilia puede deberse a emociones como la ansiedad, el estrés, la ira, la frustración o la tensión. También puede ser una estrategia de afrontamiento o un hábito durante la concentración profunda.
- El bruxismo durante el sueño puede deberse a la actividad de masticar relacionada con el sueño y asociada con despertarse durante el sueño.
En ese orden de ideas, resume que algunos factores de riesgo incluyen la edad, el estrés, la genética, el tipo de personalidad, el consumo de ciertos medicamentos y ciertos trastornos, como el Parkinson, demencia, trastorno de reflujo gastroesofágico, epilepsia, terrores nocturnos, entre otros.